La mañana comenzó húmeda. Craig veló el sueño de su enamorado, no ha pestañado para nada y Stripe#4 también permaneció cerca de su mamá.
La señora Tweak le dio pastillas para la fiebre y le aconsejó no ir al colegio. Tucker apoyó la idea pero el rubio se negó. Habrá examen de química y no puede faltar porque el gobierno podría estar espiando su nivel académico y si no da la prueba podrían creer que es un ignorante y podrían matarlo.
A veces, Craig no podía creer lo paranoico que podía llegar a ser su novio con respecto a que el gobierno lo espía.
El pelinegro trató de comunicarse con su moreno amigo, pero no le contestó. Pensó en llamar a Clyde para que recogiera a su chico, pero luego se golpeó así mismo por la tonta idea. No le quedó de otra que llevarlo él. Lo haría con gusto e incluso en el camino trataría de convencerlo de regresar a dormir, pero su padre le había dejado en claro que no tenía vacaciones y que debía ayudarlo en el trabajo.
–Cariño, yo te llevaré al colegio pero debemos ir un poco rápido, ¿De acuerdo? –lo besó en la frente y el rubio asintió.
Las pastillas habían hecho gran efecto en él y se sentía mucho mejor. Aun le dolía un poco el cuerpo pero ese examen podría salvarlo de la ira del gobierno.
Craig ha estado ignorando las constantes llamadas de su padre. Thomas le ha dado permiso para quedarse con su novio, pero al día siguiente debía madrugar para ayudarlo con algunas impresiones. Tucker sabe que estará en problemas, pero no puede dejar solo a su sol sabiendo que aún se encuentra convaleciente.
Y creyó que las cosas no podrían ponerse peor, cuando vio a Broflovski acercarse a ellos con una taza humeante de café en una mano y galletas en la otra.
– ¡Buenos días, Tweek! –ignoró la mueca de odio que Craig mantenía en su rostro. –Tuve la esperanza de que no faltaras al colegio. Hoy tenemos examen de química –sonrió para el rubio.
–Maldito judío asqueroso –maldijo y quiso golpearlo, pero su novio no se lo permitió. – ¡Tweek! –exclamó enojado. El rubio iba a responderle, pero el timbre del celular del pelinegro lo interrumpió. –Maldita sea... –rodó los ojos y se alejó un poco para contestar. – ¡Ya estoy en camino, maldición! –gritó y no le dio oportunidad al receptor de contestar.
Al regresar su vista, se quedó congelado. Tweek tomaba de la taza del pelirrojo y este estaba demasiado cerca de su paranoico chico. Mandó a la mierda el autocontrol en el que había estado trabajando para hacer sentir orgulloso a su honey, pero la situación ameritaba repartir golpes.
Y dicho y hecho. Craig golpeó varias veces a Kyle en el rostro sin darle oportunidad de defenderse.
–Craig... –un tic en el ojo de un rubio con su camisa verde favorita manchada de café apareció. –Estás jodido... –el blondo dejó la taza en el suelo e hizo tronar sus dedos mientras su mirada se oscurecía.
El pelinegro terminó enredado en los brazos de su novio, mientras este le hacía una llave al puro estilo de las luchas libres.
Kyle se sorprendió de lo fuerte que podía llegar a ser Tweek.
Tweak soltó a su novio cuándo este empezó a palmear el suelo con desesperación.
–Otra vez en lo mismo, Tucker... –se levantó del suelo con la mirada opacada por las lágrimas. –Nunca vas a cambiar, ¿Verdad? –hipó y se restregó los ojos.
Un incómodo silencio se instaló en las calles. A pesar de que era hora de ir a clases y trabajar, el lugar permanecía en silencio.
Tweek suspiró y se acercó a Kyle para ayudarlo a levantarse. El rubio insistió en llevar a su casa al judío, pero esté prefirió ir a la enfermería en el colegio para no faltar al examen de química.
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El deseo de las asiáticas
MizahLas jóvenes asiáticas están en un gran dilema: Tweek es demasiado shipeable. Por ende, buscarán la manera de hacer que algunos chicos de la secundaria se fijen en él para conseguir fanservice. Por otro lado, Craig Tucker ha sido suspendido por una s...