Capítulo 47

20.1K 1.7K 314
                                    

—¿Así que tú eres Román? —dijo con aire petulante mirándolo de arriba a abajo—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Así que tú eres Román? —dijo con aire petulante mirándolo de arriba a abajo—. Te quiero lejos de ella.

    Román pareció un tanto descolocado ante la petición; sin embargo no se amedrentó.

—No sé quién eres ni me importa —dijo sin dejar de verlo—, pero te aseguro que no tomo en cuenta las opiniones ajenas en mis decisiones.

—No te ha dicho quién soy —contraatacó sarcástico—. Te aseguro que mi opinión deberás tomarla en cuenta siempre. Te quiero lejos de ella o simplemente vas a conocerme.

—Ya veo, eres el padre del bebé —dijo con un suspiro—. Eres su ex.

    El rostro de Fredek padeció ponerse más duro si es que eso era posible tras ser llamado ex.

—No me importa —continuó con una sonrisa—. Ella es libre ahora. No es tu pareja y es libre de estar conmigo si así lo desea.

—O te alejas o tu asqueroso negocio desaparece. —Soltó sin más enfureciéndome—. Solo están esas dos opciones. Toma la que más te apetezca.

—¿Estás amenazándome? —inquirió antes de girarse a verme.

—Sí —respondió con descaro—. No me encasillan en una persona que adorna amenazas. Estoy amenazándote en toda la regla.

—¡Lárgate Fredek! —dije furiosa—. No tienes ningún derecho a hacerme esto.

    Me tomó de la muñeca pero tironeé antes de que Román lo empujará para que me soltara y dejara caer un golpe en el rostro de Fredek.

    Fredek reaccionó yéndose sobre él lanzándolo al piso de un puñetazo antes de arremeter por completo contra él aún cuando a gritos le pedía que parara.

—!Te quiero lejos de ella! —advirtió dejando caer un nuevo golpe.

    Tironeé de su chaqueta pero me era imposible moverlo.

    Sebastian entró antes de que algún curioso lo notara y lo jaló hasta separarlos.

—¡Por Dios te has vuelto loco! —gritó mirándolo furioso—. ¡Deja en paz a mi hermana!

    Me acerqué hasta él solo para asestarle una bofetada y mirarlo con todo el odio que era posible reunir.

    Román se había puesto de pie y parecía listo para lanzarse sobre él de nuevo pero bastó que lo viera para calmarse.

—¡Eres una maldita bestia! —dije enardecida—. ¡No vuelvas a acercarte a mí nunca en tu maldita vida!

    Volví al interior de la casa con los ojos llorosos antes de volver con mi hermana y despedirme.

—¿Qué ha pasado? —dijo sonriendo tratando de no llamar la atención—. No me digas que nada.

—Debo irme, después te cuento por favor —dije mientras Angie se despedía—. Te llamo después.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora