XVII • ALLARD

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Su rostro era un cuadro, se le notaba realmente molesto. No parecía haber sido mi mejor idea, ahora tomaba en cuenta las tantas desventajas que tenía contra él. Desventajas que no había tomado en cuenta antes, ¡maldita sea!

Sus ojos me miraban como si quisiera asesinarme, se notaba su molestia inclusive en la forma tan irregular en la que su pecho subía y bajaba al momento de respirar, en la manera en la que su barbilla se tensaba al momento de mirarme.

―Le recomiendo que aleje eso de mí, por favor― farfulló entre dientes.

Las manos me comenzaron a temblar, ya no podía ni siquiera pensar con el nerviosismo que se estaba apoderando de mí. En lo único en lo que podía concentrarme era en la sensación que dejaba la tela de la manga del vestido que trataba de bajarse más de lo común, lo único que quería hacer era subirla sentirme menos presionada, pero me era casi imposible apartar mis ojos del mentiroso cazador, era en él en quien debía concentrarme.

―Le recomiendo que por su propio bien suelte eso, no lo voy a repetir.

―No me has respondido― demandé esperando que mi voz no temblara demasiado.

―Si suelta esa daga, le prometo que podemos hablar como personas civilizadas.

―Para tu mala suerte, hace rato que ya no confío en tu palabra.

Mis últimas palabras parecieron causarle algún efecto, pues su humor se apaciguó de repente. Tantas veces que me preguntó si confiaba en él y tantas veces que mi respuesta fue un sí, también a mí me resultó extraño musitar aquellas palabras sin siquiera titubear y sin siquiera pensarlo dos veces.

―Si no confía en mi palabra... le ofrezco mi vida― titubeó sin basilar.

La sangré se me heló con aquellas cuatro palabras. Sonaba resignado y sincero, pero ya me había engañado en más de una ocasión con su perfecta interpretación del hombre honesto.

―¿Y para qué he de querer yo tu vida?

―Sé que para alguien como tú... es decir, para alguien como usted, la vida de alguien como yo es demasiado insignificante, pero es lo único que poseo verdaderamente.

―¿Y cómo sé que no me volverás a engañar? Ya lo has hecho antes.

Extendió sus manos hasta mí, haciéndome retroceder un paso: ―Puede tenerme como su prisionero si es que así puede tener un poco de paz.

La oferta me era bastante tentadora, pero no me gustaba su actitud sumisa, él era todo lo opuesto. Finalmente decidí liberarlo y guardé la daga de vuelta en su lugar.

―Esta es tu ultima oportunidad para ser honesto, de lo contrario, te prometo que haré lo imposible para hacerte lamentar cada mentira que me has dicho, Saith― musité a regañadientes.

―Allard― musitó tan bajó que más bien parecía haber susurrado.

―¿Qué es lo que dijiste?

―Me ha cuestionado sobre mi nombre, ya no veo el caso para seguirle mintiendo, mi verdadero nombre es Allard― estaba bastante sereno, casi daba miedo la tranquilidad con la que hablaba.

Tenía tantas preguntas, tantas cosas que aclarar y a él frente a mí, un libro que estaba dispuesto a abrirse para responder todas mis incógnitas voluntariamente. Pero sabía que no me podía fiar demasiado de él, sabía cómo envolverme en sus mentiras sin yo darme cuenta, necesitaba estar más concentrada de lo común, no perder ningún detalle de sus palabras y sus gestos.

―¿Eso significa que responderás mis preguntas? ¿Cada una de ellas?

―Es lo que me ha pedido y he prometido, no parece que tenga más opción.

Había una vezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora