•10._lecciones:¿como ser una reina?

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Los días fueron pasando y el ejército de institutrices, comandado por Kagura,  enseñaba a inuyasha todo y más de lo que tenía que saber: Etiqueta y protocolo, como vestir, como comportarse delante de otros nobles, como controlar sus gestos y el tono de voz adecuado, hasta como caminar. Por otra parte también le enseñaban la historia del país, las divisiones de las ciudades y campos, la importancia de la ciudad imperial de shikon, los cultivos y actividades comerciales del país.

-Como la próxima reina tiene que conocer su país a la perfección, ¿Cómo funciona? ¿Qué produce? ¿Qué exporta e importa? Su historia y sus costumbres.-Explicaba kagura, la cual trataba al pelinegro como una chica, y siempre se refería a él como Futura Reina o La Prometida del príncipe sesshomaru. Eso frustraba a Inuyasha, pero después de comprobar que efectivamente ni ella, ni las demás institutrices dejarían de tratarlo como mujer lo dejó pasar para evitar más discusiones, de las muchas que ya había tenido con ellas por eso.

-¿Esto es totalmente necesario?-Preguntó el menor, que estaba sentado en un escritorio rodeado de libro de todas las clases y contenidos. Frente a la ojirojizos que no paraba de escribir en el pisaron o leer de algún libro para que el copiara todo en su libreta. La mujer lo miro con mala cara.

-Por supuesto que sí. Su deber como reina es saber todo sobre su pueblo para saber lo que necesitan.

-Pero…

-¿Usted no quiere decepcionar o avergonzar a sus majestades?-Cuestionó seria.

El menor se horrorizo ante la idea que hace algo como eso. Inu no taisho era siempre amable y cariñoso con él, y Sesshomaru, bueno, él era la persona que más amaba y viceversa, no podía defraudarlos. Con ese nuevo enfoque el pelinegro se dedico a concentrarse al máximo en todas sus clases, esto era agotador pues sus lecciones comenzaban inmediatamente el sol salía y terminaban muy entradas la noche, estaba encerrado en la biblioteca todo el día y parte de la noche, su madre y sango se encargaban de llevarle la alimentos y entretenerlo por unos minutos.

-Hijo ¿Estás bien? ¿No será esto muy extenuante para ti? No quiero que termines desmayado por la fatiga otra vez.-Dijo preocupada su madre.

-No te preocupes oka-san, eso no pasara. Kagura-san y su sequito de institutrices no me desgastarían hasta tal punto, y ya sabes  que pudo memorizar las cosas rápidamente.-Alegó el pelinegro. No sólo lo decía para no angustiar a su madre, sino porque era cierto a pesar de que las chicas eran muy estrictas, jamás arriesgarían su salud en lo más mínimo, es más, ellas mismas le recordaban muy seguido las horas en la que debía comer y hacer las actividades físicas necesarias para mantener en perfecto estado su cuerpo. Más que sus institutrices, las 4 chicas se habían convertido en sus damas de compañía y sus guardianas, ya que todas eran maestras en diferentes artes marciales y uso de armas y pasaban desapercibidas. 

Le habían enseñado muchas cosas, aunque no sólo se debió a sus esfuerzos por enseñarle sino también a que el pelinegro tenía memoria fotográfica y gran capacidad para aprender y analizar las cosas, en pocos días había memorizado casi todo los libros de la biblioteca y aprendido la forma correcta de comportarse.  

-Hoy iremos a la ciudad para visitar a los niños en el orfanato.-Dijo feliz el menor.

-Me alegra que salgas un poco a tomar aire fresco, hijo, pero cuídate mucho.

-No te preocupes oka-chan, visitaremos a los niños y volveremos.

-Inuyasha, ¿Podría acompañarte?-Preguntó sango.

-Claro sango, me encantaría tu presencia.

-Que bien, arigatou inuyasha-sama… lo siento inuyasha.-Corrigió la chica feliz por acompañar al pelinegro, sango se había hecho muy amiga del prometido real.

-Bien inuyasha-sama es hora de comenzar tus lecciones.-Dijo kagura entrando a la amplia habitación junto a las otras chicas.

-Más tarde iremos a la ciudad.-Menciona midoriko.

-Bien, hijo, nosotras nos retiramos.-Informó izayoi, para luego darle un beso en la frente y retirarse junto con sango.

-Hasta luego inuyasha.-Se despidió rápidamente sango para luego volver a su trabajo.

La gran puerta de cristal dejaba ver el gran jardín, las blancas y largas cortinas a cada lado de esta se movían suavemente por la fresca brisa primaveral que entraba, era una calma casi anestesiarte y adormecedora. Por un segundo inuyasha dejo de ver hacia la pizarra en la cual kagura escribía a frente a él, miro de reojo hacia el jardín y allí vio a sesshomaru dándole ordenes a los guardias y sirvientes, arreglando todo para la fiesta que se celebraría ese mismo fin de semana.

Cuando el peliplata Fijó su rostro hacia él, sus miradas se conectaron, ambos estaban felices de verse aunque sea de lejos pues desde que las clases intensivas del menor habían comenzado no habían podido ni verse ni mucho menos cruzar palabras. Inuyasha sonrió y lo saludo enérgicamente con la mano, sesshomaru le sonrió y le mando un beso disimulado, lo que hizo sonrojar un poco al menor pero el fuerte sonido de un golpe en su mesa lo hizo salir de golpe de su mundo de fantasías.

-¿Me está prestando atención inuyasha-sama?-Preguntó molesta kagura con una enorme regla de madera en la mano. Estaba molesta pues mientras ella le explicaba cosas de suma importancia, él estaba mandándose miraditas de amor y besitos con el príncipe. Kagura había golpeado fuertemente la mesa con la regla haciendo sobresaltar al pelinegro.

-Go… gomenasai.-Se disculpó avergonzado el menor cabizbajo.

Las demás institutrices reían por lo bajo por la linda expresión de arrepentimiento del chico aunque también les daba pena pues sabía que la superior kagura era muy estricta cuando estaba impartiendo sus lecciones y él sólo se distrajo por saludar a su amado a quien no veía desde hace un tiempo. Kagura miro molesta hasta sesshomaru que ahora tenía cara de pocos amigos porque ella había asustado a su amado y lo hizo entristecer.

-No sea mala con él, kagura-sama.-Pidió botan con respeto.

-Sí, él no ha visto a su prometido desde que esto empezó, es razonable que cuando lo vio se distrajo un poco.-Argumentó suijin.

-No hay escusas… Ya tendrán tiempo para eso después de la boda, sí su amor es tan frágil que necesitan estar juntos todo el tiempo entonces su matrimonio no durara.-Comentó en tono de regaño la mayor. Sabía que estaba siendo cruel con el menor pero lo que decía era verdad.-Como la prometida del príncipe sesshomaru y futura reina del país del oeste, tiene que saber manejar la dificultad y los tiempos de crisis. Porque si algo pasa y el príncipe sesshomaru se ve obligado a partir a la guerra, ambos deben de estar concentrados en sus deberes o bien podría terminar en tragedia.-Dijo tratado de ocultar su tono de preocupación, las otras chicas desviaron la mirada preocupadas.

Inuyasha era muy listo y de inmediato noto que algo se le estaba ocultando y que era algo realmente grave, no creía que fuera nada bueno pues al inicial sus clases también comenzaron a darle lecciones de artes marciales y de manejo de armas, se destaco en la espada por lo que profundizaron su entrenamiento.

-Me esforzare, aprenderé todo esto para antes de la fiesta de compromiso. Les doy mi palabra-Aseguró firme el menor.

Las 4 mujeres lo miraron detenidamente, sabían que el prometido real tenía una asombrosa habilidad de aprendizaje y que si dio su palabra lo haría de seguro. Luego se miraron entre ellas y sonrieron. En poco tiempo habían aprendido a amar a ese chico, un amor puramente fraternal y protector.

-Haz tu mejor esfuerzo, inuyasha.-Animó sonriente Kagura.

-no te excedas. Cuida tu salud, por favor Inuyasha -pidio midoriko.

-nosotras te ayudaremos en todo, Inuyasha-dijo sonriente suijin

-lo lograrás de seguro- ánimo botan.

-Gracias chicas.-Agradeció animado el menor para luego volver a concentrarse. Estas 4 eran sus maestras, sus protectoras pero sobre todo eran como sus hermanas mayores.

Casado Con un PrincipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora