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En esa semana además, me llegó un mensaje de Manuel. En realidad fue la respuesta a una pregunta mía de si estaba bien o no, porque había colocado un estado en WhatsApp dónde hacía referencia a que sentirse mal y solo, ya que nadie lo entendía ni tenía a alguien a su lado para desahogarse.

No me respondió, siguió conectado por dos días y tampoco me hablaba. Le comenté a las chicas, simplemente me dijeron que lo deje tranquilo, seguro era otra peleíta más que tenía con Rocío, y los celos por parte de ambos.

Les hice caso, dejé de estar atenta a su respuesta.


– ¿Cómo estás? – me senté al lado de Gabriela, al verla sola en la clases de química al final. Una porque con Romi me distraía demasiado, y con Ale no podía sentarme ya que nos burlábamos de todos.

–Y bien– copiaba la tarea que el profe nos dejó, que consistía en diez ejercicios.

– ¿Entendés todo? – le pregunté después de un tiempo, al ver que no hablaba.

–Y más o menos. Igual, andá a preguntarle al profe si no entendés– contestó.

–No, está bien. No quiero hacerlo ahora– reí y saqué el celular para responder algunos WhatsApp sin importancia.

–Estoy bien, Martina– dijo pasando unos cinco minutos –sólo estoy pensando y pensando en mi vida, en ustedes, en todo. Creo que lo estoy solucionando. Gracias por los consejos que me das– sonrió y volvió a concentrarse en su carpeta.

Al finalizar esa corta conversación, no volvimos a hablar más del tema. Se los comenté a las demás cuando salíamos de clases y las chicas me contaron que Gabi les había dicho algo muy parecido a cada una cuando estaban solas.

Me quedé pensando en su estado de ánimo. Espero que esté cada vez mejor.


Ese día en clases, la profesora Rosa no tuvo la mejor idea de cambiarnos de lugar a todos, porque quería que nos unamos más y charlemos menos.

– ¡Pero si yo ni charlo! – grité, cuando me asignaron el primer lugar de la fila contra la pared delante del escritorio del profe.

–Bueno, pero le ayudarás a Francisco con las clases–.

Nos sentamos juntos –a mí tampoco me gusta, Martu– me dijo con cara de embolando.

Ambos nos dedicamos a ignorar a los profesores, charlábamos en clases y llegábamos tarde, ya que me empecé a hablar más con los tres chicos que entraron este año: Pancho, Ricardo y Emmanuel.

Detrás de mí se sentaba Ricardo con Rocío, así que mucha charla no iba a tener a menos que ella se vaya junto a su amiga Irma y pueda hablar con los varones. Al final estaba sentada Gabriela, por ser demasiado alta.

En la fila del medio se sentaban entre otros chicos, Lucía con Karina y Agustina.

En la del pasillo, Marina con Romi, y detrás Ale junto a Luciana, la nueva.

A mí me hartaba demasiado que ellas cuatro pasen la mayor parte del tiempo riéndose, aparte que continuaban hablando de sexo, de penes y de las posiciones que tenían con sus novios. Cosa que está re bien, hablá de lo que quieras, y estaría re bueno que lo hablés más en privado. Eso es tuyo y de tu pareja, al menos así es para mí.


Gracias a ese cambio de lugar, el grupo de nosotras cinco se iba haciendo cada vez más grande, hasta que en total éramos nueve chicas: Alexandra, Romina, Lucía, Gabriela, Karina, Agustina, Luciana, Marina y yo.

Hacíamos casi todo juntas, al menos todo lo que podíamos porque nueve chicas yendo de un lado para el otro y gritando, era demasiado aburrido y chocante. Aunque sólo en el primer recreo, Lucía, Gabriela y yo nos íbamos a sentarnos por aparte para poder charlar de temas más personales que a ninguna le gustaba compartir con varias personas.

A los que nos conocían desde la primaría al menos le gustaba vernos así, y a los profesores también.

Decían que era muy lindo que nos unamos y como veían a Gabriela mejor, nos apoyaban a hacer juntadas en las casas. Si bien ellos creían que era por las tardes y tomando leche chocolatada, era todo lo contrario.

En las primeras jodas, Pancho terminaba tomando tequila puro y besándose con Aimé.

Ja, me gusta demasiado el ser promo.


A la noche hablé con Adriana, ya que me llamó a su habitación.

–Tengo miedo, Martina– habló después de unos segundos.

– ¿Por qué? – pregunté dudosa.

– ¿Y sí... la mamá de nuevo se está viendo con ese pendejo? – soltó después de minutos.

Sentí un escalofríos por la espalda – ¿viste mensajes? –.

–Sí, es el mismo que vino el otro día para vender el colchón– miró abrumada.

–Ya sé, y yo lo miraba re mal. Pero en los mensajes no se dicen muchas cosas, va... yo borré su número porque la mamá lo encontró sin querer–.

–¿Te dijo algo? – indagó asustada.

–No, sólo se hizo la tonta– levanté mis hombros.

–Estoy muy mal y quiero llorar– respondió. –Andá porque ya llegaron– escuchamos el auto y fue rápido a mi habitación.

Esa noche mi hermana discutió con mis papás, porque ellos pensaban que Adriana seguía saliendo con el papá de Priscila, cosa que era mentira porque su mal estar era por ver los mensajes que mi mamá se mandaba con un pendejo de mierda que no sabía qué hacer con su vida que se metía en la de otras personas.

–Si yo llego a decir, muchas cosas se van a la mierda– escuché que dijo mi hermana, pero decidí colocarme mis auriculares para evitar llorar mientras colocaba música que subía mis ánimos. Funcionó muy poco, porque eran las dos de la mañana y empecé a recordar que cuando mi papá se fue al sur, mi mamá empezó a salir o a hablar y encontrarse con un hombre que trabajaba en el supermercado de mi barrio, incluso siguió haciéndolo durante un buen tiempo cuando mi papá volvió. Después se mandaba mensajes con ese pendejo.

Lo que más nos dolía a mi hermana y a mí era que le oculte, engañe y traicione de esa manera al hombre más bueno de todo el mundo, porque no hay palabras para describir la maravillosa de persona que es él. Mi mamá también es una mujer muy fuerte, la cual admiro y me da orgullo de ser su hija, y quiero su bienestar. Pero papá, dicen que el primer amor de una hija es el padre, y concuerdo con eso.

Ambos tienen sus errores y aciertos, porque nadie te enseña a ser padre o madre. Mamá es la mujer más hermosa y divertida que hay, que nos apoya en todo y está incondicionalmente allí para cada uno de nosotros.

Papá es la mejor persona de todo el universo,antes decía que lo adoraba, pero ahora es una gran admiración, respeto y amorque tengo hacia él. Porque muchas personas suelen conocerlo, afirmando que esun gran tipo y que tiene un gran corazón, sin embargo no tienen la posibilidadde tenerlo en su vida de la manera en que yo (y mis hermanos, mamá y sobrinos)la tenemos. Él es lo mejor, y uno de mis ejemplos a seguir, y no seguir, ja. Enfin, le escribí una carta una vez, y se lo leí. Fue una de las pocas cartas quepude leer delante de alguien tan especial. 

Lo que jamás dije.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora