CAPÍTULO 2: 25 de octubre de 2004

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Papá se acercó a mí una mañana fresca y tranquila, mis hermanos jugaban arriba -parecían no tener ánimos de molestarme-, dirigí la mirada hacia mi padre y lo escuché



- Kodi realicé una cita para tu entrevista con mi amigo James, el director general del correo. Te vendría bien el puesto del trineo, tienes un gran cuerpo y una buena forma para eso.



Esa noticia me alegró en lo absoluto y con gran entusiasmo dije:


- Justo lo que quiero papá, es el mejor trabajo, serás mi inspiración para salir adelante y verás que lo lograré.


-Esa es la actitud. - Sonrió papá y se dio la vuelta para regresar a la cocina con mamá.



Estaba feliz ya que normalmente, cualquiera al recibir un mensaje sobre un nuevo trabajo, como éste optaría por ponerse nervioso o inquieto, mientras que mi reacción fue de felicidad, estaba a punto de cumplir uno de mis grandes sueños; ser un perro de trineo.



Esa misma tarde mis hermanos se fueron de viaje a Canadá -su gran destino turístico-, por lo cual decidí contarles esta gran noticia a mis mejores amigos: Colmillo Blanco, Humphrey y Daniel.





Salí de la casa emocionado, sacudiendo la cola con gran felicidad, el aire era fresco y sobre todo puro, una de mis épocas favoritas estaba por llegar: El majestuoso otoño. Giré por el puente hasta que encontré a mis amigos junto al gran reloj del parque principal de


Nome- mi ciudad natal ubicada aquí mismo en el estado de Alaska-, cuando llegué noté sonrisas dirigiéndose hacia mí.



- Y veo que ahora vienes feliz. - mencionó Daniel



- Yo igual al parecer Kodi tuvo algún lindo momento.... Y


¿Quién es la afortunada? - mencionó sarcásticamente Humphrey.


No le tomé tanta importancia, pero en ese momento lo menos en lo que pensaba era en una novia, aunque sinceramente en esa época no tenía la esperanza ni la confianza de conquistar alguna chica. Sonreí y mis mejillas se sonrojaron



- No es lo que piensas Humphrey, tengo nuevo trabajo seré perro de trineo igual que mi padre. Trabajaré en la oficina de correos.



Mi cola se agitó más y mis amigos aullaron y gritaron manifestando su felicidad y felicitación hacia mí.


- Justo lo que me platicaste ayer se ha cumplido amigo, tu padre estará muy orgulloso de ti. - me dijo Colmillo





blanco giñando su ojo, que por supuesto era azul estilo ruso como los de Dingo.



Con una gran sonrisa les respondí:



-En serio muchas gracias amigos.



- Ya tenemos quien haga las fiestas sin problema económico alguno. - mencionó en tono de broma Daniel, lo cual provocó que todos riéramos juntos.


Definitivamente cada día e incluso momento que pasaba junto a mis amigos era especial y divertido, muchas veces deseaba que ellos fuesen mis hermanos, pero la realidad demostraba algo distinto.



A la mañana siguiente llegaron mis hermanos como de costumbre molestándome y presumiendo su ¨Afán canadiense¨ mientras me preparaba para la entrevista con el señor James -la cual sería el próximo lunes después de la escuela-. Siempre que partían a Canadá tenía la esperanza que les prohíban la entrada de nuevo a territorio estadounidense, o que hubiera algún problema con su pasaporte, pero eso nunca sucedía.



Rodrigo -mi gemelo- se acercó y me dio una palmada.



-Miren todos el lobito está feliz por que consiguió trabajo. - comenzó aullar en tono de burla y los demás aprovecharon el momento para acercarse.





- Ya quiero verte en una tormenta de nieve congelándote a -50°C, nunca lograrás ser como papá carterito rojo.- mencionó Dingo mirándome de abajo hacia arriba, aborreciendo mi imagen y quizá deseando no ser mi hermano.



- Déjenlo en paz par de bobos.- les gritó mi hermano Dakota, aunque también es cómplice de los actos de Dingo y Rodrigo que en ese momento se alejaban entre risas.



Comencé agitarme y enfurecerme mostrando los colmillos y gruñendo, pero Dakota logró tranquilizarme. A Dakota lo encuentro como un punto medio entre mis hermanos y yo, en ocasiones está a favor de sus acciones, y ciertas veces como fue éste caso a favor mío



- Ya no les prestes atención.- comentó finalmente para regresar al cuarto, quizá a tramar alguna otra travesura o leer algún libro que era de su costumbre.



Decidí salir a caminar un momento observando todo a mí alrededor y la nieve tratando de olvidar lo ocurrido, comencé a correr y correr rápidamente cómo nunca lo había hecho, el viento recorría mi pelaje y mi rostro, sentía una sensación de libertad. La lluvia comenzó a caer anunciando la llegada de una fría temporada, me empapé todo. Mis hermanos sustituyeron el tapete principal por un cuadro de lodo, con las patas sucias regresé al jardín a limpiarlas con la fuerte lluvia que caía. Esa noche llegué tarde a casa y no salí de mi habitación hasta la mañana siguiente.

LA FUERZA INTERIOR DE KODIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora