13. EL SOBRE

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Elizabeth regresó triste y desconsolada a su casa, había tenido un pésimo día y tenía que descansar. Al llegar, tomó sus llaves, abrió la puerta y al entrar notó que había un sobre en el suelo.

No estaba de humor para abrirlo en ese momento así que lo tomó y antes de subir a su habitación lo puso en la mesa del comedor y lo dejo allí para revisarlo después.

En su habitación, tiró sus cosas en la cama y se desvistió para tomar un baño.

Mientras disfrutaba de un momento íntimo y relajante en la ducha, alguien estaba tocando la puerta de la entrada.

—Seguro es Richard —dijo sin cavilar— Regresa luego, estoy ocupada—gritó

Minutos después escuchó el mismo sonido, y esta vez parecía venir de la puerta de su habitación.

—El estúpido de Richard debió haber entrado —pensó en voz alta —quédate allí, salgo en momento —gritó.

No escuchó respuesta alguna por lo que entró en alerta.

— ¿Richard, eres tú? —preguntó dudosa

A su repuesta le precedió un largo silencio seguido del sonido de su teléfono de mesa que comenzó sonar. Al estar en estar en el baño y no responder la llamada, el teléfono siguió sonando hasta que la contestadora de voz sonó:

Hola. No estoy en casa ahora, pero mi contestadora si, así que habla con ella... BIP.

—hola Elizabeth, habla Richard solo llamaba para invitarte a salir a cenar. Si quieres me devuelves la llamada y pasó por ti. Adiós...BIP.

Un silencio absoluto inundo su alrededor por un momento hasta que, por tercera vez., alguien tocó la puerta, pero esta vez la de su baño.

Por un momento su cuerpo se paralizó por completo, pero eso duró poco ya que por su experiencia policial el miedo no era parte de ella.

Espero un tiempo prudencial antes de salir del baño, estaba lista para lo que viniera pero no para lo que se iba a encontrar.

Puso su mano en el picaporte de la puerta y lentamente la abrió para encontrase con algo increíble; NADA.

Al parecer todo había sido producto de su imaginación, o tal vez no. La puerta de su cuarto estaba abierta a pesar de haberla cerrado antes de entrar al baño.

Sacó su arma de una gaveta, la cargó, y con cautela, bajo a revisar si había alguien en casa y al parecer todo estaba en orden, todo excepto algo.

Puso su arma en la mesa del comedor y notó algo raro en el sobre que había encontrado hace un rato. Cuando lo encontró era un sobre blanco común y corriente, pero ahora, escrito en grande y con tinta azul decía: LÉEME

Algo vacilante tomó el sobre y cuando estaba a punto de abrirlo alguien llamó a la puerta. Elizabeth empuñó su pistola nuevamente y permaneció callada esperando a que alguien hablase.

—Eli, soy yo, Richard. ¿Estas allí?

Elizabeth suspiró aliviada al oír su voz y de inmediato fue a abrirle la puerta.

—Richard, que bueno que llegas —dijo feliz de verlo.

—Al parecer me estabas esperando, — dijo paseando su mirada en el cuerpo húmedo de Elizabeth — y de la mejor manera se podría decir.

—Eres un cerdo

—espera un momento yo...

—Adiós —dijo cerrándole la puerta en la cara.

Luego de despedirse de Richard, Elizabeth subió a su cuarto a vestirse sin imaginar lo que encontraría.

La ventana de su cuarto estaba abierta y se podía notar al ver como las cortinas se movían por el viento que entraba. Se asomó a través de ella a ver si encontraba algo, o a alguien, pero no había nada. Algo desconcertado cerró todo, se vistió y se acostó a leer.

Luego de haber leído algunas páginas el cansancio pudo con ella y el sueño llegó.

Su descanso duró poco ya que minutos después despertaría con la sensación de ser observada. Instintivamente extendió su mano hacia la gaveta de su mesa de noche para buscar su revólver y de inmediato recordó que lo había dejado en la cocina.

Recostada en su cama notó una silueta oscura que la veía fijamente a través de la ventana por lo que de inmediato tomó su teléfono para llamar a la estación.

Para su desgracia, el teléfono no estaba funcionando, alguien había cortado la línea y para empeorar la situación aún más, también había dejado su teléfono en la cocina.

Rápidamente saltó de la cama y corrió al piso de abajo a buscar su arma su y teléfono pero ya no estaban allí. Sin pensarlo dos veces tomó un cuchillo y una linterna de un cajón y subió preparada para lo que fuera que pudiese suceder.

Al llegar arriba entró lentamente a su habitación, encendió la luz y para su sorpresa, no había nada. Al revisar mejor notó que en la ventana había algo escrito con un marcador azul. Lo que fuera que estaba escrito parecía no tener sentido pero al voltear su mirada al frente y ver al espejo que estaba al lado opuesto de la ventana descifró el mensaje; LÉEME, en la ventana estaba escrito LÉEME.

Lo primero que vino a su mente fue el sobre que había dejado en la mesa del comedor y que aún no había leído. Si había una razón para que estuviese pasando por eso, era por ese maldito sobre.

Alterada y con deseos de acabar con lo que parecía ser una broma de mal gusto, bajo nuevamente, tomó el sobre, lo abrió y notó que dentro de él había una nota que decía;

ABRE LA PUERTA

Aun sin entender bien lo que estaba pasando, y con cuchillo y linterna en mano caminó hacia la entrada, encendió la luz, abrió la puerta y vio una pequeña caja en suelo.

Miró de un lado a otro para ver quien había dejado el paquete pero todo estaba solo, obscuro y en completo silencio, era más de media noche y al parecer era la única que estaba despierta en todo el vecindario.

Por un momento creyó que todo era una broma de Richard por no querer salir con ella pero para su desgracia no lo fue así. Se agachó, puso la linterna a un lado, tomó el cuchillo, abrió la caja y lo que encontró la dejo sin palabras. La caja tenia adentro su celular, su revólver, otra nota y UN CORAZÓN HUMANO.

A pesar de la grotesca escena, de las que ya estaba acostumbrada a ver, tomó la nota que estaba doblada, la extendió y en ella decía:

AHORA ES TUYO...



El asesino de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora