Capítulo 14

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Levanté la maleta y abrí para revisar por ultima vez si faltaba algo

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Levanté la maleta y abrí para revisar por ultima vez si faltaba algo.

    Sentí sus brazos enroscándose en mi cuerpo y su aliento en mi cuello mientras verificaba la maleta.

—Lleva bañadores —dijo dejando un beso en mi cuello—. No me molestaría que nades desnuda pero podría verte alguien más y no me gusta que vean lo que es mío.

    Reí ante lo que dijo y me giré para verlo de frente.

—Dos cosas —dije con semblante arrogante—. La primera es que no soy tuya, grábatelo bien y la segunda es que yo nado como me dé la gana.

    Rió con fuerza antes de apretarme a su cuerpo.

—Dos cosas —contraatacó con el mismo aire de rey de siempre—. En primera, sí eres mía por mucho que lo niegues y en segunda no vistes como te dé la gana simple y sencillamente porque no me gusta.

—¿Estás retándome? —pregunté con una sonrisa burlesca—. Si es así vas a perder.

—¿Estás retándome tu a mí? —dijo divertido—. Si es así la que va a perder va a ser otra.

—Ponme a prueba —contraataqué.

—Ponme a prueba también.

    Sin duda ninguno de los dos pensaba ceder y la realidad es que era bastante divertido verlo rabiar por cualquier cosa. Como fuera estaba segura que nada podía ir peor entre nosotros.

    Se sentó esperando a que yo terminara los detalles que me faltaban y cuando estuve lista sonreí mirándolo.

—¿No piensas volver? —inquirió viendo la maleta—. Solo es un fin de semana y te llevas hasta el loro.

—Llevo lo necesario —respondí rodando los ojos—. Deja de quejarte y vámonos. Quiero ver a dónde me llevas.

   Tomó mi maleta pero antes de salir me jaló hacia él para darme un beso de esos que solían hacerme olvidar todo.

    Salimos del departamento y cuando el ascensor llegó y vio que estaba vacío hizo exactamente lo mismo. Solía acorralarme y besarme en cada lugar donde nadie pudiera vernos.

   Se recargó sobre la pared del elevador y me llevó consigo en un abrazo tierno.

   Cuando salimos del ascensor volvió a ser el hombre hermético y solitario que tanto me molestaba.

    Subí al auto y el subió detrás de mí e inmediatamente subió el cristal de separación.

    Me jaló de nuevo y colocó a horcajadas sobre él al mismo tiempo que desabrochaba su pantalón e intentaba arrancarme la ropa interior.

—¿Qué haces? —Me quejé pero no podía negar que estaba excitada—. Estamos en el auto.

—Me has tenido caliente desde que puse un pie en el edificio —respondió con una sonrisa cuando desgarró mi ropa interior—. Es imposible que me controle, sobre todo cuando estás así.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora