Capítulo 21

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Los días posteriores fueron igual que todas las veces

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Los días posteriores fueron igual que todas las veces. No me llamó y tampoco me buscó como era su costumbre y yo tampoco lo había hecho y no era por otra cosa sino simplemente porque no sabía qué decirle. No tenía excusa, no cuando yo fomenté la ruptura, pero es que aunque lo extrañaba y quería verlo y saber de él, también tenía muchísimo miedo a sentir, demasiado había vivido ya para encima sufrir más aún por otro hombre.

    Atrás había dejado los años en los que yo había sido la mujer más feliz del mundo. Eso ya no era para mí y enamorarme de Fredek solo sería el peor de mis errores, no solo porque sufriría cuando todo acabara sino también porque lo olvidaría a él. Jon había sido mi motor por años junto a mi hijo y ahora parecía que pasaban a un segundo plano cuando Fredek estaba frente a mí. No quería tenerlos solamente como un recuerdo, quería llorarles toda la vida, sufrir por ellos y reunirme a su lado cuando todo acabara.

    Si me enamoraba dejaría de odiarla y olvidaría mi proposito. Petrov se había convertido en la más grande de las distracciones y esa parte de él que tanto aborrecía y tanto me enloquecía y contraríaba también, parecía acentuarse cada día; a cada momento.

    Suspiré mirando a mi alrededor mientras tomaba un pequeño sorbo de la botella de agua.

    La decisión de salir a caminar unos minutos fue tomada de la de nada, no obstante no había servido desde que en cada uno de mis pensamientos Fredek aparecía.

     Estaba a tan solo dos calles de mi casa con ropa deportiva y algo desaliñada pensando en lo que sería de mi vida a partir de ahora, quizás había llegado ya el momento de dejarlo. Estos días sin él y la angustia de no tenerlo cerca eran los incentivos que necesitaba para dejarlo ir para siempre.

    Sentí el agarre de alguien sobre mi brazo y el tironeo de mi cuerpo por arrastrarme pero no podía ver quién era.

    Me taparon la boca y arrastraban hacia algún lugar mientras yo forcejeaba por soltarme.

    El pánico me invadió y los ojos se me llenaron de lágrimas de imaginar que alguien quisiera matarme. No temía a la muerte pero temía morir sin lograr mi proposito.

    Alcé las manos para tocar su rostro pero lo tenía cubierto por una especie de máscara que no pude quitar.

    Sus brazos ejercieron aun más fuerza hasta lastimarme y sin poder pelear más me estaba llevando hacia donde fuera que pretendía hacerlo.

   El chirrido de los neumáticos de un auto fue todo lo que escuché antes de que el tipo fuese arrancado de mi lado aflojando el agarre y lanzándome al piso.

    Me quedé en el suelo recuperando el aire hasta que levanté la vista.

    Fredek soltaba al tipo antes de correr hacia donde yo estaba y ayudarme.

—¿Estás bien? !Keira! —dijo con una mirada desesperada tratando de encontrar mis ojos—. !Contesta!

—Sí —musité agarrándome la garganta—. Estoy bien.

Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora