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La revista se estaba vendiendo bastante bien y la redacción había decidido dar una pequeña fiesta para celebrarlo. Como Eun Ah era la asistente del editor, la organización corrió por su cuenta. Como tenía pensado hacer la fiesta de Navidad en un salón, se decidió por una pequeña fiesta en un yate. En cuanto le había dicho su idea a su jefa, esta había quedado encantada.

 En pocos días tenía ya cubierto el lugar, la decoración y la música; pero aún le hacía falta contratar un chef. Las invitaciones se habían enviado a todos los que trabajaban en la redacción y Eun Ah aprovecho también para invitar a unos cuantos modelos, entre ellos a Taecyeon.

 Había decidido ser honesta consigo misma y en un arrebato de locura, le había enviado el sobre. Se pasaba el día pensando en él y notaba como la miraba cada que pasaba por su escritorio. Ella se alejaba discretamente en dirección contraria a él en un intento tonto por evadirlo, pero era inútil.

 Incluso había algunas noches que se imaginaba sus labios en sueños, de algún modo sentía que había alguna conexión con ese hombre, le asustaba y al mismo tiempo le hacía desear cosas, cosas que en voz alta no se atrevía a admitir pero que por las noches, en sueños, se atrevía a hacer realidad.

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 Ese día era viernes, Eun Ah había llegado a la oficina muy temprano a recoger unas cosas pero no se quedaría mucho; había hecho varias citas con diversos chefs para decidir cuál de ellos se encargaría de preparar el menú para la fiesta.

 En su escritorio había un vaso grande con café y pegado en él un post-it que decía: "Te ves hermosa hoy. ¡Sonríe!"

 Ella tomó el café y despegó la nota. Volvió a leerla y sonrió. Un segundo... eran las 7 a.m. y se suponía que no había nadie en la oficina, ¿cómo es que el café estaba allí? Inmediatamente buscó con la mirada. Le gustaban esos detalles, pero al mismo tiempo la asustaban. No le gustaba que la tomaran desprevenida, su cuerpo parecía reaccionar con tensión a ello.

 -¿Se te perdió algo?- dijo él detrás de ella

 Eun Ah pegó un salto.

 -¡Omo! No... no hagas eso, por favor.- dijo mirándolo de frente.-¿Qué haces aquí? Pensé que no había nadie.

 -Lo siento, no quise asustarte. – contestó Taec, llevándose una mano a la cabeza- Es que dejé unas cosas olvidadas y vine a recogerlas. ¿Tú qué haces aquí tan temprano?, creí que entrabas a trabajar a las 9.

 -Así es. Pero hoy no estaré en la oficina, tengo que entrevistarme con algunos chefs para la fiesta, ya sabes. Así que vine a dejar unas cosas que se necesitan para el trabajo de hoy y bueno... irme.- explicó ella.

 Taecyeon sonrió.

 -Oye, yo no tengo nada que hacer hoy. ¿Puedo acompañarte? Mi auto está en el estacionamiento, puedo ser tu chofer hoy.- propuso él con cautela. Cada paso debía ser muy cuidadoso, no quería asustarla, sino lo contrario. Quería acercarla él.

 Cada vez que estaba cerca de él, ella sentía una curiosidad enorme por saber que era lo que los unía, porque debía haber algo. Una sensación extraña se apoderaba de ella, empezaba sintiendo cosquilleo en el estómago y se extendía al resto de su cuerpo. Ciertamente, la actitud de Taec hacia ella había dado un enorme giro y si sumaba ese hecho a como le había visto mirarla mientras dormía, la duda por saber qué papel jugaba ese chico en su vida era enorme. 

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 Habían pasado toda la mañana juntos. Eun Ah se había concentrado en hacer su trabajo, aunque Taec sabía de sobra que se moría de ganas por preguntarle cosas, cosas que sólo él podía contarle.

 Al principio, a ella le había costado un poco acostumbrarse a estar con él en un espacio reducido; porque una cosa era encontrarlo por la redacción y otra muy diferente ir codo a codo en el auto. Después de un rato comenzó a sentirse más relajada y miraba con interés las calles por las que transitaban, incluso conversaban sobre temas ajenos a ellos personalmente, y de vez en cuando, sólo de vez en cuando Taec se daba cuenta de que lo observada atentamente y en su frente se dibujaban dos hoyuelos pequeñitos, como si estuviera intentando con un tremendo esfuerzo recordarlo.

 Él la había llevado a todas las reuniones y se había mantenido al margen en cada una de ellas, le gustaba verla trabajar. La chica a la que recordaba era tierna y femenina, pero  ahora se encontraba con una mujer dueña de sí misma, capaz de hacer su trabajo de manera amable y apasionada al mismo tiempo., femenina, sí; pero increíblemente sexy.

 Ella por su parte se había sentido un poco intimidada por su acompañante; pero una vez que se puso manos a la obra, se concentró tanto que olvidó cualquier otra cosa. Taec la había dejado trabajar sin decir una sola palabra, se había limitado a estar con ella, abrirle la puerta, jalar la silla, llevarla de un restaurante a otro, en fin, el día estaba siendo bastante productivo, y divertido además.

 Cuando salieron de la última cita concertada, ya eran más de las 4 de la tarde, entre los trayectos y las reuniones, el tiempo había pasado volando. El sol ya había bajado pero el calor aún se dejaba sentir. Taec se sentía acalorado, por un lado la primavera y por otro una chica sexy. ¿Acaso se puede estar más acalorado?

 -¡Wow! ¡Qué calor!, no sé tú, pero ¿qué te parece un helado?- y sin decir más la tomó de la mano  y cruzó la calle con ella al lado.

 Eun Ah se sorprendió al sentir los dedos de Taecyeon envolviendo los suyos, pero se dejó llevar, se sentía agradable. Unos minutos después ambos caminaban por un pequeño parque comiendo helado. Él había ordenado por ambos, para ella había pedido algo básico, nieve de limón, para él algo más dulce, helado de vainilla. Nunca preguntó, nunca le pidió su opinión y nunca, en ningún momento de la tarde que pasaron juntos soltó su mano.

Enamorándote nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora