Capitulo 40: El día perfecto

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Las cosas nunca están predichas en la vida, todo se mueve como un capricho de las circunstancias puestas delante de las personas, de estar forma todos nos atenemos a estas sin poder poner la contraria en muchas ocasiones. Sin embargo ellos dos se habían colocado tantas veces en el lado opuesto de aquellos caprichos, demostrando que las cosas pueden cambiar en base a tus decisiones y tu determinación para que estas se cumplan.

La vida decía que Jihoon debía de odiar la música por su pasado, pero Jihoon no lo hizo. La vida decía que Seungcheol debía dejar de jugar básquetbol por el pedido de sus compañeros, pero Seungcheol no lo hizo. Y, ahora, la vida decía que Seungcheol y Jihoon debían estar separados, pero ambos no estaban del todo de acuerdo con ese capricho de la vida. Sin embargo su camino no sería tan fácil y prueba de ello eran esos días que han pasado lejos el uno del otro.

—Nota mental, ignorar cada vez que el maestro pida un favor —se quejó Jihoon mientras maniobraba con una pila de libros hasta la sala de maestros.

La cantidad de libros sobre sus delgados brazos era insólita, estaban sobre su cabeza no permitiéndole ver el camino que seguía y en la mente de Jihoon una caída inminente era algo esperado. Pero las cosas no siempre pasan como se cree y la mitad de los libros desapareciendo de sus brazos son una prueba de ello, aunque la persona que lo ayudo no fue la que la traicionera mente de Jihoon le indico siempre lo ayudaba.

—Parece que no soy a quién esperabas —Ryul alzó una ceja, una gran cantidad de libros ahora eran cargados por él y Jihoon aún no procesaba a quién tenía enfrente.

—No esperaba a nadie en particular —alzó los hombros al mismo tiempo fingiendo desinterés e ignorando el hecho que su cara hizo una mueca extraña al no saberse ayudado por Seungcheol.

—¿Debo creerte?

Ryul empezó a seguir al delgado Jihoon a través de los pasillos, sabiendo de ante mano que su pregunta sería ignorada olímpicamente por él de piel blanquecina.

—Woozi, ¿hablaste con Seungcheol? —le preguntó de forma directa Ryul cuando colocaron los libros en la aún vacía sala de maestros.

La situación entre Jihoon y Seungcheol era la nueva comidilla de la escuela, que entrando a su última etapa del año entre exámenes finales y despedidas encontraron en el chisme de la pareja más famosa una manera de despejarse de sus otras obligaciones. Un chisme con una historia que Ryul conocía como la palma de su mano, pues estuvo en el momento exacto cuando la bomba estalló en medio de la entrada de la escuela.

—Aún no.

—¿Hablarás con él? —preguntó interesado.

—Sí —Jihoon quito su flequillo de su vista para mirar a través de la ventana el cielo de aquel día—, pero hoy no. Quedamos en hablar después del campeonato, ya veremos qué pasa.

Ryul siguió la línea de la vista de Jihoon, no había nada más que el reflejo de la tarde aproximándose de manera certera anunciando silenciosamente el término de las clases.

—¿Te llevo al lugar que me dijiste?

—Sí, vamos.

Jihoon salió de la sala de profesores con la mirada perdida, Ryul sólo siguió a su amigo desde una prudente distancia, ambos llendo a recoger sus mochilas. El estruendoso sonido de la campana indicó el final de clases y ambos apretaron el paso entre una ola de estudiantes queriendo salir de la escuela, cual si esta fuera el mismísimo infierno del que deben escapar.

—Hoonie, podemos... —Jeonghan trató de hablarle cuando lo vio entrar.

Sin embargo Jihoon tomó sus cosas de manera apresurada ignorando a Jeonghan, quien trataba de hablar con él de lo sucedido desde hace días. Pero Jihoon no deseaba hablar con ninguna persona de ese tema, había saltado los alegres almuerzos con el resto de sus amigos y escapado en horas de salida en la camioneta de Ryul, todo para evitar preguntas o caras tristes. Él no necesitaba que nadie más le mostrara su tristeza, suficiente tenía con la suya propia.

Me odias, Me amas [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora