Capítulo 17

16.7K 1.7K 273
                                    

Conduje a casa envuelta en la rabia y el dolor porque a pesar de todo mi corazón no podía dejar de decirme que esa mujer que tanto daño nos había hecho era mi madre

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Conduje a casa envuelta en la rabia y el dolor porque a pesar de todo mi corazón no podía dejar de decirme que esa mujer que tanto daño nos había hecho era mi madre.

   Estacioné frente al edificio de mi departamento aún con los latidos disparados y enfurecida conmigo misma por la situación.

    Caminé hacia la entrada del edificio pero fui tomada de la cintura por alguien.

    El miedo a ser nuevamente atacada por mi madre me hizo revolverme.

—Soy yo, tranquila —dijo haciendo que detuviera mis movimientos—. Vine porque Wendell me ha pedido que te lleve con su hermana.

—Yo iré después —dije tratando de calmarme—. Tal vez después podamos hablar, ahora no estoy de humor.

   Frunció el ceño como si no comprendiera mi estado de ánimo.

—¿Te has vuelto loca? —contraatacó—. Es peligroso que andes por ahí y no voy a permitir que corras riesgos innecesarios.

—¡Y quién diablos te crees para decirme qué hacer! —grité sabiendo que no tenía razón pero estaba enfadada—. Quiero que te vayas y me dejes sola que no necesito que te quedes conmigo.

—No vas a quedarte aquí, tu hermana quiere verte y con o sin tu consentimiento vas a venir conmigo —decretó con los dientes apretados—. Tú decides la forma.

    Me crucé de brazos en un acto de rebeldía que solo lo hizo enfurecer más y que causó una risa por lo bajo de su custodio.

—¿Por qué demonios lo haces todo tan difícil? —despotricó tomándome del brazo—. No digas después que no te lo advertí.

   Me arrastró hasta su auto y sin contemplación alguna me metió y tras de mí se subió con el gesto impertérrito.

   No importó cuánto le pedí que se detuviera y me bajara, la realidad era que no lo movía ni un solo centímetro.

    Fui todo el camino gritando y ofendiéndolo y aun así parecía dispuesto a ignorarme totalmente.

   El auto se detuvo frente a la casa de Richard y tras negarme a bajar por las buenas fui arrastrada hasta que pudo tomarme en brazos y llevarme sobre su hombro.

—¡Bájame carajo! —grité pataleando—. No vuelvas a tocarme en tu asquerosa vida. Si no me bajas ahora mismo te juro que no vuelves a verme jamás.

    La única respuesta que obtuve fue un azote en el trasero y un beso en el mismo lugar.

—Las tienes hermosas —dijo mientras reía—. Y son mías nada más.

—¡Suéltame! —vociferé—. No tienes ningún derecho.

    Entró a la casa conmigo sobre su hombro y me dejó frente a mi hermana y frente a Richard que miraban la escena entre divertidos y sorprendidos.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora