CAPÍTULO IV: LA ENTREVISTA

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A la mañana siguiente, faltando poco para las 10 horas, estacioné frente al colegio. Me presenté en la cabina de entrada. Abrieron la reja que da al jardín y una mujer uniformada de guardia privada me acompañó hacia la zona de oficinas. Ingresamos al edificio y circulamos por un largo pasillo donde se cruzaron algunos alumnos muy bien uniformados hablando inglés entre ellos.
Seguí a la mujer guardia y a sus imponentes curvas, me llamé a sosiego.

Llegamos a un mostrador de recepción que franquea el paso a la secretaría. Hasta allí me acompañó la custodia. Me presenté. Di mi tarjeta.
-¡Buenos días, soy Pecthos Branka y me esperan en la rectoría
La empleada, con mi tarjeta en la mano, me pidió que por favor la siguiera.
Caminamos hasta la oficina que decía “secretaría”. Pasamos y mi acompañante me presentó -Monique, el señor Pecthos Branka y le pasó mi tarjeta. A tono de despedida me dice – Miss Monique, la secretaria lo atenderá.
Quedé frente a Monique. Una mujer cuarentona muy bien arreglada y con una gran belleza natural y modales muy elegantes. Me acompañó a la sala contigua, que es la oficina de la viuda y actual rectora.
– Póngase cómodo en un instante vendrá Miss Catherine- salió dejándome solo.
Me sorprendí porque no era una oficina tradicional. Me encontré con un mini bar, mullidos sillones, buenas pinturas en las paredes, tenía un Mihaulescu original, signo de refinamiento, y una lámpara dando cierta intimidad al lugar. Estaba absorto cuando apareció la viuda. Se presentó como la actual Rectora y dueña del Colegio.

-¡Buenos tardes!, ¿señor…?- se inclinó a leer mi tarjeta que estaba sobre el bar.
-Buenas tardes señora, Federico G. Pecthos Branka, seguros. Nos dimos las manos.
-Siéntese, estaremos más cómodos
-¡Gracias!- no estaba cómodo porque la despampanante viuda me inquietaba.
-¿Café?
-Gracias, bien negro por favor
Ella aprieta un botón del intercomunicador y pide -Un café fuerte y otro liviano.
La joven viuda antes de entrar en tema sintió curiosidad por mi nombre. -¿Qué significa la G?
-¿La G? Es un punto del que prefiero no hablar.
Hizo como que no me escuchó aunque noté que esbozaba una tenue sonrisa.
-Federico es el nombre del hijo del mejor amigo de mi padre y los apellidos son casualmente un homenaje a Borges y Casares, cosas de la vida
-De su compañía me han informado que su visita es por la póliza de seguro de vida de William, mi marido.
-Investigación de rutina.
-Imposible saber todo lo que hacía Williams, siempre fue muy activo y no se tomaba un minuto de descanso. Defendía su independencia a capa y espada. Después de la desgraciada muerte he asumido la actividad de relaciones públicas además soy la Responsable Legal del Instituto y he buscado un reemplazo como Rector pedagógico en uno de nuestros profesores, pero el complejo de esta casa lo manejamos entre varios, el contador, el abogado y un buen equipo de amigos. En cuanto a seguros, pagos, cobranzas y todo lo que a dinero se refiere lo maneja la administración. Para mí es demasiado. Debe hablar con el contador.
-Rectora, lamento traerle un trabajo más pero debo testimoniar y documentar que el deceso de su marido ha sido por muerte natural.
La miraba fijamente y noté que sus ojos se agrandaron ante la sospecha, su cuerpo y mente se mantuvieron fríos y calculadores. No hubo reacción.
-Hay un certificado médico que de manera oficial y ante la ley brinda la certeza de la muerte no traumática de mi difunto esposo.
-Lo sé aunque no es suficiente, si su abogado lee las cláusulas del contrato verá que habla de verificar ciertos aspectos con testimonios. Para ello necesitaré, insisto, de su ayuda.

Se oyen voces que salen por intercomunicador y nos distraen.
-Siempre olvido cerrar este aparato
-Corre el riesgo de que la escuchen del otro lado
-¡No!, imposible, yo puedo escuchar a todos en todo el edificio pero no ellos a mí.
-¡Qué interesante!
-Interesante y práctico. Volviendo a lo nuestro, mi abogado me habló de tal posible investigación. No la creo necesaria. Debo recordarle que trabajamos con lo mejor de la sociedad argentina, nuestra población es muy sensible y cualquier inconveniente puede transformarse en un serio problema, ¿usted se imagina lo que puede significar que trascienda que hay dudas en la muerte de mi William?
-Lo he pensado y me haré pasar como un biógrafo que desea hacer un trabajo referente a la vida del señor Williams O’ Donnelly. Molestaré lo menos posible.
-¡Buena idea! No hay nada que ocultar, le daré un pase absoluto, pero deberá hablar con el doctor Jorge Stanton que fue su médico y amigo y es quien lo asistió el fatal día y es quien extendió su certificado de defunción.
-Así es, debo corroborar algunos requisitos de la póliza. La rutina pide que informe todo lo referente a salud, hábitos, riesgos que corría, si es que los corría, vicios, etc. Seré discreto y le agradezco su colaboración.
-Señor, aunque yo no colaborara, usted investigaría de todas formas.
Fue suave pero con voz firme y terminante.
Tanta arrogancia aumentaba su belleza y despertaba mi curiosidad. No debo distraerme, recién entro y en menos de diez minutos encontré tanta belleza femenina que más que un colegio parece un centro de modas.
Volví en mí. -Así es, debo investigar.
-Hablaron de suicidio, mi marido no era del tipo pesimista.
Nos quedamos mirándonos.
Retomé el diálogo tratando de ser amable.
– El doctor Ellemberg mencionó uno de los requisitos de la póliza que habla de suicidio, eso no significa acusación alguna. Sé que tenía unos vinos guardados para el día de su muerte, también sé que sus amigos brindaron con sus doce botellas de “Cöte du Rhon”. ¿Cómo llamaría usted a eso?
-Esa fue una tontería de su amigo francés Georges, siempre tan bromista. William sólo le siguió la corriente, él decía que un buen vino ayudaba a llorar mejor y a dejar un último buen recuerdo.
Noté un cambio sutil en su voz.
-¿Podría hablar con el tal Georges?
-Por supuesto, el único inconveniente es que está en Europa, en Bayonne, cerca de Biarritz, en la región vasco-francesa visitando familiares y no sé cuándo regresa.
-¡Bien!, mañana comenzaré mi trabajo. Antes quisiera recorrer las instalaciones.
-Llamaré a Monique para que lo acompañe, esto es muy grande y no se permiten visitas sin acompañante.
-Gracias, ¡Buenos tardes!- salí en busca de la secretaria.

***

Caminamos juntos por pasillos adornados con carteles y dibujos de temas escolares.
Nos detuvimos ante una enorme puerta vitriada que da al exterior.
-Desde acá se ve lo más utilizado: aulas, comedor, gimnasio y por supuesto las pistas de atletismo y allá al fondo, como un regalo a la vista, el Río de la Plata
-Ya veo, no falta nada. Este colegio es muy lindo, ¿Son muchos estudiantes?
-Más de mil quinientos alumnos y cerca de doscientos miembros del personal.
-Si esto fuera un pueblo tendrían que elegir intendente y hasta jefe de policía.
-No cabe la menor duda.
-Voy a instalarme por unos días a trabajar con ustedes.
-¿En qué función?
-Veré si puedo hacer un film con la biografía del rector fallecido.
-Vendré mejor maquillada.
-Así estás muy bien.
-Gracias
-Tengo la sensación de que la buena presencia es imprescindible entre ustedes.
-Algo así aunque la inteligencia y el conocimiento cuentan mucho.
-Como debe ser- miré mi reloj-Ya es hora de irme, mañana nos vemos. Salí.

MUERTE EN LA ESCUELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora