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Era hora de levantarme, yo pues tenía el presentimiento de que esto no sería como pensaba, de seguro era una prueba, quizás un examen más; el doctor y mamá hablaban mucho en secreto y sin embargo mamá llegaba y pues ninguna palabra salía de su boca. Me quitaron las vendas y se sintió bastante extraño, me toqué la frente y ya no tenía sangre ni siquiera relieves de cicatriz.
Me vestí cómo pude, ya que el yeso no me permitía hacer muchas cosas con la velocidad de la que antes hacía.
Cuando al fin lo logré, me levanté despacio, sin forzar nada, mi mamá me ayudó a sentarme en la silla de ruedas, porque caminar en estos momentos sería un pésimo error.

- ¿cuándo podré ir al instituto? -. Pregunté a mamá.
- si te cuidas hoy, quizá mañana te encontrarás mejor -.
- pero, no has respondido mi pregunta -.
- es mejor que no vayas a la escuela lo que queda de la semana -.
- pero es miércoles -.
- lo sé -.
- perderé muchas clases -.
- pero será mejor -.
- esta bien, estoy de acuerdo -. No quise negar, porque prefiero evitar que lamentar.

Al llegar a casa, mamá me ayudó a subir las escaleras y me ayudó a acostarme en la cama y pues allí me quede, en estado vegetal.

- ¿cómo te encuentras, hija? -.
- mejor que ayer y anteayer -. Respondí fría.
- ¿deseas que te traiga algo? -.
- si, por favor, quiero un libro -.
- ______, tu sabes que no puedes -.
- es cierto -.
- ¿tienes hambre? -.
- si -.
- ¿quieres un trozo de pastel? -.
- ¿de qué es? -.
- de chocolate -.
- ¿de chocolate? -.
- es el único que tenemos -.
- acepto -.
- te lo traigo enseguida, no te muevas mucho, ¿si? -.
- esta bien, no te preocupes -.
Salió.
Y heme aquí postrada, con suerte puedo respirar, me siento extraña, y me duele el cuerpo, dónde prácticamente no he movido un músculo, salir del hospital es bueno, ya que es un ambiente demasiado encerrado, me siento como dentro de un libro de Franz Kafka, tan encerrado y lúgubre, con aquel peculiar olor, al que llamamos olor a hospital, es cómo un olor a químicos extraños, guantes de látex, aislamiento, y un poquito a sangre.

- aquí está tu pastel, hija -. Dijo mamá con una bandeja en manos.
- gracias, mamá -. tomé el tenedor y comencé a sacar pedacitos de pastel y echármelos a la boca.
- bueno, haré el almuerzo, ¿si?, hoy tenemos visitas -.
- ¿visitas? -.
- si, bueno, no pierdo mas tiempo -. Cerró la puerta.
- esta bien -. Dije para mí.

Seguí comiendo, para cuándo acabé, deje el plato en la mesita de noche, y agarré el teléfono, tenía muchos mensajes del chico Milo, pero también, tenía uno de un número desconocido, lo abrí.

¿Así que tu eres _____?
Hola, quiero decirte que este no es el final, recuperaré a Milo, cueste lo que cueste, ¿si?; sé que eres su noviecita, la cual el quiere mucho, desde entonces no me habló más, ¿puedes creerlo?, me borró de todas las redes sociales, me bloqueó, todo por estar contigo, eres mala , ¿sabes? Milo es mío, y no lo tendrás tan fácil, ¿quién querría a una pequeña de diecisiete, cuando puede tener a una chica de diecinueve?, repito, Milo es mío, aléjate de el y recuérdale mi nombre: Holiday, de seguro cambiará de opción.

¿Holiday?, ¿quién sería? Quizás una ex novia de Milo, decidí no responderle, ¿cómo habría conseguido mi número?, es totalmente extraño, ella era extraña, de todos modos, no era mi asunto, o quizás si, aún sigo sin recordar a Milo.

Someday (Milo Manheim y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora