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¡Taemin, Taemin! —repitió su nombre varias veces.

Lo levantó con cuidado y lo giró hacia él, observando que no respondía lo golpeo levemente en sus mejillas, pero no había respuesta alguna. Decidió cargarlo sobre uno de sus hombros. Su cuerpo era bastante pesado, pero ese obstáculo no lo detuvo. Pensó que hacer con él; los centros médicos no estaban cerca, sin embargo, se acordó que la casa de Taemin no quedaba lejos de acuerdo a lo que le contó, así que JongHyun caminó cargando al muchacho hasta su casa.

¿Qué pasó con ese jovencito? —una voz desconocida se manifestó desde atrás, era una transeúnte ¿Necesita que llame a una ambulancia?

JongHyun pensó que, al llamar a la ambulancia, se metería en un grave problema.

No será necesario señora, a menudo le suele ocurrir; está en las buenas manos de su hermano JongHyun... —tuvo que mentir para dejarlos solos. Y por raro que haya rechazado de su ayuda, la anciana se marchó.

Se apuró a ir a la casa de Taemin para atenderlo y luego irse, o eso pensaba él.


A comparación con las casas aledañas, la de Taemin era especial, tenía un estilo minimalista. Ingresó a la fachada atravesando el jardín. De líneas modernas, con varias ventanas que conectaban el jardín exterior con el interior de la vivienda. Los colores neutros de la fachada contrastaban con las texturas logradas al utilizar los materiales como la piedra y el ladrillo en algunos de los paños de la pared.

La pared que le indicaba la entrada de la casa estaba recubierta de ladrillos de arcilla y, un paño de pared alrededor de una ventana muy estrecha, estaba pintada de gris oscuro. Ya en la puerta, extendió unos de sus brazos para empujar el picaporte ya que con el otro tenía a Taemin. La misma no tenía seguro, un detalle muy descuidado por parte del muchacho.

Este inútil —suspiró por su negligencia.

Una vez dentro de la sala de estar, lo acuesta provisionalmente en un sillón pequeño mientras él recuperaba fuerzas. Indagó entre las habitaciones. Atravesó un largo corredor, y abrió al azar una de las puertas. Nada en la cocina. Avanzó un poco más entrando en una biblioteca; una verdadera exquisitez.

Una vez que halló la habitación de Lee Taemin, lo cargó otra vez y lo dejó sobre su cama. Era muy raro que, con todas las idas y vueltas, aún no haya despertado. Su rostro seguía pálido, pero al tocar sus mejillas y frente, estas mostraban signos de calentura. Bajó el cierre de su chaqueta y le retiró su camiseta más el calzado.


Espero que resulte —. No tardó en acalorarse por haber visto el torso desnudo y bien marcado de Taemin—. Diablos, tengo que tranquilizarme, no podía dejarte a cualquiera.

Caminó lejos de la habitación en la búsqueda de una toalla, la mojó y la colocó en su frente caliente. Ya había hecho todo lo que estaba en sus manos, ahora quedaba esperar. Se arrodilló frente a la cama y cruzó los brazos posados encima del colchón.

Rogaba, más bien suplica que Taemin despertara; no le importaba llegar tarde a su departamento.

Se inclinó más, un poco más, llegando a apreciar su respiración agitada, y cómo si hubiese un tipo de imán entre los dos, sus labios buscaban la atracción con los opuestos, con los de ese desconocido.

¡Taeminie...! Vi la puerta abierta y pensé que había sucedido...— el chico que entró por sorpresa al dormitorio, quedó inmóvil al encontrarse con tal escena.

JongHyun se levantó lo antes posible y comenzó a hablar: —N-no es lo que tú crees, él se puso mal en el camino. Yo sólo intentaba ayudarlo... —aclaró para evitar malentendidos.

La silueta alta y morena le contestó: —¿Puede decirme quién es usted? —inquirió, al mismo tiempo tomaba un aperitivo de la bolsa de snacks entre sus manos.

JongHyun. Un conocido y además su profesor de Historia. —respondió —, Ya te conté cómo sucedieron los hechos.

Está bien le creo, supongo. —su forma de hablar cambió a una más amigable—. Me presento, soy su mejor amigo JongIn, pero puede decirme Kai. Con respecto a los desmayos de Taeminie, le suceden siempre en situaciones penosas. Déjeme cuidarlo.

Te agradezco mucho, Kai. ¿No te molestaría darme tu número? —preguntó antes de salir por la puerta —, Así mantengo contacto con él, es por un trabajo —las mentiras piadosas cuentan.

Oh, sí claro —ambos sacaron sus celulares e intercambiaron números.

JongHyun sabía que era una excusa para mantenerse al tanto de Taemin, porque desde aquel encuentro prometió que no se escaparía de su corazón. Decidió esperar en el sillón de la pequeña sala de estar, al menos para despedirse. Un gato se subió sobre el regazo del castaño —como no le molestó, lo dejó—. Ambos en consecuencia de la espera terminan por dormirse.

Me siento tan cansado y agobiado.
Estoy en un laberinto sin fin, quiero que alguien me salve, me rescate.
Y vuelvo a escuchar esas voces.
¿Así que eras tu? Tardaste mucho.
Por fin te vuelvo a ver, Kim JongHyun.

Los ojos de Taemin comenzaban a abrirse, lo primero que visualizó es el extenso techo de color claro de su habitación. No estaba en la calle, sino en su casa. Se levantó precipitado.

¡JongHyun!

Por fin has despertado, Taemin. Siempre tu junto a tus sueños pesados. Por otro lado, es la tercera vez en el mes que te pasa —contestó Kai sentado a un costado del colchón.

Lo sé, mi cabeza me duele como mierda, ¿Cómo llegué aquí?

El profesor JongHyun te llevó hasta aquí y te cuidó —Taemin lo terminó comprobando al ver que no tenía la vestimenta de antes.

—Qué vergüenza para él haberse comportado como doctor... ¿Sigue dentro?

Parece que sí —Sin decir más, Taemin corrió antes de oír el sermón de su amigo— ¡Hey tarado! —lo persiguió.

Taemin descubrió al pobre hombre recostado en el sillón de la esquina.

Nunca se fue, creí que lo había hecho, pero te esperó. No cualquiera lo hace —Al igual que Taemin quedó asombrado.

Parecía ver a un ángel, tenía razón, no cualquiera lo hacía. Tomó una manta y lo cubrió hasta la altura del pecho para no enfermarse.

Bueno, te dejo. Y por favor, abrígate. —se despidió el moreno. No sin antes despedirse con un gesto insinuante, por el hecho de volver a quedarse solos.

Después de cerrar la puerta y sin nadie a su alrededor, pudo apreciar más al castaño.

No cualquiera lo hace —repitiendo la frase de su amigo—. Gracias profesor, digo Kim JongHyun —depositando ese tan esperado beso en su comisura.


Un pequeño acto, tan solo un diminuto acto, puede cambiar dos vidas.

Gracias por leer. Voten y comenten.
Nos vemos Ann~

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