Sigamos pecando... (Final)

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Nunca pensé que aquel amor que nació sin querer en mi niñez se volvería realidad, jamás pensé que alguien como Adrián me amara y cambiara todo de él para estar conmigo. ¿Cómo es posible que alguien como él pudiera estar conmigo? ¿Cómo es posible que todo esto sea real?

Olvida aquel instante, en que con tanto miedo, te dije temeroso que había que renunciar...

Escuchaba atentamente aquella canción de la voz del charro quien me mirada con una sonrisa. En frente de mí, ante las miradas de los vecinos, de nuestros padres arriba de la casa y amigos que estaban ahí. Cantándome y demostrándome el amor que yo no podía creer, estaba a punto de llorar

— Yo seguiré venciendo el peligro de quererte...

Lentamente se acercaba a mí con una sonrisa, fue de repente que Fabián se acercó a él entregándole un ramo de rosas rojas.

Es mejor que sigamos, hasta la misma muerte... — De repente con un movimiento tomó su sombrero poniéndolo en mi cabeza y entregándome el ramo de rosas para después arrodillarse en frente de mí.

— Hay un mundo imposible que nubla nuestras vidas, hay un cielo de sombras que no nos deja luz... Y a pesar de tus cosas y a pesar de las mías, por sobre todo el mundo, mi mundo serás tú.

Aunque todos se opongan tú estarás en mi vida, tú estarás en la espuma que en el mar va jugando. Estarás como estrella de mi eterna sonrisa, y olvidándolo todo seguiremos pecando...

Lentamente Adrián se levantó continuando con la canción ante los murmullos y risas de los demás alrededor, tomándome de las manos y mirándome a los ojos como si esperara una respuesta de mí ante tal declaración.

—... La angustia de pecar... Es mejor que sigamos, hasta la misma muerte, es mejor que sigamos, que sigamos pecando ¡Sin olvidarnos más!

La canción terminó y una serie de aplausos se escucharon en la calle ante todos, estaba avergonzado de lo que estaba pasando. Y solo pude responder como yo sabía hacer...

— ¡Idiota! ¡¿Sabes lo preocupado que estábamos todos?! — Grité dándole un golpe en la nuca. — ¡Te vas sin decir nada y simplemente llegas así y de paso borracho!

— Pero te he traído gallo. Deberías estar besándome. — Dijo sobándose la cabeza.

— Oye Teo, creo que tiene razón. Te trajo un lindo detalle... — Dijo Darío acercándome a mí con una sonrisa preocupada. Pero simplemente gruñí tomando el sombrero para empezar a golpear a Adrián con firmeza.

— ¡No lo defiendan! ¡Pinches tapaderas, hijos del maíz! ¡Ya le he dejado claro que no tiene que hacer cosas extrañas! ¡Es increíble como puedes hacer esto...! ¡Cómo puedes...! P-puedes... — Sentí mis voz quebrarse un momento al verlo como me sonreía. ¿Cómo podía hacerme sentir tan feliz? Mis lágrimas comenzaron a caer y simplemente con un bufido me volteé a limpiármelas.

— ¿Y porque nos invitaron a Darío y a mi si era una sorpresa para Teo? — Escuché de la voz de Alex, mientras limpiaba mis lágrimas y sentía las manos del charro sobre mi hombro.

— Bueno, pensamos que sería lindo que estuvieran aquí y de paso les dedicábamos unas canciones a ustedes. — Escuché a Mateo.

— Invitamos también a Javier pero solo me dijo que estaba en un sueño reparador y que me fuera al pito. — Vi a Fabián cruzando sus brazos enojado. — Que chico tan grosero.

El Charro (Historia LGBTI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora