CAPÍTULO XXV: PATSY

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Me reuní de inmediato con Eduardo.
-¿Cómo supiste que la mujer del reloj era Mónica? Podía haber sido cualquiera-serio y preocupado, así me recibió.
-Fue deducción y corazonada. Estudié el marchandaise del colegio y allí descubrí que los relojes de oro eran para personalidades y los demás para empleados o funcionarios menores. Cuando Marcelo y Hernán me comentaron de los empleados favorecidos por la generosidad del Profe.
-¡Flor de hijo de puta ese profe, a mí, su agente de seguros, no me regaló ningún reloj!
-Como te decía, la generosidad me hizo pensar en quiénes podían ese Gran Día usar un reloj plateado, con el logo del colegio, de dudosa calidad.
-Podría haber sido de gran calidad- dijo Eduardo.
-¡No!, los de buena calidad, los dorados, no se le dan a los empleados.
-Sin discusión- asintió el jefe.
-El brazo de la foto indicaba una mujer. El personal no iba a estar entre los jefes, sólo podían estar su mujer y su secretaria. Cathy no usaría una baratija. Sólo usaría excelentes alhajas, las que ya había visto en otras secuencias de la fiesta. Por descarte me quedaba Mónica.
-¿Y si te hubieses equivocado?, ¿sabés en que lío te metías?
-Le habría pedido disculpas o vos me hubieses tenido que defender. ¿Qué tal?
-No abuses de tu intuición, detective. ¿Cerramos el caso?
-No puedo. Respondí.
-¿Qué?, ¿te volviste loco? Ahora está en manos de la Policía. Esto es asunto terminado.
-Mañana hablamos, por hoy es demasiado.
Salí de la oficina silbando bajito. Eduardo y yo sabíamos que esta historia la íbamos a seguir "hasta el hueso".

MUERTE EN LA ESCUELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora