17._ No es morir para amarte sino vivir para hacerlo

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Cuando naraku por fin logró detener la hemorragia miró molesto a miroku.  

-¿Por qué diablos desapareciste antes de que despertara? ¿Tienes el habito de acostarte con alguien y luego dejarlo tirado?-Preguntó molesto.

-Yo no… pensé que te molestaría dar escusas o disculpas y desaparecí antes de que las dieras.-Explicó el menor desviando la mirada y dejándose caer sobre una silla. Naraku se levanto de la cama y se acerco a él molesto, le sostuvo la barbilla para obligarlo a verlo a los ojos.

-No sé con qué clase de imbéciles te habrás enredado hasta ahora ni me interesa saberlo pero yo no soy como ellos, desde el momento en que te entregaste a mí anoche eres mío, ¿lo entiendes?-Dijo en tono severo y autoritario.

Eso estremeció a miroku, ya sabía que al azabache le gustaba tener el control bien se lo había demostrado la noche anterior, sin dudas cumplió su palabra de complacerlo como nadie nunca.

 
-Soy un nómada, libre como el viento. No le pertenezco a nadie, ni siguiera a ti.-Expresó con mirada retadora y tono serio.

-Te equivocas, cada parte de ti ahora me pertenece. Seré yo quien atrape el viento y lo conserve a mi lado.-El doctor lo miro de manera seductora.

 
Esa mirada que derretía al miroku, esa misma que había visto por primera vez cuando estaban juntos y que lo hacía templar por la ansiedad y la excitación. El menor se levanto de la silla mirándolo a los ojos fijamente.

 
-¿Realmente viniste a buscarme sin importar toda esta pelea?-Preguntó sosteniéndole los hombros y girando para que naraku quedara de espaldas a la silla.

 

-Sí, mi deber es protegerte y cuidar de ti porque eres mío y me he enamorado de ti.-Confesó acariciándole el rostro con una de sus manos.

El menor lo empojo haciéndole caer en la silla, para cuando el doctor reacciono su amante ya estaba en sentado en sus piernas.

 
-A mí también me gustas así que toma la responsabilidad.-Dijo acercándose a azabache. Este sonrió casi victorioso lo abrazo por la cintura.

-No esperaba que fuera de otra manera.-Comentó divertido.

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Por otro lado en un escondite secreto…

Inuyasha despertaba en el frio suelo de una sucia mazmorra, estaba fuera de la celda pero eso no lo hacía sentir mejor puesto a que delante de él estaban unos hombres fornidos armados con espadas y cuchillos. Sabiamente de su parte fingió seguir inconsciente.
 

-Hemos sido aniquilados por ese demonio al que llaman rey.-Un guapo hombre de piel canela y castaña cabellera atada en una cola de caballo vociferaba molesto.-Nuestros compañeros y lobos fueron masacrados.-El chico estaba furioso.

-Kouga, cálmese ya sabíamos que atacar el castillo del oeste era una misión suicida.

-Cállate… ¿Qué diablos es eso?-Kouga señaló a inuyasha.
 

-Es un chico, jefe.-Respondió uno de sus subordinados.

-¡Ya sé que es un chico, imbécil! ¡¿Qué hace aquí?!-Preguntó molesto.

-Lo trajimos del castillo, creímos que sería útil para venderlo en el mercado negro.-Respondió ginta.

-¿Desde cuándo ustedes piensan? ¡No se les permite pensar! ustedes solo están para obedecer mis órdenes.-Kouga le dio un puñetazo en la cara a ginta tirándolo al suelo.
 

Casado Con un PrincipeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora