Celos (2da. Parte)

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Era un nuevo día, los pájaros cantaban, el sol brillaba con fuerza a pesar de casi ser otoño. Lentamente abrí mis ojos sintiendo un peso a lado de mi cuerpo, vi unos pequeños ojos marrones y un cabello corto con un rostro casi angelical quien me sonreía al ver que desperté.

— Teo... Despertaste. — Sonrió la niña. No la reconocía, cerré de nuevo mis ojos tallándomelos.

— ¿Tú quién eres? — Dije algo molesto.

— Teo quiero "lecte" — Al escuchar esa palabra mis ojos se abrieron al instante al ver de nuevo a la niña. Rápidamente subí mis cobijas cubriendo mi torso desnudo.

— ¿A-Alicia? — La niña asintió riendo y abrazándome con fuerza se aventó sobre mí. Estaba distinta, más grande, su cabello ya no era largo, lo tenía corto y en vez de vestido traía puesto un short de mezclilla con una camisa blanca de flores de muchos colores y unos tenis rosas. — Pero ¿Cómo...? — Pregunté pero recordé las palabras de Adrián el día anterior. — Entonces si era verdad. Alicia... ¿Están abajo tus abuelos Isidro y Dolores?

— Si.

Con mis palmas golpee mi rostro, esperando que fuera una pesadilla todo lo que estaba ocurriendo, si mis padrinos estaban ahí... y si Alicia y todos los demás también, conociendo a mis padres, no lo dudé ni un segundo, rápidamente tomé mi celular y comencé a marcar a mi mejor amigo.

— Hola... — Contestó.

— Darío, necesito mudarme contigo un par de semanas. — Dije sin más.

— Estará difícil... Surgió un problema.

— ¡¿En serio?! ¡¿Ahora que te pasó?! — Dije molesto y preocupado.

— Mmmm... ¿Recuerdas al sacerdote que fue a mi casorio y la chica de buena voz...?

— ¿El tío y la prima de tu gorila? ¿Ellos que o qué?

— Bueno ocurrió un problema con la casa donde vivían y su negocio así que ellos vendrán a pasar aquí unas semanas... ¿Por qué no le dices a Fabián?

— ¡Cierto! ¡EL tiene habitaciones de sobra! — Le colgué a Darío volviendo a buscar en mi celular el contacto del abogado insípido pero de repente levantó mi mirada viendo como Alicia se me quedaba observando curiosa. — Este... Porque mejor no vas abajo mientras hago una llamada y me cambio de ropa. Eh Alicia. — La pequeña niña asintió y salió de mi habitación a toda prisa. Rápidamente corrí y cerré la puerta con seguro volviendo la atención a mi celular y llamándole a Fabián, pidiéndole casi rogándole que me permitiera una habitación por donde pasar las noches por varias semanas, pero la repuesta fue clara e irrefutable.

No, vete al pito... — Me quedé boquiabierto mirando mi celular.

— Este culero... — Me expresé pero simplemente todo estaba perdido, suspiré y lentamente comencé a cambiarme para salir a trabajar, mi ropa de trabajo consistía en una camisa lisa de algún color pastel, un pantalón de mezclilla y unos zapatos pulcros. A veces usaba corbata o corbatín, a veces me iba de manera sport o casual para variar. Mi mano empezó a temblar un poco antes de salir pero tampoco podía quedarme aquí encerrado. Salí de mi habitación baje rápidamente las escaleras y ahí estaban todos... Mis padres platicando con mis padrinos y Alicia todos desayunando lo que parecen ser huevos rancheros con frijoles refritos, jugo, café y una pieza de pan dulce para cada quien.

— B-Buenos días... Padrinos que gusto verlos. — Sonreí pero por dentro estaba que me moría de nervios. Fui rápido y estreché la mano de mi padrino Isidro y dándole un beso en la mejilla después a mi madrina Dolores.

El Charro (Historia LGBTI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora