Capítulo 7

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La habitación era enorme y parecía ser la estancia principal por lo que observé a Petrov preguntando en silencio por qué era enorme pero no obtuve respuesta, al menos no la que esperaba dado que solo se acercó y me abrazó de nuevo antes de empezar...

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La habitación era enorme y parecía ser la estancia principal por lo que observé a Petrov preguntando en silencio por qué era enorme pero no obtuve respuesta, al menos no la que esperaba dado que solo se acercó y me abrazó de nuevo antes de empezar a besarme.

—No voy a perder tiempo en explicaciones —dijo entre beso y beso—. No cuando puedo estar besándote y haciéndote mía.

    Sonreí y dejé que se apoderara por completo de mis labios y de mi voluntad.

    Comencé a sacarle la camisa mientras él batallaba con mi vestido, botón a botón.

—Esto es enfermo —dijo cuando iba por el quinto botón—. Voy a hacerlo pedazos.

—No se te ocurra romper mi vestido porque...

    Mis palabras murieron en el mismo instante en que escuché la tela rasgarse y los botones caer por todos lados.

    Su risa resonó por todo el cuarto pero antes de que pudiera replicar fui arrastrada hacia la cama y despojada de mi ropa cuanto antes.

    Me dejó sobre la cama para después dejarse caer sobre mí y comenzar a besar cada parte de mi cuerpo.

    Sus labios eran como la seda sobre mi piel, suaves y persuasivos; sus manos era como terciopelo para mi piel que envolvían en sus hilos cada parte de mí, que minuto a minuto sucumbía a las sensaciones.

    Dejó su mano vagar por la cara interna de mis piernas al tiempo que susurraba palabras sensuales en mi oído y me besaba el cuello a momentos.

    Parecía que Fredek Petrov no era un hombre obsceno en la cama sino más bien un hombre apasionado, cual fuera el caso lo cierto es que estaba causando temores imposibles de soportar.

    Se metió entre mis piernas y sin dejar de verme fue poco a poco introduciéndose dentro de mí. Tal como la vez anterior no había despegado la vista de mis ojos mientras lo hacía. Parecía ser que lo que le gustaba era verme y grabar mi expresión cuando lo hacía.

    Se quedó quieto dentro de mí y solo sonrió antes de darme un beso.

—Cuando quieras bonita —dijo dejando otro beso sobre mi nariz—. Todo es cuando tú quieras.

    Toqué su rostro en agradecimiento por la consideración y dejé un beso en su cuello y después en su mandíbula.

—Hazlo ya —dije en un susurro—. Quiero ser tuya ya.

     Decirle eso pareció incentivarlo porque sin esperar más comenzó a arremeter contra mi cuerpo con tanta pasión que por un momento me perdí en el cúmulo de sensaciones y me vi deseando eso por siempre.

     Se movía con tanta contundencia y seguridad en todo momento que yo no podía hacer nada más que gemir.

    Siempre buscaba tener el control sobre ellos, era yo quien los guiaba, era yo quien estaba sobre ellos siempre, era yo quien dirigía, pero visto como estaba la situación me vi deseando siempre dejarlo tener el control.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora