TodoBaku II

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Tema: Idols AU/Día dos.
Pequeña aclaración: Todoroki tiene 29 años y Bakugō tiene 22.
One-shot.

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Los gritos de un montón de chicas se escuchaban estridentes, parecía que se iban a desgarrar la garganta. A veces le impresionaba lo poco que aquello parecía importarles. Todos cantaban el coro de la última canción de esa noche. Un par de jovencitas trataban de llamar la atención de los miembros de la banda, ellas subían a los hombros de alguien o aventaban ropa al escenario. No lograba entenderlas; hacer eso nunca había hecho que convivieran con los miembros de la banda. Si tenían suerte sólo las mirarían una vez.

Y aún así, parecía que ese pequeño momento sería el mejor de sus vidas.

Desde donde estaba podía ver a Bakugō cantando. Se movía en el escenario con una facilidad increíble, corría de un lado a otro y no parecía cansarse. En un momento, Katsuki miró en su dirección y sacó la lengua, después recorrió con su mano derecha su pecho, hasta llegar a la mitad de sus piernas. Los gritos aumentaron de volumen y el rubio sonrió, altanero, con su ego desbordándose a montones y confianza absoluta. Le hizo un guiño y después le dio la espalda para seguir con el concierto.

Todoroki tenía que admitirlo, Bakugō era sexy; un tipo guapo desvergonzado que conseguía todo lo que quería.

Suspiró y decidió ir a la camioneta en la que volverían al hotel. Ya había escuchado demasiado escándalo, era momento de un descanso. Bakugō tenía mas guardaespaldas, además, sólo iba a caminar unos cuantos metros. Estaba seguro que no le pasaría nada.

Luego de unos minutos de espera, el sonido de voces llegó a sus oidos y después escuchó a la puerta abrirse y cerrarse de un azotón. El rubio se dejó caer en el asiento y lo miró por el espejo retrovisor.

—Oye bastardo, ¿por qué mierda no me esperaste? —Se puso al borde del asiento.

Estaba recargado en uno de los asientos, sus ojos carmines estaban fijos en los suyos bicolores. Sólo lo veía mientras tenía una ligera sonrisa.
Tenía ganas de besarlo ahí mismo.

—Sabía que no tardarías en llegar —tomó una botella de agua que había llevado consigo, y se la dio.

—Ya te había dicho, mi guardaespaldas principal no puede salir sin mí. —Su voz sonó brusca, pero él sabía que no estaba molesto.

—Tal vez deberías buscarte un nuevo guardaespaldas. —Su risa hizo eco en el interior del coche.

—Como sea.

Bakugō tomó de la botella de agua y todo quedó en silencio. Pensó que lo mejor sería irse al hotel, así que encendió el auto. Katsuki iría a un programa de tv ese día por la tarde, lo mejor era que descansara. Ya pasaban de las 2:00 am.

—Oye imbécil.

Cuando Todoroki volteó a mirarlo para ver qué quería, sintió los labios de Bakugō sobre los suyos. Fue un beso rápido. Corto y sencillo, como el rubio acostumbraba a dar cada vez que terminaba un concierto. Lo dejó pasar, igual que siempre. Hacía tiempo había llegado a la conclusión de que sólo lo besaba para molestarlo. Aunque aquella acción siempre le provocaba sentir mariposas en el estómago.

—Hoy te quedas en mi habitación —sentenció.

Suspiró, que alguien le diera paciencia con aquel hombre. Estaba conduciéndolo directo a la locura, a paso lento y seguro.

.

.

.

Bakugō se dejó caer en su cama. Él, por su parte, se quitó el saco y aflojó su corbata. Sentía la mirada del cantante sobre él, siguiendo cada uno de sus movimientos. Desabrochó un par de botones de su camisa. Sentía que se asfixiaba.

—Yo puedo hacer eso —lo escuchó decir. El tono sugerente era evidente en su voz.

—Bakugō... —Advirtió.

Caminó hasta el pequeño mini bar y se sirvió un trago de whisky. Necesitaba eso, había sido un día pesado. Además, cada vez que se quedaban solos, el rubio aprovechaba para insinuársele. Le ponía los nervios de punta y cada vez le costaba más mantener su autocontrol.

Se sentó en un pequeño sillón y suspiró; el muchacho se había levantado de la cama.
«Aquí vamos de nuevo», pensó.

—Vamos viejo... —Caminó hasta estar frente a él y se sentó en su regazo—. Yo aún tengo energía.

—Tienes novia —dejó el vaso en la mesa que había al lado, no quería que se derramase. Era whisky del bueno.

—Es por un contrato, sólo por aparentar. —Sonrió ladinamente. Parecía un león asechando a su presa—. Ya sabes, hay que tener una buena imagen.

—Alguien podría tocar la puerta.

—¿A quién mierda le importa? —Suspiró, esto comenzaba a ser frustrante para él.

Antes de que pudiera decir algo más, el rubio acercó sus labios a los suyos, petrificándolo. Se quedó así, con sus narices rozándose. Sus ojos lo veían fijamente; con una chispa de travesura brillando en ellos. Esos malditos ojos.

Tragó saliva y llevó las manos a las contrarias para apartarlo, pero no tenía la fuerza para hacerlo, seguía hipnotizado por su mirada.

Bakugō aprovechó ese momento de duda para tomar sus manos y llevarlas a su cadera. Él las dejó ahí. El rubio se removío sobre su regazo para acercarse más, ésta vez sus labios se rozaron. No pudo evitar soltar un suspiro entrecortado. Lo escuchó reír con burla, después de separarse un poco de él.

—¿Qué? —Comenzó, la diversión se notaba en su voz—. ¿En serio no vas a hacer nada?

Ya lo había tentado demasiado. Y había soportado por un largo tiempo sin intentar siquiera el tocarlo, había resistido todas sus insinuaciones. Pero ésto, ésto ya pasaba los límites de lo que podía resistir. Subió sus manos hasta llegar a su cintura, lo rodeo en un abrazo y lo atrajo más hacia sí. Su cuerpo entre sus manos era una sensación maravillosa. Su cintura era estrecha y podía sentir todos los músculos de su espalda tensarse.

 Esa fue la única respuesta que el rubio obtuvo, seguido por un beso. 

El beso no era como ninguno de los otros. Había decidido empezar lento, apenas provando los labios contrarios, disfrutando cada segundo que pasaba. Luego, mordió sus labios, el rubio se quejó y aprovechó ese momento para introducir su lengua, explorando hasta el último rincón.

Bakugō se removió, provocando que su entrepierna se rozara con la suya. Ambos jadearon en el beso. Aquello estaba subiendo de nivel más rápido de lo que había esperado, pero en ese momento no le importaba. Introdujo las manos por debajo de su camisa y comenzó a acariciar su piel. Sentía cada tonificado músculo de su cuerpo, aquello le encantaba.

El chico encima suyo se separó del beso y lo miró; tenía una mirada satisfecha, de alguien que había obtenido justo lo que quería. Se inclinó a lamer sus labios, y luego los mordisqueó un poco, antes de separarse.

—Maldición. —Pasó una mano por su cabello y lo alborotó—. ¿No se supone que no querías nada? 

Antes de responder, se acercó a morder su clavícula. Lo escuchó sisear, imaginó que tenía el ceño fruncido en dolor. Relamió sus labios, definitivamente quería seguir provocando esa reacción.

—¿No era eso lo que querías? —Aún tenía las manos debajo de su ropa, dando pequeñas caricias.

—Diablos sí —sonrió—. Pero me llevé una sorpresa. —Y su expresión de burla había vuelto—. Es decir, ¿quién iba a pensar que tú, siendo el maldito guardaespaldas más decente que he tenido, pudieras besar así? Pareces como uno de esos nerds de mierda que no rompen un plato...

—Katsuki —lo cortó, antes de que siguiera hablando—, cállate. 

Y después lo besó de nuevo.

OneShots Y Drabbles De Boku No Hero Academia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora