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Volvimos a bailar, ahora las chicas estaban más contentas por el efecto del alcohol. Yo seguía más o menos bien, permanecía normal, pero cada vez le sentía menos el gusto del vodka y más al de cepita, por lo que a medida de pasaban los minutos, aumentaba más alcohol.

Hubo un momento en que bailamos junto a Lucas y a Diego, porque Fernando se quedó bailando con una chica rubia y alta, Tobías estaba demasiado duro (o sea que estaba muy drogado y no podía estar despierto) y no sé dónde se había medito. Lo buscaba con la mirada, para aunque sea ir a charlar con él. Quería estar con él.

Manuel, ahora más relajado y tranquilo, nos servía más bebida y se quedó bailando con nosotras unos minutos. La música se puso aburrida de vuelta, por lo que me fui a sentar y a tratar de reconocer si Tobías estaba afuera o en el comedor.

Fuimos al baño, cuando volvimos Manuel charlaba con su papá y Fernando, quienes se quedaron en el comedor y sentados en el sillón mientras continuaban tomando. Diego salió afuera para comprar más bebida, y Lucas charlaba con los primos de Manuel. Entraron a la joda ahora personas más grandes, que eran tíos y tías de Manuel, pero ellos después de saludarnos, se quedaron en la cocina, diciendo: "ahí están todos los pendejos".

Me reía de cómo estaba Diego, todo mareado y con los ojos por demás chinos. Bailaba solo y seguía tomando un poco de vino.

Manuel se acercó de nuevo al pasar un rato de hablar con otros chicos, se quedó bailando conmigo.

–Che...– me codeó.

– ¿Qué? – bebí un sorbo de cepita, me acerqué a él para escuchar mejor lo que me iba a decir ya que subieron la música.

Se quedó en silencio un rato –nada, nada–.

– ¡No, jodas! ¡Ahora decime! – grité, cómo odio que hagan eso.

Empezó a reírse –estoy flasheando, no sé, ya fue–.

–Dale, decime–.

–Vos decís... ¿vos decís que Romina quiera turbiar conmigo ahora? –.

– ¡¿Qué?! – chillé, y a los segundos soltaba carcajadas. La verdad era por lo que estaba tomando.

En serio, este pendejo se pasa.

–Cállate, Martina– sonrió –dale, haceme el enganche–.

–Bueno, vos quédate tranquilo. Enseguida vengo– le sonreí, y me quedé bailando con las tres durante un tiempo.

–Chicas...– las hablé. Me reí –ay, es que no sé cómo decirles–.

–Dale, ¿qué pasa? – preguntó Lucía.

–Ay...–.

–Martina, decí– Gabriela me agarró del brazo, sacudiéndome un poco.

–Manuel quiere turbiar con Romina. Me dijo que le haga el enganche y me preguntó si vos querías– la miré.

– ¿QUÉ? – gritó. –No, no, no. Vos estás loca. ¡Es mi mejor amigo! –.

– ¡Te lo haces hoy! ¡Dale!– gritamos nosotras tres eufóricas y nos reíamos, creo que ellas tampoco podían creerlo. Romina seguía negando –dale– insistimos de vuelta.

Pasaron como cinco minutos, y volví con Manuel para decirle que no quería a menos que alguien más se bese con uno de los chicos de la joda. Él llamó a Lucas, para decirle que aunque sea le dé un beso de "mentira" a Lucía.

Yo ahí me transformé y me puse loca. Sí o sí Lucas tenía que turbiar con Lucía. ¡Porque o sea, a ella le gustó durante mucho tiempo! Y si no le gusta, digamos que ese beso le va a sacar las ganas que en un momento le tuvo, algo así como yo con Tobías. Hablando de Tobías, ¿dónde estará?

Lo que jamás dije.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora