Capítulo 33

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No me abrazó sino que permaneció con los brazos a los costados pero sin poder evitarlo me abracé aún más fuerte a su cuerpo hasta que sentí sus brazos rodearme

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No me abrazó sino que permaneció con los brazos a los costados pero sin poder evitarlo me abracé aún más fuerte a su cuerpo hasta que sentí sus brazos rodearme.

—No te entiendo —dijo apretándome contra él—. No entiendo lo que quieres ni lo que buscas en mí.

—Quiero que te quedes conmigo —dije dejando un beso en su pecho—. Quiero que te quedes aquí siempre.

—Siempre me dices eso —dijo separándose de mí y poniendo distancia—, pero también después me hieres y me alejas. Me ofendes, me lastimas y quieres que yo esté disponible cuando te da la gana. No soy un perro faldero.

—A veces simplemente no puedo con las culpas —acoté como justificación—. Pero eso no quiere decir que no me importes porque lo haces y mucho.

    Me observó lo que pareció una eternidad antes de lanzar un suspiro cansado y negar con la cabeza.

—No quiero importarte —finalizó con un gesto triste—. Al menos no solo eso y si no puedes entonces estoy perdiendo mi tiempo.

    Me acerqué de nuevo a él para tomar su rostro entre mis manos.

—Puedo quererte —dije acariciando su cara—, pero necesito tiempo. Ahora, justo en este momento no puedo decirlo con claridad aunque en el fondo sepa lo que siento.

    Abrazó mi cintura y me dio un beso en la frente antes de tomarme completamente entre sus brazos.

—No me hagas daño. —Negué—. Por favor.

    Dejé que me besara como lo que para mí era una eternidad sin él. Me abrazó fuerte y permaneció a mi lado durante horas sin hacer otra cosa que besarme y acariciarme.

    Me dejé cuidar por él, por su ternura y su sarcasmo desmedido.

—Tal vez deberíamos tomarnos unas vacaciones —dijo mirando al frente—. Los dos, en donde tu quieras.

—¿Rusia? —respondí con una sonrisa—. Dijiste que me llevarías.

—Sí quieres ir podemos hacerlo —replicó—. Aunque justo en este momento preferiría un lugar donde pueda estar solo a tu lado.

    Levanté una ceja burlándome de él.

    Comenzó a reír ante mi reacción pero no dijo nada solo me jaló y volvió a besar.

—No voy a abusar de ti —aseguró con una risa—. Al menos no si no quieres.

    Volví a reír sabiendo que no cumpliría su palabra.

    Me quedé acostada sobre su pecho hasta que el sueño venció mis resistencias.

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Amor de habitación (Serie Amores 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora