—Entonces lo que quieres es una amante discreta y sumisa —dije en forma de burla—. Dudo mucho que pueda cubrir el perfil.
—Amante es un término denigrante y vulgar que se le ha dado —respondió ofendido por la palabra—. Yo no tengo amantes. Digamos que lo que yo sugiero es una amistad en donde pocas personas sepan lo que existe realmente.
—Bien, me ha quedado claro —acoté divertida—, pero tengo la intriga del porqué pides tanta discreción, ¿tan malo es que te vean conmigo?
Aunque traté de no darle el tono de reproche, lo cierto es que terminé haciéndolo. En el fondo me ofendía que quisiera tenerme escondida.
—Preciosa, no se trata de ti —respondió con seguridad—. No me gusta hacer un circo de mi vida, eso incluye mujeres y todo aquello que forma parte de mi privacidad. Dejo que hablen del negocio, que especulen sobre lo que les venga en gana pero son solo eso, especulaciones. Nunca voy a exponer a mi familia o personas que me interesen a chismes ni a dejar que hablen de las mujeres que me acompañan a lo largo de la vida.
Sonreí a pesar de que no quería hacerlo, parecía un hombre protector pero también no podía negar que me aterraba la idea de que tuviera un pasado brumoso y oscuro.
—Entonces será un tórrido romance a escondidas —dije con una sonrisa que lo hizo rodar los ojos—. No te preocupes que nadie se enterará.
—Como dije antes. —Hubo una pausa—. Espero exclusividad, que no me muestre en público no quiere decir que vaya a tolerar a otros, no me gusta eso. Supongo que cuando menos ambos podemos respetar ese acuerdo.
Asentí antes de darle una sonrisa cínica.
—Ahora cuéntame de qué se trata este establecimiento —dije intrigada—. Es evidente que es clandestino y no voy a delatarte, pero quiero saber.
—En primer lugar no es clandestino —corrigió con el entrecejo fruncido—. Tengo la documentación en regla. La diferencia es que no está al alcance de todos y lo segundo es que no voy a contarte lo que pasa ni puedes volver a entrar. Ya me voy a encargar yo de eso.
—¿Por qué no? —dije levantando la barbilla—. Tal vez pueda pagar mi suscripción.
—Porque no me da la gana —respondió tajante—. En cuanto a la suscripción como miembro, desde ya te digo que no es el dinero, simplemente no serás aceptada porque lo digo yo. Bien, concluido el tema te sacaré y pediré que te lleven a casa.
Me puse de pie furiosa pero poco dispuesta a mostrarle que me había enfadado.
—¿Cuándo te veré de nuevo? —dije un tanto sugerente—. ¿Me enviarás un mensaje? ¿Me llamarás?
—Tú también puedes hacerlo —respondió tomando mi brazo y llevándome hacia la puerta—. ¿Por que debo ser yo el único que puede hacer algo así? Llámame siempre que quieras hablar conmigo y deja que yo me encargue de lo demás.
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Amor de habitación (Serie Amores 2)
Literatura KobiecaKeira Cooper solo ha conocido el amor una vez y le fue arrebatado por la persona que debió protegerla; con los años no solo ha madurado su personalidad sino también ha crecido su rencor y su odio hacia ella por lo que se esforzará por encontrar un h...