Era un nuevo día, los pájaros cantaban, el sol brillaba con fuerza a pesar de casi ser otoño. Lentamente abrí mis ojos sintiendo un peso a lado de mi cuerpo, vi unos pequeños ojos marrones y un cabello corto con un rostro casi angelical quien me sonreía al ver que desperté.
— Teo... Despertaste. — Sonrió la niña. No la reconocía, cerré de nuevo mis ojos tallándomelos.
— ¿Tú quién eres? — Dije algo molesto.
— Teo quiero "lecte" — Al escuchar esa palabra mis ojos se abrieron al instante al ver de nuevo a la niña. Rápidamente subí mis cobijas cubriendo mi torso desnudo.
— ¿A-Alicia? — La niña asintió riendo y abrazándome con fuerza se aventó sobre mí. Estaba distinta, más grande, su cabello ya no era largo, lo tenía corto y en vez de vestido traía puesto un short de mezclilla con una camisa blanca de flores de muchos colores y unos tenis rosas. — Pero ¿Cómo...? — Pregunté pero recordé las palabras de Adrián el día anterior. — Entonces si era verdad. Alicia... ¿Están abajo tus abuelos Isidro y Dolores?
— Si.
Con mis palmas golpee mi rostro, esperando que fuera una pesadilla todo lo que estaba ocurriendo, si mis padrinos estaban ahí... y si Alicia y todos los demás también, conociendo a mis padres, no lo dudé ni un segundo, rápidamente tomé mi celular y comencé a marcar a mi mejor amigo.
— Hola... — Contestó.
— Darío, necesito mudarme contigo un par de semanas. — Dije sin más.
— Estará difícil... Surgió un problema.
— ¡¿En serio?! ¡¿Ahora que te pasó?! — Dije molesto y preocupado.
— Mmmm... ¿Recuerdas al sacerdote que fue a mi casorio y la chica de buena voz...?
— ¿El tío y la prima de tu gorila? ¿Ellos que o qué?
— Bueno ocurrió un problema con la casa donde vivían y su negocio así que ellos vendrán a pasar aquí unas semanas... ¿Por qué no le dices a Fabián?
— ¡Cierto! ¡EL tiene habitaciones de sobra! — Le colgué a Darío volviendo a buscar en mi celular el contacto del abogado insípido pero de repente levantó mi mirada viendo como Alicia se me quedaba observando curiosa. — Este... Porque mejor no vas abajo mientras hago una llamada y me cambio de ropa. Eh Alicia. — La pequeña niña asintió y salió de mi habitación a toda prisa. Rápidamente corrí y cerré la puerta con seguro volviendo la atención a mi celular y llamándole a Fabián, pidiéndole casi rogándole que me permitiera una habitación por donde pasar las noches por varias semanas, pero la repuesta fue clara e irrefutable.
— No, vete al pito... — Me quedé boquiabierto mirando mi celular.
— Este culero... — Me expresé pero simplemente todo estaba perdido, suspiré y lentamente comencé a cambiarme para salir a trabajar, mi ropa de trabajo consistía en una camisa lisa de algún color pastel, un pantalón de mezclilla y unos zapatos pulcros. A veces usaba corbata o corbatín, a veces me iba de manera sport o casual para variar. Mi mano empezó a temblar un poco antes de salir pero tampoco podía quedarme aquí encerrado. Salí de mi habitación baje rápidamente las escaleras y ahí estaban todos... Mis padres platicando con mis padrinos y Alicia todos desayunando lo que parecen ser huevos rancheros con frijoles refritos, jugo, café y una pieza de pan dulce para cada quien.
— B-Buenos días... Padrinos que gusto verlos. — Sonreí pero por dentro estaba que me moría de nervios. Fui rápido y estreché la mano de mi padrino Isidro y dándole un beso en la mejilla después a mi madrina Dolores.
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El Charro (Historia LGBTI)
RomancePara Adrián De la Cruz, su vida se torna en un completo caos después de la traición de su esposa. Él siendo un hombre criado con los valores charros, tiene el orgullo herido. La llegada de Teodoro, el ahijado de su padre, hará que poco a poco Adrián...