Capítulo 6 (Editado)

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Ariana me contó que empecé a golpear a su padre, lo impacté varias veces con el suelo.
Ellos trataban de detenerme, pero al parecer cuando tenía esta clase de ataques era imposible detenerme. Existe cierta probabilidad que el creador de "Hulk" se haya inspirado en mí para crear a esa terrible bestia verde.

Estábamos en el hospital, Roberto estaba muy mal, yo estaba sentado en una silla sin saber absolutamente nada de lo que había pasado.

Sol y Ariana estaban sentadas al otro lado de la sala, abrazadas.
Estaban destrozadas y lloraban desconsoladamente, tenía el sentir de ir y unirme a su abrazo, pero sol me miraba con una infernal mirada.

Roberto estaba muy grave. Yo estaba alterado, aturdido, desesperado, no sabía qué hacer ni qué pensar. Y esa jodida mirada me hacía sentir peor, me hacía sentir como la porquería más grande que existía, como el error más errado que alguien podía errar.

Mi mente, mi cuerpo y mis pensamientos eran aturdidos por el intenso frío, mis azules ojos se bañaban en un mar de lágrimas. Traté de disipar mis pensamientos observando aquel reloj que lo único que hacía era angustiarme mucho más. El tiempo pasaba muy lento, las miradas acusantes me rodeaban, mi ritmo corazón palpitaba muy rápido.

Crucé mis brazos y decidí caminar en círculos para calmarme, pero las paredes blancas solo me aturdían regalándome un fuerte dolor de cabeza, el frío aumentaba así como los latidos de mi corazón, las manecillas de reloj se movían exageradamente. De repente al fondo se escuchan pisadas, volteé mi mirada para ver quien se acercaba. El médico salía del consultorio con esa bata tan elegante que siempre portaban, unos guantes blancos en sus manos, y un tapabocas colgando de su cuello.

—Lo siento mucho — expresó el médico con esa típica tranquilidad que siempre tienen.

— ¿Murió?— gritó Ariana.

Al escuchar aquel grito sentí que mi vida se fue a un abismo, sentí que mi corazón y mi alma se rompieron en mil pedazos y la mirada insistente de Sol no ayudaba a sentirme mejor. Pero se escuchó nuevamente la voz del médico el cual decía:

—No, Roberto tiene parálisis cerebral — respondió el doctor para luego irse.

— ¡Por tu culpa maldito enfermo mental!— gritó Sol acercándose a mí.

—No mamá, ¡Mi padre también tuvo la culpa!— interrumpió Ariana.

— ¿Qué dices?— expresó asombrada Sol.

—Si mamá, mi padre sabía perfectamente la enfermedad que tiene Richard. Además no nos dejó terminar de hablar cuando ya tenía Richard por el cuello — respondió.

— ¿Eh?, sea como sea no te quiero cerca de él, y a ti enfermo infeliz te quiero lejos de mi hija — dijo abrazando a Ariana.

— ¡No!— le grité.

— ¿Qué?— respondió con una expresión de odio en su rostro.

—Que no dejaré a Ariana y mucho menos ahora que está embarazada — le respondí con la misma expresión de odio.

—Y yo no dejaré que me apartes del hombre que amo — expresó librándose del abrazo de su madre.

Sol nos miraba con odio y desprecio.

—No quiero verte cerca de él — le gritó sol.

—No me importa lo que digas, él es el hombre que amo y estaré con el así tenga que irme de la casa.

— ¿Me dejarás por un maldito enfermo mental?

— Mamá te amo, y lo sabes. Pero también sabes perfectamente que yo amo a Richard y si no puedo estar con él por culpa de tu oposición, me voy de la casa. — Expresó Ariana muy retánte.

— Pero soy tu madre — Se quejaba Sol.

Así fue. Ariana cumplió su palabra, después de algunas semanas ella estaba en la puerta de mi casa con sus maletas.

Estaba más que claro que como jóvenes habíamos cometido un error muy grande y mis padres no eran tan alcahuetas para brindarnos todas las comodidades después de lo que hicimos, aunque tampoco nos iban a sacar a patadas a la calle como a un perro. Mis padres si nos echaron de la casa, pero no a nuestra suerte, nos regalaron una pequeña casa en un barrio con un estatus social muy bajo comparado con el que estábamos acostumbrados a vivir, nos dieron un poco de dinero. ¡Pero hasta ahí! Después de eso nos tocó todo a nosotros dos arreglárnoslas para subsistir.
Debo aceptar que no fue para nada fácil, por mi parte yo no quería dejar de estudiar, era mi último año y tenía el gran anhelo de graduarme al igual que Ariana. Ninguno de los dos quería dejar de estudiar, lo cual se convirtió un trabajo más para nosotros, debido a que los institutos en donde estudiábamos eran muy prestigiosos y por ende la mensualidad era demasiado costosa, me tocó trabajar muy duro.

Todos los días por la mañana íbamos a la escuela, por las tardes ella y yo hacíamos las tareas que nos dejaban y por las noches yo trabaja mientras Ariana descansaba. Fue difícil conseguir empleo a mi corta de edad de dieciséis años pero gracias a Dios pude conseguir uno con un salario muy bueno para suplir ciertas necesidades, pero no todas por lo tanto tuve que hacer varias jornadas de horas extras para poder pagar ciertos servicios básicos como el agua, la energía eléctrica y el gas.

La mensualidad de la escuela era algo súper costoso pero con esfuerzo y trabajo duro pudimos pagarla. Pero las cosas darían un giro inesperado después de unos meses.

La relación con mis padres no se había roto, muchas veces los íbamos a visitar, al igual que los padres de Ariana, y para ser sinceros nunca notamos nada extraño en Sol ni en su casa, todo se veía bien con ella, o por lo menos eso fue lo que pensábamos hasta que llegó la horrible noticia de que Sol se había suicidado. Por ende Ariana se desvió de sus estudios y además los gastos en la casa se hicieron mucho más grandes debido a que tuvimos que traer a Roberto a vivir con nosotros así que las cosas cambiaron drásticamente.

Aunque Ariana estaba muy triste para ir a la escuela yo la convencía de ir, no quería que fracasara, quería verla bien y salir adelante juntos.

Por mi parte yo también seguía asistiendo a la escuela.

Gracias a Dios una vecina se ofreció muy amablemente a cuidar de Roberto.

Al cabo de varios meses Roberto muere de un paro respiratorio y aunque suene cruel fue una carga menos para los gastos de la casa pero un peso más para la vida de Ariana, un peso más para mi vida porque no era un secreto que este hombre se encontraba así por mi culpa.

Las cosas poco a poco fueron empeorando pues al parecer la policía de infancia y adolescencia se había enterado de que dos menores de edad estaban viviendo completamente solos en una casa, lo cual causó mucho estrés para nosotros y para Cecilia la mujer anteriormente cuidaba de Roberto, debido a que varias veces tuvo que fingir ser mi abuela para que la policía no nos llevaran a un orfanato o algo así.

Después de varios meses más llegó el gran momento, el momento en que Joey viera por primera vez a sus padres, el momento en el que él y yo nos veríamos por primera vez, el momento en el que Ariana y yo lo tuviéramos en nuestros brazos; había llegado aquel instante que tanto anhelaba en el que sus ojos y los míos se conectaran por primera vez, había llegado la hora en la cual mi mano tomaría la suya.

Pero no sabía que el nacimiento de mi hijo se convertiría en uno de esos miserables recuerdos que me hacen sufrir.


CATARSIS: La vida es un cúmulo de crueles recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora