22. Bendita seas soda y servilleta

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—¿Nos vamos? —dice Connor sonriendome melancolicamente y yo asiento con la cabeza.

—Está bien.

Ya es de día y aquel lugar se veía mucho más claro de lo que era hace algunas horas anteriores.

¿Cómo está Connor? La respuesta es simple, algo mejor pero a través de sus ojos azules se puede ver algo de tristeza y melancolía.

Al menos ya no está sollozando como antes, es un progreso y debo decir que fue uno muy largo. Me quedé con Connor tratando de tranquilizarlo y mostrándole que yo lo apoyaba sea lo que sea que estuviera pasando. No había hecho ninguna pregunta, solo me quedé con él para hacerle el aguante.

Connor encendió el motor y pudimos arrancar el auto.

Ya había venido ayuda, habíamos llamado a mi hermano para que trajera algo de combustible. Facilmente pudimos introducir la nafta con una manguera que había traído Ryan, luego mi hermano se largó porque se le hacía tarde para salir con una chica (Pongamos "salir", entre comillas porque todos sabemos que es lo que va a hacer en realidad Ryan con su conquista).

El auto poco a poco fue avanzando mientras yo miraba las pocas casas que se encontraban alrededor.

—Gracias —agradece Connor con sinceridad.

Me encojo de hombros—No fue nada.

—Fue bastante y significó mucho para mi que me apoyaras. Repito: gracias.

—Connor puede que piense que eres un idiota en todos los sentidos, pero si tienes algún problema y puedo ayudarte, lo haré —le digo.

Connor me mira por algunos segundos y vuelve a posar su mirada en la calle.

—Tengo hambre —digo sin pensarlo.

Estuvimos aquí durante varias horas y no pudimos cenar absolutamente nada, mi estómago está vacío y necesito urgentemente llenarlo.

—Yo también, ¿quieres que vayamos a desayunar? —pregunta Connor.

—Está bien —acepto.

El ojiazul miraba las calles para poder encontrar algún lado en el que pudiéramos comer.

Después de algunos minutos, encontramos un café, estacionamos y nos bajamos del auto.

—Ya huelo el olor a café desde aquí —digo mientras más hambre sentía en mi estómago.

Connor río—Yo igual.

Nos adentramos al café y buscamos una mesa que tenga dos sillas, al encontrar una, nos sentamos.

En nuestra mesa estaba el menú, lo abrí y dios mío, quiero comerme todo.

—Dios, no se que pedir, hay demasiadas cosas que se ven deliciosas. ¡¿Por qué me ponen en esta situación?!

—Estoy de acuerdo, se me está haciendo imposible ordenar algo.

A los pocos minutos; llega una mesera con una melena negra como la noche y unos ojos verdes que destacan entre su cabello y su piel blanca, se veía unos cuatro años mayor que el rubio y yo.

—Buenos días, ¿que van a pedir? —sonríe la chica de ojos verdes.

Connor y yo miramos el menú.

—Yo quiero un café con leche, un tostado y dos medialunas dulces.

El ojiazul aún seguía mirando el menú hasta que se decide a hablar—También quiero un café con leche pero con tostadas.

Cuando la chica de cabellos negros termina de anotar lo que pedimos, en seguida se va.

—Y... —trato iniciar una conversación porque el silencio incómodo abunda entre nosotros—romperé tu trasero en esta guerra de capitanes.

Enseguida me doy un facepalm, ¿se me ocurría hablar sobre ese tema?

Connor arquea una ceja—Ya quisieras. Yo ganaré Ashley.

Yo río con ganas—No me hagas reír Connor, entre los dos, ambos sabemos que obtendré la victoria.

El rubio iba a contestar, pero la chica de ojos verdes se acerca con nuestra comida.

—Aquí tienen —dice mientras nos deja las bandejas la mesa.

—Gracias —decimos mutuamente el ojiazul y yo.

La chica de cabello negro sonríe de manera amable y luego se va.

Ni bien la mesera se fue a atender otras mesas, empezamos a comer como dos locos.

Y bueno, ¿Qué esperaban? Hacía varias horas que no comíamos, tenemos un hambre feroz.

En un momento, había terminado mi café con leche y había agarrado el vaso de soda que me ofrecieron, pero accidentalmente se derramó en Connor.

—¡Uy lo siento! —exclamo.

—No te preocupes.

Me levanto se mi silla, voy hacia el rubio, agarro una servilleta y empiezo a secarle la camisa.

Se la limpio por unos segundos hasta que él me frena, me saca la servilleta y con sus dedos levanta mi barbilla; acercando nuestros rostros.

Sus lindos ojos azules se enfocan en los míos, luego baja a mis labios y mi corazón empieza a latir muy rápido.

Se acerca a mi.

Y me besa.

Bendita seas soda y servilleta

Guerra de capitanes (GDC) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora