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Al año siguiente, con mis amigas nos fuimos separando. Estábamos en primero de secundaria y nos sentíamos más grandes pero seguíamos siendo los más chicos de todo el colegio, ya que séptimo pasó a formar parte de la primaria.

Varias amigas se cambiaron a otros colegios, pero todavía permanecíamos las de siempre.

Ese año, con Romina y Agustina nos volvimos adictas a internet, porque el Facebook ya estaba ganando el lugar en la web y de a poco se hacía mucho más conocido en Argentina, a lo que sólo por curiosidad, además de ver que casi la mayoría de mis compañeras tenían una cuenta ahí, decidí crearme uno. Literal, salía del colegio, y a la media hora ya estaba conectada hablando con ellas, y me quedaba ahí hasta las once de la noche.

Boludeaba y publicaba cada tontera en mi Facebook, además pensaba que era copado y que a todos les interesaba ver como cien comentarios en una publicación de nosotras tres contando todo como si fuera un chat y colocando más "jajajaja" que otra cosa. Era divertido en su tiempo.

Se quedó de curso Tobías, y rápidamente se unió a Fernando y a Lucas, también a los otros aunque era más amigo de ellos dos. La verdad es que muy poca atención le prestaba, pero el chico se comportaba como un imbécil, así que prefería ignorarlo.

Entró al colegio y fue compañera de nosotras: Laura. Una chica muy linda, blancona, simpática, pequeña y bien graciosa. Primero se hizo amiga de un grupo de mi curso, después se juntaba mucho con Rocío y Agustina, también pasaba tiempo con los varones y le encantaba presumirles a todos, terminó juntándose con mi grupo que se iba formando de a poco: Gabriela, Romina, Lucía, Alexandra y yo. Aunque a mí al principio no me caía bien, porque la veía demasiado falsa, un día me lo pasé con ella, nos llevamos mejor, compartimos chistes y me contó varias cosas sobre su novio, entonces supe que la había juzgado y que era un juicio erróneo, así que le dije que éramos amigas, no mejoras, pero sí muy buenas amigas. El tiempo iba pasando y yo compartía más momentos con Laura que con las demás chicas, y ellas se ponían un poco celosas. Dejaron de hablarse con Laura, yo trataba de integrarla al grupo pero a Alexandra y a Romi ya no les caía bien, así que me fui alejando. Además Laura quería salir con Lucas sólo para hacerlo sufrir, y a mí no me gustó esa idea, se lo dije, entonces al tener diferentes pensamientos nos fuimos separando de a poco.

Laura se llevaba muchas materias, por lo que se quedó de curso.

Todavía sigo sin entender cómo hice para pasar de curso o cómo aprobé todas las materias, porque la realidad era que no hacía una mierda, y me pasaba viciando y compartiendo tonteras con chicas que acababa de ver hace como media hora más o menos. Digamos que fue bueno y divertido en su tiempo.

También tenía ese pasado oscuro, donde escribía mal a propósito, me vestía como una turra, escuchaba cumbia villera y me creía dueña del colegio. Era gracioso, ahora veo cómo era mi ortografía y lo siento, hasta yo me avergüenzo a veces. Lo hacía a propósito, además de agregar acento a todas las vocales que pudiera. En esos momentos pensaba que era lo mejor escribir así o tratar de llevar ese estilo de vida, y no pensaba tanto en escribir y leer como ahora. Ahora es algo fundamental y hermosísimo. Me encanta.

Yo seguía colgada con los chicos de último curso, aunque eran otros igual me seguían pareciendo lindos.

Los problemas en mi casa seguían, y cada vez eran peores. Yo no sabía muy bien cómo reaccionar, así que los bloqueaba y trataba de hacerles ver a mis amigas que mi vida era perfecta y que estaba más que bien en todos los aspectos.

Mi papá se fue porque no soportaba que mi abuela nos mande y tenga más autoridad que él y mi mamá juntos. Se fue al sur de mi país, casi a dos mil setecientos kilómetros de distancia.

Recuerdo que yo lloraba y lloraba porque un día antes que se vaya le había pedido que me esperara para que lo despida. Se fue a la seis de la mañana, y yo me desperté a las diez y media con un nudo en el estómago mientras que mi garganta dolía como la mierda. Miré la hora y el silencio reinaba toda mi casa. Él ya se fue, se fue y no pude ni decirle adiós.

Fue un año horrible para mí. Lo peor de todo es que había creado una coraza, una capa diciéndoles a todos que mi vida era lo mejor, que era la pendeja más feliz que alguien pueda conocer hasta ese momento. A mis amigas les dije que mi papá se había ido a Buenos Aires por trabajo, pero sobre todo para ver a mi abuelo. Uf, era un horror tener que explicarles a ellas, y cuando llegaba llorando al colegio era inventar cualquier excusa estúpida y muy buena para que chicas de doce/trece años se lo creyeran.

Ese septiembre fue el mejor y el peor. El mejor porque mi papi volvió, el peor se tuvo que ir, sólo vino por tres semanas.

Gracias a Dios, los problemas no me influían mucho a la hora de estudiar, así que no tenía dificultad para aprobar las materias y evaluaciones. Sólo que no le dedicaba el tiempo suficiente así que aprobaba con lo justo.

Lo que jamás dije.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora