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A la esquina se encontraba la fecha de mi cumpleaños, nunca fue lo más fabuloso de toda mi vida, más mí cumpleaños solo era un día más de mi vida, porque casi todos los días de mi vida eran bastante felices, desde tercer año de instituto que visto de colores vivos y me agrada mucho, mi pasado no es muy bonito, di una gran vuelta a mi vida, yo diría de 360• , pero no es importante hablar de aquello, mas bien me da vergüenza mirar hacia atrás. Milo estaba a unos minutos de llegar, hoy se supone que iríamos a cierto lugar que me había invitado el jueves, no estaba lista para hacerlo, pero debía salir del nido y recorrer otros alrededores.
No debí haber dicho que si:

Hacía bastante frío aquel día, mas que otros, pero menos que en invierno, aquel día salí de casa, pues Milo me estaba esperando en cierta cafetería, no se encontraba lejos de mi casa, pero ya levantarme de la cama era un esfuerzo, me arropé para el frío de manera un poco exagerada, pero desde que entré al instituto, al no comer mucho como en vacaciones y pasar la mayoría del día fuera, me habían bajado las defensas y con ello la sangre se me había congelado; recuerdo que mi padre era de sangre muy caliente y pues mamá de sangre muy fría, (lo de las sangres es una metáfora), mamá complementaba a papá con el roce frío de su piel y papá complementaba a mamá con el roce cálido de su piel, yo tuve su genética, me encontraba de sangre caliente en verano, y hace unos años permanecía anualmente bien, pero ahora ya no se me da así, lo cual me tiene muy preocupada.
El viento estaba brusco, pude divisar como llevaba las hojas de los arboles por encima de mi cabello, desmoronando mi peinado, llevando el cabello sobre mis ojos. Lo corrí con la ayuda de mis guantes rosas, y pude llegar al fin a mi destino, con sutileza abrí la puerta que se asemejaba a las puertas del principio del sigo XX, para este entonces estaban bastante bien mantenidas, siempre admiré este lugar por los siglos que ha pasado, pero como es costoso jamás he venido, al abrir la puerta noté que tintineó la campanilla de la parte de arriba, tal cómo los antiguos almacenes, allí se encontraba Milo en una mesa leyendo el periódico con una tasa de al parecer café, me miró y me hizo señas.

- ________ -. Gritó para que me acercara.
- hola -. Tomé el asiento, se levantó rápidamente y me quitó el asiento de las manos y lo abrió para mi, desde mi punto de vista, fue bastante caballeroso y bastante romántico.
- una dama debe esperar hasta que abran su asiento por ella, no hacerlo -. Dijo. Reí.
- una dama puede hacer lo que le plazca -. Me senté.

Ordené un café y un trozo de pastel de chocolate que se veía bastante apetitoso.

- bueno, mi querida ______, yo quería hacerte una invitación -. Dijo levantándose y luego arrodillándose, lo cual hizo voltear a la mayoría de las miradas en el lugar, me puse nerviosa lo que conlleva a una rosácea inmensa. - bueno, el festival de música es este sábado y compré las entradas -. De su bolsillo sacó dos tickets bien decorados y me los enseñó. - y quería invitarte a ti, mi novia, a que fueras conmigo, no quiero ir solo, quiero ir acompañado de la persona que más amo en el planeta -. Me tomó la mano, no sabía que decir; noté que todos nos estaban observando y comenzaron a callar, supuse que era para escuchar. - ¿quieres casarte conmigo? -. Me hizo unas señas de que no era esa pregunta, si no la anterior, era para quitar las miradas de tantas personas. Asentí con la cabeza muy nerviosa, el se levantó y me abrazó, fue extraño, y lo sentí en cámara lenta, todos comenzaron a aplaudir y el mesero dijo que de cortesía de la cafetería nos daban un postre gratis por la feliz pareja y dijo algo sobre; ¡habrá la gran boda! O algo parecido.

Comencé a sonreír por el recuerdo y escuché la puerta.

Someday (Milo Manheim y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora