35

50 6 0
                                    

A la mañana del día siguiente recibí un mensaje de Manuel diciendo que ya había partido, y que el viaje duraba como medio día o algo así.

Me mandó un audio y se escuchaba demasiado triste, a lo que también me puse mal.

Pasaron dos semanas con muchas tareas y evaluaciones, la mayoría de los profesores nos comentaban que nos teníamos que preparar para la universidad o para trabajar pero que debíamos estudiar para ser alguien en la vida, que el título lo es todo, bla, bla. Tenía esa idea, juro que en ese tiempo pensaba que lo único real en el mundo era meterse en un terciaron o universidad, estudiar y poder tener dinero recién.

Los sábados hacíamos las famosas jodas de promos y de colores. Creo que esta es la de verde o algo así pero decidí no ir porque no tenía tantos ánimos.

Mi mente andaba dando vueltas en Manuel, en las chicas, en Fiorella y lo que ella estaba pasando, sobre todo en Tobías y su lejanía después de pasar esos momentos tan bonitos. La verdad me costaba entender que me ignore casi la mayoría del tiempo en el colegio, o que apenas salude a Romina sólo para joderla con Manuel.

Varias veces vi a Rocío hablar con Tobías, por lo que su supuesta ruptura con Manuel, que según él sucedió antes de irse, era mentira o no quiso contarme lo que pasó.

Lo veía venir, desde que él estuvo o jodió con Romina, dejó de decirme qué pasaba y qué no con Rocío, digamos que antes del tema que más hablábamos era de ella, y antes que se fuera cuando le preguntaba si estaban bien, se enojaba muchísimo, a veces cambiaba de tema sin responderme.

Quise decirle que yo sí iba a guardar eso que me contaba, que sería otro secretito más. Pero me callé y respecto a ese tema hablábamos muy poco.


Manuel me llamaba como un loco, cuando tomé mi celular que estaba en silencio, vi como cinco llamadas perdidas de él.

Me asusté mucho, esperé a que volviera a llamarme, pensé que algo malo había pasado porque todavía seguía de viaje y mi mente estaba creando los peores escenarios.

– ¿Por qué mierda no me contaste nada? – gritó.

– ¿Qué? – respondí asustada – ¿qué pasa, boludo? –.

–No, Martina, ¿a vos qué te pasa? – empezó a insultar y alejó el celular un momento, me estaba preocupando – ¡nada! ¡No lo espero de las chicas, pero sí de vos! ¡Martina, nada! –.

–Pero de qué estás hablando, Manuel–.

– ¡Lo de Rocío y Ricardo! – continuaba gritando.

– ¡Para, calmate, que no sé nada de lo que me estás hablando! –.

– ¡Sí sabes, sí sabes! ¡Si ya todos saben y yo estoy como un cornudo de mierda! Qué lo parió, Martina, ¡por qué no me decís! –.

Me quedé callada durante unos minutos recalculando, pero si esa vez ni siquiera él había ido a la joda porque era solo de la promo, aparte también escuché a Rocío decir que Manuel no sabía nada y que tenía algo de miedo si él se llegaba a enterar por alguien más que no fuera ella, así que nos pidió a todas que nos quedemos calladas. Y yo sí lo hice, sé que no es mi amiga, pero alguna vez lo fue, demasiado cercanas y la conozco, aunque sea un poco, reconociendo que es una gran persona.

–Yo no sabía– dije en tono de voz bajo además de seco.

– ¡Sí sabés! ¡Todas ustedes saben! Mierda. Rocío es una hija de puta. Y vos Martina, sos mi amiga, vos me tenés que decir todo lo que ella hace, más si me está haciendo chivo–.

–Pero Manuel...–.

–Ya fue, boluda. Ya fue– dio un largo suspiró y cortó.

Lo primero que hice fue intentar llamarlo como unas tres veces, después le hablé a Romina y a Lucía, que eran las que más sabían sobre lo de Manuel y todo lo que respectaba a él; al final comenté en el grupo donde estábamos las cinco, si alguna sabía qué le pasaba a Manuel o algún chisme, preguntándole más específicamente a Alexandra porque ella se enteraba de todo.

Me respondió que todavía nada, y cambió de tema pidiendo que le pasemos la tarea de química, que era un trabajo de tres hojas. Para mi suerte lo había terminado en el colegio, es que justo ese día yo me senté con Pancho y delante del profesor, por lo que ambos logramos acabarlo justo antes del toque de timbre para que se lo llevara, prometiéndonos aparte dos puntos más que los demás.


Manuel no volvió a hablarnos más, apenas me hablaba a mí de vez en cuando para contarme que se escapaba del internado y que justo encontró un club que era como gratuito así que iba a entrenar futbol allí.

Tobías ya ni nos saludaba y si estaba cerca de nuestro curso era para hablar con sus tres amiguitas del b, aunque también hablaba con Rocío sobre no sé qué cosas, pero ni una palabra a nosotras. No esperaba que nos hablara o que seamos re unidos, sólo esperaba un: ¿necesitas algo? Después de aquella vez, pero claro, según él no había acabado.

Lo que jamás dije.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora