CAPÍTULO VII: CONOCIENDO GENTE

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Ya en el exterior me puse un cigarro en la boca. Lo necesitaba.
-No se permite fumar- Fue la primera advertencia del personal de seguridad.
-¿Ud. sabe quién soy?-pregunté.
-Si no es el inspector municipal que viene a controlar las normas de seguridad, es el escritor. Miss Catherine D’Onnelly nos advirtió.
-¿Eso es bueno o malo para mí?
-No sé decirle. La orden, sea uno o el otro, es que puede recorrer el lugar las veces que lo desee. No olvide lucir su autorización.
Hice un bollo con el pucho, lo tiré a un cesto de papeles y seguí mi camino hasta el gimnasio y campo de deportes.
Impresionante vista. Desde la tribuna se aprecia el Río de la Plata llenando el paisaje de majestuosidad. Vi pasar al tren de la costa.
Luego me dirigí al salón comedor, donde se descompuso William. Por fin recalé en la zona de aulas. Alumnos uniformados, salones bien equipados, computadoras, teléfonos, biblioteca, aire acondicionado en todo el edificio.
Recordaba, con nostalgia, mi escuelita de la Avenida Coronel Cárdenas o lo que es peor, vinieron a mi mente los ranchos mal paridos que se usan de escuela, con alumnos desnutridos y maestros chagásicos mientras los dirigentes hijos de puta se gastan la plata en jodas personales o en campañas mal llamadas políticas. Si no enseñás bien, me dije, o no aprendés muy bien en un lugar como este, tenés que matarte.

-¡Federico! ¿Me permitís?
Una voz interrumpió mis reflexiones.
-Sí, ¿quién sos?
-Soy Geranio, el jefe de disciplina del College. Sé a que has venido, a mí no me la cuentan así como así.
Entrado en años, medio espantapájaros, con los pocos pelos mal teñidos de rojo y despeinados, este personaje se dirigió a mí como si me conociera de toda la vida. Lo escuchaba atentamente, sin decir palabra. Todas eran suyas.
-A ese viejo no lo mataron. No le hizo efecto el Viagra y se suicidó. Era un calentón, se volteaba a todas las que podía.
-Miss Catherine es una linda dama.
-Maquillaje querido, todo maquillaje. Dos tetas y un culo bien pintados y ¡ya! Le lavás la cara y es una chirusa cualquiera. Bueno, a Willy lo enloqueció.
Miraba a todos lados mientras hablaba, de pronto vio venir a alguien y se puso rojo como un semáforo.
– Te dejo porque ahí viene uno de sus alcahuetes y antiguo compañero de travesuras. Es el jefe de personal, Amré Fardam, mezcla de inglés y marroquí, cuidado con ese. Luego nos vemos.
Se escurrió así como había aparecido.
La música del salón de danzas me atrajo y hacia allá fui. Había un grupo importante de alumnas haciendo barras y bailando clásico con música del “Cascanueces”, y la voz de la profesora corrigiendo las posturas.
El hombre se paró detrás mío.
-Siempre es agradable ver bailar y escuchar buena música. Me presento, soy Amré Fardam encargado del mantenimiento y seguridad de la casa.
-Estoy maravillado con la educación que brindan ustedes, es tan completa que da ganas de volver a empezar.
-Sin embargo la rebeldía juvenil está presente, normalmente no ven la hora de irse, sienten que los reprimimos, que somos poco sensibles cuando en realidad es todo lo contrario, sólo piensan en terminar sus estudios y egresar.
-¿Y cómo superan semejante actitud, o es sólo rebeldía juvenil?
-Es rebeldía porque al ser adultos y padres, regresan con sus hijos. La preparación para la vida en este Instituto, es integral y de muy alto nivel académico.
– ¿Y, sí!, la zona es muy rica, ¿qué pasa en las otras escuelas?, las del barrio.
-La educación como la vida, no es la misma para todos, o vos ¿te creés eso de igualdad?
-¡Sí! Me lo creo aunque… veo las diferencias. En realidad más que una creencia es un deseo.
-Algunos pueden elegir, otros no- cada palabra era articulada con precisión.
-¿Vos y el profe fueron grandes amigos?
-¡Sí!, por lo que intuyo es que ya anduvo Geranio con sus habladurías y exageraciones. ¡Ah!, ese gallo desplumado algún día se va a meter en problemas. Buena persona pero de lengua suelta, no siempre es cuidadoso.
Siguió hablando solo, descargando cierta angustia e insistió en su gran amistad con el Sr. D’Onnelly.
-Sí, hace muchos años que nos conocimos, de jóvenes cursamos juntos algunas materias en la universidad de Londres. Los ingleses fuera del trabajo son muy liberales, nos divertíamos de lo lindo, íbamos de juerga y luego el tiempo y la vida nos separaron. Después él escaló una gran posición Nos reencontramos hace unos años acá en Argentina. Tenía su Instituto y me ofreció un espacio de ayuda personal y profesional, me dio la oportunidad de ser su colaborador más cercano. Como ingeniero militar soy responsable del buen mantenimiento del edificio y de toda la seguridad.
-¿Seguridad del edificio y personal?
-Es más complejo que eso, en otro momento te lo explicaré.
-¿Conociste a su primera esposa?
-Sí, por supuesto, los acompañé en todo el sufrimiento de su enfermedad. Se sentía muy solo. Después, la vida continúa. Algunas mujeres se regalan y se meten en la cama con mucha facilidad.
-¿No sos amigo de Catherine?
Dudó y no sólo desvió la vista, también le tembló la boca.
-No aprobé su casamiento, si de eso se trata, pero con el tiempo me fui acostumbrando. Willy siempre gustó de las mujeres extravagantes y que llamaran la atención.

Nos interrumpieron, había un problema, y el viejo con una suave reverencia me dio a entender que habíamos terminado la entrevista.
Amré me pareció cordial y bastante razonable.

Caminé hacia el tinglado de la pileta olímpica, allí estaba Geranio observando la clase aunque me pareció que miraba mucho a los varones.
Me acerqué a él -¿Cuidando la disciplina?
-El ojo del amo debe estar en todas partes.
-Con la cantidad de profes y guardavidas que hay ¿no te parecen suficientes?
-Cada uno en lo suyo. Vos biógrafo, yo disciplina.
-Hace mucho que no visito una escuela, ¡qué lindas chicas!
-Tanto como los chicos. ¿Te gustan tiernas?
-Son muy jóvenes y yo soy chapado a la antigua sólo me gustan las mujeres.
-¡Allá vos!- una leve sonrisa se insinuó con sorna.
-Me refería a que se los ve distintos de otros colegios
-En realidad los alumnos son todos iguales, la diferencia es que estos tienen plata.
-No es un detalle menor.
Hizo un gesto como de un esfuerzo y cambió su tono de voz.
-Yo sé a qué viniste, a mí no me engañan. Ese putañero se quería mucho, olvídate del suicidio. Acá las paredes oyen.
-¿No te enseñaron que queda feo escuchar detrás de las puertas?
-Si murió fue por exagerado o por meterse en la vida de todos.
-¿Cómo es eso de meterse en la vida de todos?
-La gente, padres, alumnos…sabía la vida de todos. Más que una rectoría parecía un confesionario amarillista. Estoy seguro que le encantaban las historias personales y luego se hacía la croqueta. Te dije que era un calentón, que te usaba y luego te dejaba tirado como a ropa vieja, ¡Bueno! Así era él. No vas a poder hacer un prócer de un tipo así.
-Veo que no lo querías ni un poquito
-¡No!, ¡qué va! Siempre lo quise mucho, aún cuando me dejó como a un trapo viejo que ya no te sirve. Lo admiré con sus grandezas y bajezas. Pero ahora de grande… cómo se explica su casamiento y las pastilleadas para seguirle el tren a ésa. ¡Me voy! Estoy hablando demasiado y me sube la presión.

Salí detrás de Geranio, necesitaba fumar. Suficiente por hoy me dije. Enfilé hasta la orilla del río, ver el agua y la caída del sol, me relajaría y podría acomodar mis ideas. Sólo pasaron unos segundos cuando se acercaron un grupo de alumnos.
-¡Hola! campeón, ¿cómo estás?- saludaron a coro.
– ¡Bien!- les respondí algo sorprendido -¿Nos conocemos?
– Vos no sabés quiénes somos, pero te vimos en “Katraz” fajando a un tipo, ¿sos pato vica del boliche?
-¡No!, ¡que va!, eso fue para ayudar a una amiga.
– ¿Qué hacés en el cole?
-Estudiando un poco y ayudando otro poco.
No se interesaron por más.
-Si querés te invitamos a jugar con nosotros. Los sábados por la mañana hacemos fútbol y por la tarde rugby ¿podrás venir?
-Cualquier sábado me sumo
– Hora de irnos a clase. ¡Nos estamos viendo!
-¡Chaú!

Después de este encuentro apuré mi salida, debía encontrarme con Miss Mónica y luego verme con Eduardo.

MUERTE EN LA ESCUELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora