CAPÍTULO XXXI: CARA A CARA

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A las 23 horas estacioné frente a la entrada del hotel, me detuve, miré a ambos lados para asegurarse que Amré ni nadie me siguieran. Entré.
Atravesé la recepción sin problemas, me dirigí al ascensor. Subí al 7mo.
Toqué a la puerta. Abrió una empleada. Entré.

Nos encontramos en la sala de estar de la habitación. Nos saludamos y tomamos asiento en los sillones uno frente al otro.

-Acá nos encontramos señora Duggan
-¡No!, usted se ha confundido soy su secretaria, ella desde diciembre pasado que no regresa al país.
-¿Y esto, cómo lo explica?

Arrojé unas fotos sobre la mesa ratona. Ella al verlas se turba, entonces insisto diciendo –Duggan o Smitt, como prefiere que la llame. Seguramente en la habitación contigua está su pequeña hija Marilyn, la inocente usada para matar.

Ella me miró profundamente, ya compuesta me responde.

-Comprenderá que no tengo obligación de hablar con usted… ¿Va a llamar a la policía?
-¡Debería!
-No tenía que morir…iba a ser sólo una descompostura que lo pondría en evidencia.
-Por su venganza ha comprometido a una pobre mujer. Su ayuda puede evitar que ella vaya a la cárcel por muchos años.
-Sólo sería un susto. No más.
-¿Por qué una persona como usted apeló a una ingenua como Monique?
-Una persona como yo, ¿qué sabe usted de mí?
-Lo que contó Monique
-Monique ni se acordaba de mí y eso me animó para hablarle. Cierto día estaba sola en su oficina y le tiré de la lengua, sabía de su situación por la amistad de mis padres con el viejo Rector. Una amante despreciada y casi esclavizada me iba a ayudar. Le narré una historia para que me ayudara.
-¿Es que lo sucedido no fue verdad?
-Sí que lo fue.
-¿Y Amré qué tuvo que ver?
-Por mis padres que eran amigos del Rector sabía que Monique odiaba a Amré y debí mentir para incentivar su odio y tenerla de aliada. Estaba desesperada, años planeando cobrarme y no podía permitir que los temores de una solterona aburrida me interrumpieran. Sólo sería un susto, no estaba prevista otra cosa.
-El resultado final fue la muerte y eso no se arregla, no hay retorno.
-Hay cosas peores que la muerte y yo las he pasado.
-Eso se lo podrá contar a la justicia, podría ser un atenuante.
-La justicia… ¿Dónde estaba la justicia cuando fui una niña abusada?

Se le escapan las ácidas lágrimas del dolor.

MUERTE EN LA ESCUELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora