Armando un mueble

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Cuando el había visto el anuncio en la televisión, le había parecido lo más guay de toda la vida, bueno en relación a los muebles baratos. Después de que el anuncio se repitiera en su mente por unas tres veces más y la publicidad subliminal hiciera su trabajo  adueñándose de su razón.

Decidió que su siguiente paso seria  encender  su computadora e investigar todo lo que se podía investigar sobre los muebles baratos, ¡ármalos tu mismo!

Su mente trabajaba rápidamente, mientras sus pensamientos se dirigían hacia una idea especifica.

La semana pasada había decidido que quería una pequeña alacena en su cocina, una para ordenar sus especias e ingredientes, que al ser bastantes ya no tenían cabida en sus otros cajones de ingredientes.

Saco su teléfono y con dos toques de la pantalla comenzó a llamar.

-pequeño Mo que sucede- la voz profunda de HeTian lo  hizo sonrojarse.

-regresa pronto-

-¿eeh? –

-adiós-

Y la comunicación se corto Hetian miro su teléfono mientras miles de preguntas se formaban en su cabeza. Cuando llego lo primero que vio en la pequeña sala del departamento que compartía con su lindo pelirrojo, fue una caja grande, de contenido desconocido pero que se encontraba abierta.

-¿Mo?- dijo mientras se quitaba los zapatos para entrar a su casa.

-es una alacena- le respondió Guan Shan entrando a la habitación mientras leía una hoja, se acerco a Hetian y le dio un beso suave y pausado en los labios –ahora ayúdame a armarla-

HeTian se acerco a la caja y se asomo.

-¿esto es una alacena?- se quejo el pelinegro cuando solo vio tablas y pequeños trozos de palitos de madera.

-No seas idiota, es obvio que hay que armarla- Hetian levanto una ceja incrédulo.

-pudiste solo comprar una ya armada ¿no crees?-

Guan Shan lo miro de reojo,  negó con la cabeza y siguió leyendo su lista de instrucciones, había sido la publicidad subliminal, pero no se lo diría a HeTian porque de seguro el muy idiota se burlaría de el. Como cuando había comprado aquella agarradera para baño que se pegaba a cualquier parte. En el infomercial las personas sufrían caídas dramáticas y agarrotamientos sorpresivos que lo asustaron un poco, gracias a todos los santos todos aquellos males parecían desaparecer si tenias una agarradera, por lo que el se compro una. Aun la tenia pegada al lado de la bañera, aunque nunca había tenido que usarla.

Pero siempre era bueno estar prevenidos. Su cinta de pensamiento dejo de alargarse a recuerdos raros y regreso su concentración a su alacena de fácil ensamblaje marca IKEA.

-¿me vas a ayudar o no?- se quejo

-siempre estaré aquí para lo que mi pequeño Mo me necesite- dijo el chico alto besándole la mejilla.

-cursi-

Pero no le grito más, los dos chicos se envolvieron en la tarea de armar la dichosa alacena. Un trabajo difícil y para nada fácil como el anuncio se lo había hecho creer.

-Mo-

-¿qué?-

-te parece si olvidamos tu alacena y nos besamos-

-¿cómo?- El pelirrojo fue callado por un beso, luego otro y uno más, Hetian lo recostó sobre la alfombra de la sala, unos pedazos de manera cayeron por aquí, tornillos rodaron por allá,  y la idea del ensamblar muebles de IKEA como actividad recreativa de pareja  se pospuso para otro día.

Sólo un par de palabras Donde viven las historias. Descúbrelo ahora