XX • UN TRAGO AMARGO

1.1K 135 14
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Cada vez que cierro los ojos lo veo, con sus ojos marrones mirándome fijamente.
Siento sus labios jugando con los míos. No podía explicar cómo era besarlo, nunca había sido besada de esa manera, nunca había sentido esa contracción involuntaria en mi vientre por su cercanía ni esa necesidad de apretarme contra su cuerpo. Era un sabor agridulce, una sensación bastante extraña para mí.
Al principio, sentí que estaba con un completo extraño, porque, para ser sincera, esa faceta de Allard apenas la estaba conociendo... pero me sentía segura en sus brazos, me sentía en casa.

Todo parecía bello, pero yo más que nadie sabía cuál era mi cruel realidad.
Aunque todo tenía aspecto de cuesto de hadas, era todo lo contrario.
Nadie podía saber de mi relación con Allard, de lo contrario pondría en riego su propia vida y el bienestar de mi reino; también estaba la cuestión del tiempo, tanto él como yo sabíamos que lo nuestro no sería eterno, sabíamos que sería bueno mientras durara pero que en mucho o poco tiempo yo me tendría que alejar para dar la cara por mi pueblo y ante eso ninguno de los dos podíamos hacer nada, sino, serian dos vidas las que estarían en riego.

El sol entraba por mi ventana abierta hasta la cama donde me encontraba recostada, Dorothea había conseguido que Saith le diera un paseo al príncipe Xavier por el bosque mientras ella acondicionaba la cabaña de mejor manera.
Me había sorprendido la actitud de Allard al principio, maldiciendo el nombre de Xavier una y otra vez hasta el cansancio cuando me contó la propuesta de mi cuidadora. Él no se encontraba cómodo con la presencia del príncipe en el bosque, no solo por mí sino por todo lo que se podía encontrar; pero no había mucho que hacer al respecto, después de Saith ―quien claramente no acepto después de las disculpas y propuestas de Allard― estaba él, Allard, quien no mostró el más mínimo entusiasmo con el caso, inclusive, sus palabras resonaban en mi cabezas.

―Sabes bien que no podré resistirlo, aún no conozco al tipo y ya lo desprecio, creo que si no volvemos de inmediato seguramente es porque estaré ocupado cavando un pozo para enterrarlo o buscando una buena manera de deshacerme de su cadáver.

No era posible que él hiciera cosa semejante... pero era Allard, un brujo con poca experiencia en pociones y con celos allanando su mente.

Sí, seguramente todo estará bajo control. Se burló mi subconsciente.

En fin.
En conclusión, estaba aburrida. Permití que el sol tratara de darle más color a mi piel, pero los escasos rayos que se filtraban por la ventana no hacían más nada que impedirme ver a totalidad.
Por primera vez no tenía ganas de hacer nada. No quise leer o escribir, ni siquiera traté de moverme de la cama en cuanto el príncipe se alejó junto al cazador.

Un par de toques se escucharon en la puerta.
No tenía necesidad de preguntar de quién se trataba, simplemente le pedí a mi cuidadora pasar.

―Necesito que des tú visto bueno― soltó Dorothea de lo más casual.

―No comprendo― musité sin molestarme en mirarla al menos.

Había una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora