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Me dirigí hacia mi guardarropa y comencé a elegir qué me pondría para ir a comer pizza junto a Milo, me decidí por unos pantalones ajustados blancos y un top rosa claro, pues, nunca me había lucido así, pero por primera vez puedo decir que me sentaba. Me dirigí al tocador y comencé a cepillar mi cabello, y me hice un peinado sencillo, por decir, una trenza, y me apliqué un poco de más delineador de ojos, para que se vieran lindos y que se destacaran, más rubor y un lápiz labial rosa, pero muy pálido, cuestión que se vieran rosa natural, me sonreí y salí. Mi teléfono estaba sonando.
Lo tomé.

- ¿_____? ¿Qué haces? -.
- saldré -.
- ¿adónde? -.
- pues a comer pizza, tengo hambre -.
- ¿con quién? -.
- con un amigo -.
- ¿amigo? No te creo, tu no tienes amigos hombres -.
- eso cambia, Maxeen, me tengo que ir, adiós -. Dije y corté.

Me peiné el cabello con los dedos y me sonreí frente al espejo, en aquella imagen irreal, y lograba ver una imagen tierna de mi, suena el teléfono y contesté.

- _____, me encuentro afuera de tu casa, ¿vendrás? -.
- si, si, aguarda -.

Me rocié perfume en el cuello y bajé las escaleras, mi madre ya había abierto la puerta y se encontraba hablando con el, subí corriendo a colocarme una chaqueta, recogí la chaqueta rosa del perchero.

- ¡hola _____! -. Me vió Milo.
- Hola Milo -. Dije un poco avergonzada.
Mi mamá me miró con una expresión algo feliz, pude ver en su mirada: << al fin sales con un chico >>.
- bueno mamá ya nos vamos -. Dije.
- que se diviertan -.
- si, mamá -.
- no se preocupe, señora Smith, nada le pasará a su hija -.
- ya lo creo -. Dijo mi madre.

Cerré la puerta.

- ¡vaya casa! -. Dijo Milo.
- gracias -. Dije un poco avergonzada.
- vaya, te ves muy linda -.
- gracias, Milo -. Dije sonrojada.
- bien, y ¿dónde vamos? -.
- conozco un lugar no muy lejos de aquí -.
- las pizzas, ¿son ricas? -.
- de las mejores -. Sonreí, el me sonrió igual.
- ¿siempre has vivido aquí? -.
- si, es muy acogedor, ¿y tú, dónde vivías antes? -.
- en Denver -.
- ¿Denver? Vaya, ¿cómo es? -.
- tranquilo, y callado -.
- genial, deseo estabilidad, estar tranquila, pintar en un lugar libre, por aquí no existen -.
- ¿podría ver uno de tus pinturas? -.
- ¡NO! Quiero decir, no -.
- ¿por qué no? -.
- es que, nadie las ha visto aún -.
- ¿puedo ser el primero? -.
- no lo creo -. Dije nerviosa.
El no respondió.

- llegamos -. Dije algo nerviosa.
- pintoresco lugar -. Contestó sin dirigirme la mirada.
- siempre venía aquí con mi padre -.
- ¿y qué pasó? -. 
- bueno ... -. Me dolió aquello, y una lágrima se deslizó por mi mejilla, lenta y adorablemente, cómo acariciando mi piel.
- ¡oh lo siento! -. Dijo Milo y me abrazó.
- no te preocupes, no es tu culpa, algún día alguien lo sabría -.
- si quieres, cambiamos el tema -.
- por favor -. Contesté demostrándole una de mis mejores sonrisas.
- ¡ay, ven aquí! -. Me abrazó nuevamente.
- ¿te parece si entramos? -.
- claro -.
- ¿qué pizza prefieres? -.
- la que sea, pero sin pollo -.
- ¿no te gusta el pollo? -.
- no, es lo mas asqueroso de la vida -.
- ¡a mí tampoco! Le implantan muchas hormonas -.
- lo sé, es repugnante -.
- hace cuatro años que no como pollo -.
- pues yo, hace año y medio -.
- pero, cuenta igual -.
- cuéntame de tus aspiraciones -.
- bueno, desde pequeña, he querido ser cantante, pero no soy lo suficiente buena para hacerlo, por eso, a través de los años he perdido aquel sueño, me gusta pintar lo que siento, es como un desahogo, pero soy demasiado simbólica para mis cosas, me explico, puedes ver un árbol, pero detrás de él tiene un contexto abstracto que voy creando, la persona que ve mis pinturas tiene que hacer un gran análisis -.
- vaya, ¡qué chica más interesante! -.
- no lo creo -.
- ¡qué modesta! -. Rió, me fijé en su sonrisa, era linda.
- y ahora, cuéntame de ti -.
- esta bien, pues desde pequeño quise ser actor, pero papá siempre dijo que aquello era para perdedores y para homosexuales, me obligó a jugar fútbol americano toda la vida, no me agrada mucho la idea de jugar toda la vida, lo mío es el teatro -.
- vaya, es un gran sueño, en el Instituto hay un Club de teatro, y adivina quién es la encargada -.
- ¿tu? -.
-¡si!, ¿quieres unirte? -. Vi cómo sus ojos brillaban.
- ¿de verdad podrías hacerme ese favor? -. Tomó mi mano, tuve miedo, pero el estaba feliz.
- ¡claro! ¿Somos amigos, no? -.
- claro -.

Llega el mozo.

- ¿les dejo el menú? -.
- por favor -. Contestó  Milo.

Algo había en Milo que no había visto antes.

Me sonrió.

- te ves enserio linda -. Dijo nervioso.
- gracias -. Respondí riendo para simular la rosácea.

El mozo trajo el menú. Milo lo abrió y yo le copié.

- ¡Camarones! -. Gritamos en unísono. - ¡Champiñones! -. Gritamos de nuevo juntos. Nos reímos.
- entonces una pizza de doble queso, champiñones, camarones y aceitunas -.
- ¡si! -. Gritamos de nuevo, reímos.
El mozo se retiró.

- ¿qué dilema no? -. Dijo Milo con su sonrisa.
- Haha si, fue algo loco -.
- bastante -.

En unos diez minutos trajeron nuestra pizza. Y pues, nos la devoramos.

- gracias por la pizza, Milo -.
- gracias a ti, por ser mi primera amiga -.
- descuida, me agradas -.
- ven acá -. Me abrazó, y vaya tenía brazos fuertes, pues era muchísimo más alto que yo, pues llegaba hasta la mitad de su cuello, justo a los hombros.
- ¿nos vemos mañana? -.
- por supuesto -.
- me divertí, gracias -.
- yo también me divertí muchísimo  -.
- nos vemos mañana -.
- adiós -. Se fue y entré a casa.

Mamá me miró con una sonrisa, pero no se atrevió a preguntar.

Someday (Milo Manheim y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora