50. DOLOR, RECUERDOS Y VENGANZA

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Impertérrita e inmóvil, mantenía la mirada fija en la nota mientras con desconcierto y preocupación asimilaba lo ya ineludible; un asesino llamado pasado la perseguía y, de no enfrentarlo, jamás podría huir de él. Los recuerdos eran su arma, el dolor su motivación y la venganza a lo que recurre para matar lo que nunca pudo olvidar.

Con la caja y la carta intentaba evidenciar que tanto él como ella tienen un mismo pasado y un mismo interior que ahora estaba a la vista, lo cual podría estar vinculado con lo siempre mencionado en las cartas y llamadas, esa conexión sombría entre ambos y el inevitable reencuentro que se avecina.

La rosa en la caja no era más que otra simbología, esta vez para referirse al estado de su psique y corazón, destrozados y envueltos entre espinosas reminiscencias cubiertas en sangre para opacar el sufrimiento tras ellas. Tanto texto como objeto cohesionaban evocando el mismo mensaje; La sangre podrá silenciar los recuerdos, pero no el dolor de un alma abatida, la pena de un corazón roto y la carga una mente fragmentada.

Con su macabro juego ansía forzarla a aceptar quien es en realidad, anhela ver revelado aquel lado oscuro que por tanto tiempo ha mantenido bajo las sombras. Quiere que acepte que ambos son iguales, que están unidos y nunca podrán escapar de lo que hicieron.

Sin dilación tras su lapso reflexivo, sacó las llaves que le pendían del bolsillo, abrió la puerta y se dirigió al comedor llevando la caja consigo; una vez ahí, puso el paquete sobre la mesa y con ayuda de unas pinzas para cocina, procedió a inspeccionar el interior en busca de más indicios.

A primera vista parecía no haber más que una flor despedazada y simples espinas, sin embargo, bajo ellas y la sangre que las cubría, destacaba un sobre plástico de brillante acabado e intenso color añil. Superficialmente entreveía varias hojas de papel lo cual constató luego de abrirlo y extraer su contenido.

Acomodando sobre la mesa cada una de las tres que contenía, comprendió que realmente se trataba de collages con recortes disimiles de revistas y periódicos, cada uno con un título diferente en la parte superior:

Dolor, Recuerdos y Venganza.

Entrando en detalle partiendo con el collage de "dolor", notó que este constaba de imágenes aleatorias entre las cuales se distinguían cámaras de vídeo, un bate de beisbol, una libreta negra, herramientas de mecánica, hombres de traje, corbatas azules, basura, un ataúd, cartas y hasta una escoba.

Contextualizando las imágenes, sobrentendía por el título que aludía a todo aquello relacionado con el dolor que él debió experimentar en más de alguna etapa de su vida, quizá los traumas que lo convirtieron en el genio malvado que es ahora, posiblemente alguno, o varios, relacionados con ella.

La mayoría de elementos resultaban desconcertantes, sin embargo, uno en específico fue el detonante de una reacción en cadena que daría sentido a muchas cosas; las corbatas azules. Eran las mismas seis, de la misma marca, color y estilo de las que usaban los participantes de aquellas hórridas reuniones de su adolescencia.

La idea parecía descabellada, sin embargo, tomando en cuenta el contexto del collage, cobraba sentido; el asesino fue una de las víctimas de las dîners de sang innocents (cenas de sangre inocente).

Él sabe quién es ella y conoce su pasado porque fue parte de él. Conoce parte de su lado sangriento porque él lo vio emerger, quiere ver la rosa blanca teñirse de sangre como aquella vez, él era el chico al cual sus padrastros iban a abusar, quien ahora regresa para eliminar esa única parte de su pasado que sigue viva.

Hasta ahí todo parecía "obvio" , pero teniendo en cuenta las demás víctimas, pruebas y pistas recabadas durante la investigación, concluir sus verdaderas intenciones únicamente en base a este hallazgo resultaría infructuoso para el caso. Al menos ahora conoce el porqué de su obsesión hacía ella, pero eso no acaba ahí. Si algo le ha dejado en claro durante todo este tiempo es que nada es lo que parece.

Posteriormente, en el collage de "recuerdos", lo plasmado resultaba ser aún más inquietante que lo anterior; artefactos de tortura, una libreta roja, ojos azules y varias letras entre ellas la "B", "K", "N", y "L" destacaban por lo singular de su connotación.

Dichos detalles podrían formar parte de su memoria criminal, ya que las iniciales, al menos la letra "L", repetida nueve ocasiones, coincidía con los nombres de las víctimas, así como las máquinas que encajaban con las empleadas en los asesinatos. Sumado a los ojos azules, patrón característico en la selección de sus presas y marca tangible en los cadáveres e indicios que deja a su paso, indicaba que iba por buen camino respecto a sus hipótesis.

El diario, al igual que las demás letras, deben representar algo aún más profundo de lo que aparentan, sin embargo, por ahora no podía deducirlo con claridad.

Por último, el collage de "Venganza" era el menos cargado visualmente, pero en cuanto a interpretación sin duda era el más complejo, intrigante y a la vez familiar.

Contaba con una libreta azul, un cuchillo, nueve rosas, un ojo azul y en el centro, un corazón roto.

Con este college se percató de un pequeño pero importante detalle, las libretas se repetían en todos los collage, pero en distintos colores; negro/dolor, rojo/recuerdos y azul/venganza. Teniendo eso en mente, era posible que se tratacen de bitácoras personales en las cuales maneja un registro con sus planes, víctimas y asesinatos, o quizá sean los diarios en los cuales plasma cada sentimiento.

Era una pista nueva bastante ambigua pero prometedora, algo de lo cual tendría que indagar a profundidad.

Detalles tomaban forma mientras otros permanecían en misterio, todo era demasiado obvio para ser cierto, trata de exponerse adrede, pero ¿con que objetivo?

En medio de su análisis, el sonido de pisadas  provenientes de la entrada se acercaban hacia ella seguidos de una  irritante voz.

— ¡Elizabeth! Que sorpresa, no te esperaba ¿qué haces aquí? ¿que es todo eso? —exclamó Liz entrando de repente.

—Evidencias —respondió sin cavilar cubriendo los collages

—¿en casa? Claro —replicó con sarcasmo —al igual que la sangre en la entrada, el corazón en la nevera, la cabeza en la basura y ni hablar de la vajilla despedazada, dime ¿también son evidencias o recuerditos de tus citas? —enfatizó

—¿A que te refieres? —cuestionó intrigada —No recuerdo haberte hablado al respecto

—Digamos que tengo un tercer ojo, un sexto sentido y nueve vidas así que me entero de todo cariño

—no sabía eso de ti, supongo que ese tercer ojo lo tienes entre las piernas, tu sexto sentido es meterte en lo que no te importa y tienes ganas que te quite una de tus vidas ¿no es así? —espetó riendo sarcásticamente

—Oye, tranquila, te vez algo alterada —comentó austera —imagino que se debe a que ya se acerca el aniversario de "el día" pero eso no importa —expresó —tengo mejores cosas que hacer que discutir contigo

—eres una perra—exclamó molesta

—una perra que sabe mucho —respondió —no pierdas la cabeza cariño, podrías quedar loca, de nuevo ­—exclamó entre risas yéndose a su cuarto.

La actitud de Liz y sus palabras eran por demás turbias, siempre lo han sido, pero últimamente ha estado actuando más raro de lo normal. Desde el día que llegó supo que sería un problema, sin embargo, aún no puede deshacerse de ella.

Mantén a tus amigos cerca, a tus enemigos aún más y a los asesinos a tu lado.

El asesino de ojos azulesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora