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Las clases oficialmente terminaron y yo estaba tan agradecida porque al fin terminaba esta etapa que me dejó recuerdos bonitos pero contaminados de dolor o enojo en muchos momentos.

Había dejado de salir a bailar porque no le veía tanto sentido, y de vez en cuando me juntaba a tomar unas cervezas con Romina, Luciana y Lucía.

Romi y Lu se preparaban para ir a otras provincias por su universidad, al menos yo no tenía que preocuparme tanto porque había rendido para entrar en la privada de donde vivía y estudiar psicología, mi ingreso fue con un 8.88 uno de los mejores así que tenía el banco asegurado.

Mi vida se concentraba en Tobías y darme cuenta qué podía hacer para olvidarlo porque lo nuestro había terminado.

Una parte mía todavía no podía comprender qué fue lo que me hizo enamorarme tanto de Tobías o qué no hice para poder superarlo.


Empecé a estar como paranoica, porque veía a Tobías en todos y en ningún lado a vez.

Cuando salía a pasear con las chicas, o de ida a la casa de Fiorella, de vuelta para la mía, yendo a comprar unas simples empanadas, eligiendo alguna ropa para las fiestas, las caminatas por el parque.

Y nada que ver, seguramente Tobías estaba con su novia, muy felices y pasándola bien.

En cambio yo, enganchada y no queriéndolo soltar, seguía hundiéndome en pensamientos y sentimientos que no me hacían bien, que me dejaban demasiado triste y a veces hasta enojada con todos, buscando algún culpable para el hecho de que Tobías y yo estábamos separados.

Mi mente no descansaba en buscar alguna explicación que me dejara tranquila a mí de por qué se dieron así las cosas con él. Además me daba mucha bronca, porque yo seguía enganchada a él y él de seguro no me recordaba en lo absoluto.

Intentaba responder las mayoría de las indagaciones que me hacía constantemente, sin embargo era una respuesta demasiado vaga, lo típico de pasó por algo, el viento va a sanar las heridas, era lo que te tocaba.

Pero la pregunta que impedía estar tranquila, la que jodía todo en mí, en Martina era: ¿Qué pasó para que Tobías se aleje?

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Me despedí de mis papás y subí al colectivo para ganar uno de los mejores lugares ya que por mi apellido era una de las primeras.

El viaje no empezó para nada como lo planeé: me senté con Romina, Lucía con Ricardo detrás de nosotras, y delante Alexandra con Aimé, Sabrina y Agustina porque éramos los únicos que viajamos.

Alexandra apenas si es que nos saludaba y las demás se la pasaron hablando entre ellas, Manuel no había ido, estaban las tres molestas del b que me cayeron peor porque nos querían separar a nosotras para que ellas pudieran dormir juntas, el coordinador era un baboso y algo tarado al principio, mi mente andaba con Tobías y creo que eso fue lo peor que me condicionó el viaje de ida nada más.

Aunque a la hora de dormir, me decía a mí misma que lo olvide al menos por este viaje, porque debía disfrutar al 100% y pensando en él no iba a poder hacerlo.

Sería demasiado aburrido si relato qué pasó los siguientes catorce días que lo pasé en Brasil porque lo único bueno eran las jodas, los chicos tan lindos con los que me besé y anduve, y comprar varios regalos, además de algunas excursiones que fueron muy pocas porque al tener los pies demasiado sensibles me lastimaba aunque usara los famosos croxs, o simples sandalias. Ugh, odiaba eso.

Pero lo pasé de maravilla, conocí el mar, varias playas, pude nadar un poco y el primer día que llegamos al hotel un brasileño me pasó su número para que lo llame porque me dijo que era muy bonita, obvio no lo llamé: no hablaba el mismo idioma que él y era menor de edad así que no me quería meter en problemas.

Fueron siete días de fiestas en donde no pude descansar bien y fue bueno y malo, bueno porque te daba adrenalina saber que no dormías nada y que a la noche te tomabas la vida (si querías obvio), y mala justamente por la misma razón, aparte yo debía dormir como mínimo ocho horas, por lo que me perdí una excursión y ese día elegimos salir por nuestra cuenta con Romina a pasear por los diferentes shoppings, lo gracioso es que ningún coordinador se dio cuenta, lo malo era que nos pudo pasar algo y nadie iba a saber por dónde mierda andábamos.

Al principio era todo divertido, recuerdo que una vez Lucía se olvidó de destapar el baño, a lo que se inundó toda la pieza, por suerte nadie se dio cuenta de eso y nos pusimos limpiar rápido secando con las toallas.

Después yo me llevé mejor con Vanesa, nos prestamos ropas y pinturas. Eso molestó mucho a Paula y a Romina, quienes seguían mirándose mal de vez en cuando.

Intentamos con las chicas de mi curso unirnos un poco pero todo se iba a la mierda cuando Sabrina quería meter la pata y hacer la suya para que todas la sigamos. Y que me deje de joder porque yo voy a hacer lo quiero, si ella quiere andar de pieza en pieza que vaya, pero no por preferir dormir soy una aburrida y virgen. Dos términos que ella usó para describir, lo que me causa gracia porque ¿qué hay de malo si así lo fuera? ¿O que hay de malo si quiero coger con varias personas a la vez?

Alexandra se nos unía de vez en cuando aunque la relación y sobre todo la confianza no era lo mismo. Se hizo a un chico y casi tiene relaciones con él pero se arrepintió a último momento porque en esas fechas cumplía otro mes con su novio así que salió corriendo de la habitación donde se encontraban. Varias chicas se agarraron a pelear por los vagos que había allí.

Una de las cosas más asombrosas fue la fiesta de la espuma. Al principio todas estábamos por la orilla ya que habíamos llevado los celulares y la plata pero decidí meterme en el medio, no me importó ahogarme un poco, resbalarme, que me tocaran entera o perder a mis amigas por unos segundos, ¡lo pasé genial! Claro que después me moría de frío aunque va, todo se podía soportar.

Otro día espectacular fue en el Parque de Diversiones: Beto Carrero, donde me subí a pocos juegos y fueron muy buenos: una montaña rusa pequeña pero llena de agua, un juego en donde te subías a un tipo barco de a ocho personas y andabas por un pequeño río, el ascensor donde se me fue el aire por la altura, la torre que mide muchos metros y logré ver todo el parque y fue asombroso, una montaña rusa pequeña, y la montaña rusa más grande donde la primera vez que me subí nos grabaron con Lucía, la segunda ya no porque empezó a llover pero fue genial también.
Cuando me dormí en el colectivo, me encontraba demasiado mareada y al cerrar los ojos tenía todavía la sensación de estar dando vueltas.

En ninguna noche perdí la consciencia, aunque esa fue mi intención no lo logré por no hacer previa y perder tiempo en prepararme para salir a los boliches. Si bien tomé demasiado no gasté todo mi dinero en bebidas, sabía que no lo valían. Para Navidad lo pasé mal porque yo quería estar con mi familia, sobre todo extrañaba demasiado a mis papás.

Uno de los últimos días fuimos a una fiesta en una casa y tuvimos que pasar por la playa, estaba muy bueno porque fue hermoso escuchar las olas, sentir la arena y el viento y ver la luna reflejado sobre el mar que se encontraba muy calmo. Hermoso.

Luego me enamoré de un barman, que era mayor y vivía por Formosa, un flaquito lindo de rulos y ojitos claritos que me sacó a bailar, terminé besándome con él y eso lo vieron todos. Qué vergüenza.


En fin la pasé muy bien y disfruté sobre todo con mis mejores amigas. Volví para el 30 de diciembre, justito para la fiesta de año nuevo.

Lo que jamás dije.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora