23. Rumores

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CONNOR.
Perder el control nunca fue un problema para mi, nunca era una tarea difícil ya que no sentía impulsos como los que estoy sintiendo cada vez que Ashley se acerca.

La primera vez que la vi y traté con ella supe de inmediato que iba a causarme problemas con el equipo de fútbol americano, lo que no sabía era que Ashley también había aparecido para dar vuelta mi cabeza.

Esa pequeña rubia me hizo cambiar mi forma de pensar, y de ver las cosas. No sabía que podría aprender algo de esa chica endemoniada que solo causaba (y aún causa) dolor de cabeza.

Cuando estuvo para mi en ese momento en el que me derrumbé, me di cuenta que era una buena persona.

Valoré mucho el momento en el que me ayudó con mis problemas personales; puede ser que no los haya solucionado, pero me dió apoyo para seguir adelante.

Esa situación hizo que la empezara a ver de forma distinta a como la veía antes, y debido a la nueva imagen que proyectó empezaron los impulsos.

Impulsos que tampoco me molestaba en retraer, contener u ocultar.

Quería besarla y punto.

Así que junté nuestros labios, al principio la rubia se había quedado estática, seguro que se llevó una enorme sorpresa.

Cuando salió de su estado de shock, correspondió mi beso.

ASHLEY.

No se cuanto tiempo estuvimos besándonos, pero si se que me había perdido por algunos minutos.

El beso de Connor no fue algo tierno ni suave, fue con ferocidad y con pasión y eso fue lo que me gustó.

Cuando nos separamos, automáticamente me voy a mi asiento y me dedico a mirar la mesa para no tener que verlo a él, luego agarro una medialuna y me la llevo a la boca.

El silencio qué hay entre nosotros es un tanto incómodo ya que habíamos compartido saliva antes.

Luego de eso, pagamos la cuenta y nos vamos directamente al coche.

Seguimos estando en silencio hasta que Connor llega a mi casa, me bajo del auto y el rubio hace lo mismo.

—Adiós —me despido y él rápidamente me roba un beso para luego irse.

No se el porqué pero sonrío, cuando me adentro a la casa niego con la cabeza.

—Idiota —digo sin borrar la sonrisa de mi rostro.

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El lunes por la mañana...

—¡Imbécil! —gritó furiosa tratando de buscar a Connor y pedirle alguna explicación sobre los rumores qué hay entre los dos.

El rubio se da vuelta y me mira con desprecio—Miren quien llegó —exclama su voz llena de sarcasmo.

¿Es en serio? Después de aquellos rumores que están esparciéndose por todo el instituto ¿no es capaz de ser honesto conmigo para saber si es cierto o no?

—Ahórrate los sarcasmos, ¿puedes explicarme que son esos rumores de nosotros dos?

El ojiazul me mira incrédulo.

—¿Yo los tengo que explicar? ¡Tu deberías explicarlos!

—¡Si no tengo nada que ver! —exclamo enojada y con indignación.

—¡Ay! ¡La chica más santa del mundo! —se burla Connor.

—¡Idiota!

—¿Sabes qué? Para mi también fuiste un juego —suelta la verdad.

Me trago mis lágrimas y mis ganas de querer llorar.

—Genial, porque para mi también fue un simple juego sin sentimientos de por medio, me divertí muchísimo jugando con vos —miento y que manera de no decir la verdad.

Connor se calló por un breve momento—Bien —contesta cortante.

—Connor, —lo llamo y este se da vuelta, trago saliva—espero que tengas mucha suerte, cerraré tu equipo de fútbol con nuestra apuesta, te lo prometo. Y cuando hago una promesa la cumplo.

El ojiazul me mira con unos ojos inexpresivos—Ya lo veremos Ashley.

—Ganaré —digo con firmeza— y no podrás pararme.

Luego de decir eso me fui corriendo hacia el patio del instituto, me apoyé en la pared y lágrimas cayeron de mis ojos azules.

—¿Qué demonios pasó? —pregunta Hannah.

—¿A quien debemos matar? —pregunta esta vez Emma.

Suspiro—A Connor.

Y empiezo a relatar lo que pasó entre los dos.

Guerra de capitanes (GDC) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora