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Eun Ah se miró en el espejo. Tenía ojeras, producto de sus deliciosas actividades nocturnas. Se remojó los labios lentamente recordando los apasionados  besos que había recibido de Teacyeon. En seguida sonó el teléfono. Una extraña sensación de dejá vu la envolvió misteriosamente y un ligero dolor de cabeza comenzó a surgir. Era Taecyeon. Su voz aterciopelada la envolvió pero el malestar no desaparecía, el dolor de cabeza seguía allí. Habían quedado para comer juntos y sólo con el fin de excitarlo un poco había hecho el comentario de la ducha. Lo escuchó respirar profundo y hablar entrecortadamente. Al parecer ese hombre tenía una imaginación tremenda y ahora sabía que era insaciable.

Una media hora después, con el cabello aún húmedo, cerraba la puerta de entrada y revisaba la correspondencia del día, ventas por catálogo, estados de cuenta, publicidad; pero un sobre blanco con su nombre escrito, llamó su atención. Sin remitente, sin dirección, nada.

Una punzada de dolor retumbó en su cabeza. Dejó los demás sobres aparte y se sentó en la sala con él sobre abierto en las manos. Sacó un par de hojas. Tan pronto comenzó a leer el dolor de cabeza aumentó increíblemente; las manos comenzaron a temblarle, su respiración se volvió más rápida y sus ojos se llenaron de lágrimas.

"Eun Ah,

 No sé cómo empezar a pedirte perdón por el daño que te he causado. Soy yo la persona que 5 años atrás, en un ataque de locura e ira destruí a una chica inocente.

Yo solía ser un buen hombre, ¿sabes? Un simple comerciante que se esforzaba por sacar a su familia adelante. Me casé muy joven y profundamente enamorado de mi esposa. Muy pronto quedó embarazada y yo estaba encantado con la idea de ser padre. Tuvimos una niña preciosa; con sus mejillas sonrosadas todo el tiempo y grandes ojos castaños. Siempre me gustaron las flores y justamente ese era mi negocio.

Los años pasaron volando y mi esposa se embarazó nuevamente, esta vez de un niño. Yo sabía que algo no cuadraba, pero decidí ignorar mis sospechas. Las cosas cambiaron. Mientras los niños crecían también lo hacían las demandas económicas. Mi esposa comenzó a pedirme cada vez más cosas, cosas que yo no podía darle, la gente murmuraba cada vez que me veían por la calle. Incluso hablaban de adulterio, pero siempre lo negué. Durante dos años no supe que el prestamista visitaba continuamente a mi esposa, que cada cierto tiempo se encontraba en un motel barato con un taxista o que incluso descuidaba a los niños sólo por un rato de diversión.

Ella odiaba ser madre y odiaba aún más ser pobre. No te aburriré, Eun Ah con los detalles.

Una noche llegué a casa y la encontré en la cama con mi mejor amigo, pero no fue hasta que fui al cuarto de mi hijo y lo vi ahí, pequeñito, dormido, ajeno a todo, ausente, igual que su respiración. Ella me dijo que se iba con su amante y se llevaba a la niña; ahí perdí la cabeza. Su mórbida sonrisa y el desplante de su amante quedaron grabados en mi mente para siempre.

Esa noche la pasé vagando por la calles, perdido en mi locura hasta el amanecer. Te vi a ti y ese chico, tu novio. Lo mirabas de una manera diferente, especial, con un brillo de inocencia que hacía tiempo yo no veía. En esos instantes yo no podía ver algo tan puro sin querer destruirlo por completo. Quería lastimar como me habían lastimado, en esos instantes todas las mujeres eran la escoria del mundo y desgraciadamente mi locura te escogió a ti.

¿Mencioné que te pareces mucho físicamente a ella? ...

... Te golpeaste la cabeza con el espejo y caíste al suelo inconsciente. Te veías tan frágil que mi rabia se incrementó y tomé a la fuerza lo que de cualquier otro modo, nunca hubiera sido mío. Te creí muerta y sin más huí. Hasta el día en que entraste al edificio de la redacción de la revista. El único trabajo que pude conseguir fue el de portero en ese edificio. Pensé que todo había acabado para mí, pero me miraste directo a los ojos y me saludaste con una sonrisa pero el brillo de tus ojos ya no estaba.

Enamorándote nuevamenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora