Capítulo 41

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La mañana llegó con rapidez y aunque tratara de negarlo lo cierto es que estaba feliz de poder compartir con la mamá de Fredek tiempo para comprar cosas del bebé

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La mañana llegó con rapidez y aunque tratara de negarlo lo cierto es que estaba feliz de poder compartir con la mamá de Fredek tiempo para comprar cosas del bebé.

Puntual como había quedado llegó a la casa junto a su chofer y con un auto detrás poblado de custodios.

Sonreí de imaginar lo sobreprotector que debía ser Petrov con su madre, como fuera no importaba, yo estaba feliz de poder ir con ella de compras.

—Iremos con cuidado —dijo mientras me subía al auto—. Ya falta muy poco para que este pequeño nazca y hay que estar atentas.

Sonreí y me dejé guiar por ella. Compramos durante horas muchísimas cosas que serian enviadas a casa ya que sobre todo demostraban lo mucho que esa mujer amaría a su nieto.

Disfrutamos de la compañía mutua aunque me sentía incómoda siendo seguida por varios hombres y hablamos de todo un poco.

—Es tarde, vayamos a almorzar —dijo mirando por la ventanilla—. Seguro que ya debes tener hambre.

Asentí de forma efusiva y le dije que conocía el lugar perfecto.

Le di la dirección al chofer sobre el restaurante y en menos de lo que imaginé ya estábamos ahí.

Nos sentamos y ordenamos.

—¿Hace cuánto que no están juntos? —preguntò un tanto tímida—. ¿No hay posibilidad de reconciliación?

Negué con los ojos acuosos antes de hablar.

—Hace algunos meses, seis o siete —respondí limpiando una pequeña lágrima—. Y no, ya no hay un futuro juntos.

—Creí que jamás vería a mi hijo enamorado de nuevo —dijo haciendo un puchero—. Cuando se fue de mi lado tenía el corazón roto y creí que jamás volvería a verlo. Parece que de cierta forma lo logró pero ahora nuevamente lo encuentro en la misma condición.

—No he sido buena para él —admití con seriedad—. No valoré su amor porque no podía y porque confiaba en mi pasado pero dadas las cosas me equivoqué y perdí a Fredek.

Iba a continuar pero la comida fue llevada y no se dijo nada más en toda la comida.

Cuando terminamos ella habló de lo hermoso que es su país pero de lo triste que lucía sin su hijo.

—¿Y su otro hijo? —pregunte viendo como sus ojos se aguaban—. Me da pena admitir que conozco tan poco de Fredek que no sé sobre su familia.

—¿No te ha dicho nada? —inquirió frunciendo el ceño—. Bueno supongo que le duele y le avergüenza.

—No mucho en realidad. —Me atrevía a confesar—, pero me gustaría saber.

La mujer dio un suspiro y después de un largo silencio se decidió a hablar.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora