—Necesito darte una explicación —insistí—. Decirte el porqué de todo esto. Sé que no hice bien y también estaba consciente de que esto pasaría pero...
—No me interesa tus explicaciones —aseguró con todo el odio del que era capaz—. No me duele que lo hayas hecho. Me duele la manera en la que lo hiciste. ¿Sabes qué es lo malo de todo? Que no lo he corroborado pero sé que si abro mi ordenador voy a darme cuenta de todo y, ¿sabes qué es lo más absurdo de todo? Que si me hubieras dicho lo que deseabas, yo lo habría hecho y justo ahora no me sentiría traicionado.
—Lo lamento —dije aguantando las ganas de llorar—. Nunca ha sido mi intención lastimar a nadie inocente pero me he dado cuenta de que soy tóxica, venenosa para ti e injusta.
No dijo nada solo agachó la cabeza y cuando trate de acercarme se hizo a un lado.
—No voy a ser tu payaso —dijo con la seguridad que siempre lo caracterizaba—. Nunca he sido el payaso de nadie y no voy a serlo ahora. Voy a pedirte encarecidamente que me dejes en paz y jamás te vuelvas acercar. Si no me quieres déjame entonces hacer mi vida pero no te metas que me enfurece que juegues conmigo.
—Hay una parte de mí que no me deja estar sin ti. —Me sinceré completamente—. Te quiero pero hay cosas que simplemente no puedo controlar y una de ellas es el miedo, tampoco puedo con todo el odio que tengo dentro.
—Entonces eres una cobarde —afirmó con una sonrisa amarga—. Yo no necesito una mujer así en mi vida porque jamás he sido un hombre que se conforme con lo que la vida le da y si me he rendido ha sido porque no hay futuro y contigo no lo tengo.
Limpié la primera de muchas lágrimas.
—Yo no merezco una mujer como tú —continuó con tristeza—. Y tú no te mereces a un hombre como yo.
—La vida me ha enseñado que no merezco nada —dije con un encogimiento de hombros—. Tenerte a ti fue más de lo que pude soñar alguna vez.
—Deja tu cursilería barata por favor —articuló con evidente desprecio—. La vida no te dio nada. No me tuviste porque no quisiste, no soy tuyo porque no me has querido y yo no soy ningún imbécil para vivir rogándote. Merezco una mujer fuerte que sepa estar a mi lado y con la que cada día pueda librar batallas y definitivamente tú no lo eres. Tú solo eres una copia barata de una heroína mal construida y me das pena.
—Tienes razón —dije al borde del llanto—. No merezco un hombre como tú y tú no mereces una mujer como yo. Soy mala.
No dije nada y me di la vuelta dejándolo ahí porque sentía que no podría más. Que la presión en el pecho era tan fuerte que me explotaría en cualquier momento.
Permanecí en la sala de espera hasta que me dijeron que podía ingresar a la habitación de mi hermana y donde recibí la información con respecto a su estado.
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Amor de habitación (Serie Amores 2)
ChickLitKeira Cooper solo ha conocido el amor una vez y le fue arrebatado por la persona que debió protegerla; con los años no solo ha madurado su personalidad sino también ha crecido su rencor y su odio hacia ella por lo que se esforzará por encontrar un h...