Enamorándote nuevamente

16

La madrugada era fresca. Hacía un rato que la lluvia había calmado bastante, ahora sólo era una simple llovizna; pero el viento era frío. De vez en cuando, un rayo cortaba la espesa negrura del cielo nocturno y brindaba un poco de luz a la ciudad.

Sentada en el piso de la pequeña sala de estar Eun Ah miraba la lluvia y la noche. Parecía que el clima era el reflejo de las necesidades entre ellos. Había despertado unos minutos antes con el brazo de Taecyeon sobre sus caderas de modo posesivo y a la vez protector. Nunca se había sentido así, tan caliente, tan... satisfecha sexualmente. Despacito, muy lentamente había logrado salir de la cama sin despertarlo.

Se había lavado el rostro después de ponerse algo para cubrirse y lo había visto dormir tranquilamente por un par de minutos. Tenía los labios entre abiertos, su pecho subía y bajaba tranquilamente. Los dedos de Eun Ah recorrieron lentamente el contorno de los músculos de su abdomen, su cuello; pero para ser honestos, tener a ese chico de facciones varoniles y cuerpo firme y sin un gramo de grasa completamente desnudo en su cama en mitad de la noche, era demasiada tentación como para sólo observarlo.  

Se dirigió a la pequeña sala y abrió la puerta corrediza permitiendo así que el viento fresco de la madrugada entrara y refrescara su rostro. Necesita un momento a solas para asimilar lo que había sucedido esa noche. A ninguno le había importado salirse de la fiesta, las preguntas que surgirían al ver que ambos habían desaparecido. Eun Ah se sentó en el piso junto a la puerta corrediza y se pasó una mano por el pelo y el rostro; justo cuando llegó a su nariz se detuvo, su piel tenía el aroma de él, una sensación puramente erótica la recorrió y sintió como su cuerpo respondía ante eso. Sonrió.

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Taecyeon sintió frío y alargó el brazo buscando el cálido cuerpo de la chica para acercarlo al suyo, pero todo lo que encontró fue un espacio vacío. Abrió los ojos. El reloj de la mesita de noche le dio la hora; 3:45 a.m. Se sentó en la cama y miró alrededor. La habitación era un caos pero no le importaba. Se anudó la sábana en la cadera y se levantó.

No tardó más que un par de minutos en encontrar a la chica. Estaba sentada en el piso con las piernas recogidas y un enorme sweater que le tapaba hasta las manos pero dejaba sus piernas completamente desnudas. Su perfil recortado contra la oscuridad de la noche con los ojos cerrados y una sonrisa en la boca le daban un toque ligeramente infantil y tremendamente sexy.

-Te vas a enfermar.- dijo él acomodándose detrás de ella.- ¿O acaso es tu manera de asegurarte que permanezcamos ambos en la cama por muchos días?- dijo mientras sus brazos la rodeaban lentamente. Ella suspiró.

-Pensé que dormías.- contestó recargándose por completo en su pecho al tiempo que soltaba un suspiro.

-Tenía frío.- contestó él.

Pasaron un rato sintiendo el viento fresco y la suave llovizna, hasta que él se quejó de estar allí cubierto por una fina sábana con una mujer semidesnuda tentándolo. Ambos se pusieron de pie y cerraron la puerta del jardín.

Las largas piernas de la chica lo estaban tentando. Se acercó a ella y con delicadeza levantó una mano al tiempo que se inclinaba sobre su boca y la posaba en su cuello acariciándolo suavemente. Ella había abierto los labios y la lengua de él penetró en su boca; ese beso era diferente a los anteriores, era lento, sensual, sin urgencia, sin desesperación, era... romántico. Ella colocó suavemente sus manos en sus caderas y se dejó llevar. Sus labios eran suaves y dulces como la miel, las caricias que trazaba sobre su cuello estaban logrando encender otra vez la llama en ella. Eun Ah sintió como la necesidad se extendía por su cuerpo lentamente. Se pegó más a él poniéndose de puntillas, extraño, pero el hecho de que fuera mucho más alto que ella le parecía un afrodisiaco en esos instantes.