Viernes - El comienzo del fin

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Parece que el universo se empeña en que Tweek y Craig no puedan estar juntos. Tucker ha sido encerrado en la cárcel y deberá pasar 96 horas dentro de ella como castigo por seguir provocando disturbios en las "tranquilas" calles de South Park.

Tweek ha tenido un par de ataques nerviosos y aunque se le ha pedido que se quede tranquilo en casa, ha ido a verlo e incluso ha faltado a clases. Token y Clyde también han visitado a su compañero; pero después del colegio.

No fue muy difícil sobornar al comisario para poder entrar a verlo, pues una caja de donas nunca está de más.

Al pelinegro le molesta toda esa situación; Kyle, la maldición y que sus padres no quieran pagar la fianza para sacarlo de ahí. Y no por él, sino por su honey. Ha visto a Tweak con mal semblante y por más que le pida a Token y a Wendy que lo obliguen a comer, sabe que el rubio no es tan fácil de persuadir.

También le preocupa Stripe, el roedor está a cargo de su hermana menor; sabe que está en buenas manos, pero aun así lo extraña y quisiera poder cuidar de sus dos amores por su cuenta. Bufó al sentirse frustrado. Aspecto que debe ocultar para no preocupar más a su pobre blondo.

– Tweek, cariño~ –obtiene su atención. – Por favor, ve a dormir –le sonríe amablemente.

El adolescente paranoico se niega a irse. Aún faltan un par de horas antes de que lleguen Token y Clyde. No quiere dejar a su chico solo, sobre todo porque siente que todo eso es su culpa.

– Yo... te lo prometo Craig... –el aludido arqueó una ceja. – Que seré tuyo cuando salgas de aquí... –dijo sonrojado, pero con la mirada fija en su novio y sin tartamudeos.

Al inicio, el descendiente peruano duda en aceptar. No quiere presionarlo a nada. Sin embargo, conoce a su honey y esa clase de declaraciones no suceden con regularidad.

– ¿Seguro? –preguntó por cortesía. – ¿Sabes que te amo, verdad? Y que nada me haría más feliz que seas mío... –pasa su mano por los barrotes de la prisión para acariciar con delicadeza la mejilla contraria.

El rubio asintió con la inseguridad plasmada en sus ojos. – Lo estoy –aseguró. Haciendo de Craig, en ese momento, el chico más feliz de South Park.

Broflovski ha hecho interminables llamadas para encontrar a la persona que Yuu le ha pedido. Por un momento pensó que sería inútil, pero lo logró. Dio con la persona que tanto buscaba. Le dio la noticia a la asiática y esta lo felicitó. Con ese último "ingrediente" el ritual estaría terminado y no habría nada que se interponga entre Tweek y Kyle para ser felices.

– Seguro que llega hoy, ¿verdad? –la castaña lo miró con molestia, llevan más de una hora esperando en la estación de buses y de ninguno ha bajado dicha persona.

– ¿Quieres tranquilizarte? Quizás se retrasó –rodó los ojos ante la insistencia de su compañera.

Pasaron alrededor de 20 minutos más, hasta que un joven de cabellos mostaza bajaba del bus agradeciendo en medio de insultos el haberlo llevado hasta su destino. La pareja se miró extrañada y se acercaron a su nuevo colega.

Y, mientras una persona llega otra, se va.

Kelly debe regresar a su ciudad, pues ya ha perdido varios días de clases y no puede seguir faltando. Y no quiere irse sin antes agradecerle a Tucker, por lo que Kenny la lleva a la comisaría a despedirse.

– Estoy muy agradecida contigo y tu amiga Wendy –sonrió al pelinegro, quien no entendía qué hacían ahí. – Si no fuera por ustedes, jamás hubiera podido cerrar el ciclo con Kenny –seguía hablando, pero Craig no la escuchaba.

El deseo de las asiáticasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora