VII-I

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Por alguna extraña razón, mi respiración se mantuvo calmada en cuanto desperté. En los segundos que transcurrieron en que comprendí que no estaba muerta, mi mente ideó miles de posibilidades de lo que podría encontrarme, qué esperar de ellos.

Ellos.

Estoy en el mundo de Zoe, ¿verdad? Es lo único que extrañamente tiene sentido, y no, como una idiota no me di cuenta hasta que los vi. Lo poco que llegué a ver, fue exactamente como ella me lo ha mostrado a lo largo de este tiempo. Jamás en mi vida vi un bosque como ese, las nubes irreales que se mantienen en ese ambiente cubierto por tinieblas, oscuridad.

《Es como si simplemente te hubieras transportado a tus pesadillas》

Sin embargo, hay algo que me preocupa demasiado, y es que no recuerdo haber soñado nada.

La primera vez que no lo hago en meses.

Meses.

¿Será que Zoe me mintió, y una vez que me metió en esto, ha desaparecido? ¿Cómo se supone que logre mantenerme cuerda aquí? ¿Me dejarán vivir? ¿Pero qué se supone que les diga?

Me quedo observando mis pequeñas manos entre las penumbras. No pestañeo, sin quitar la vista de la suciedad, la sangre seca, y heridas, de aquellos dedos que unas vez se encontraban en perfectas condiciones, con uñas que prácticamente han desaparecido, un momento pintadas de un púrpura brilloso.

《Tal vez no vuelva a ver a mis padres》

Los sollozos se escapan de mis labios cuando pienso en eso; en el último beso de mamá, en la última sonrisa de papá. Me abrazo a mi misma, mientras me permito llorar en silencio dentro la pequeña habitación a la que me han arrojado como si solo fuera basura. Puedo incluso imaginarme hecha ovillo en un rincón, temblando de miedo, llena de dolor.

Tiro del borde de mi vestido luego de abrazar mis rodillas, en un intento para cubrir la piel herida y congelada. Una vez más, mi cabello ayuda para que desaparezca por un momento.

No me muevo cuando escucho a alguien entrar. A través de los mechones de mi cabellera logro
divisar a dos personas, uno de ellos con una antorcha, la cual luego deja apoyada en el suelo. El lugar en que me encuentro es tan estrecho que en veloces pisadas se encuentran frente a mí. A pesar de que no me he movido aún, agradezco por un segundo la calidez del fuego que llega desde lejos.

Una de las personas se arrodilla frente a mí, por un segundo sus ojos escanean mi cuerpo, siento cómo su mirada viaja desde la punta de mi pies hasta el último insignificante lunar. Logro apreciar la confusión o al menos, eso creo, debido a que mantienen sus rostros cubiertos.

Un suspiro audible sale de él antes de hablar - Mira, tu debes tratar de explicarnos quién eres, y qué hacías espiándonos-susurra con cuidado, dejándome saber que es aquel muchacho de voz dulce. 《Familiar》.

Guardo silencio para no decir algo que pueda, si es posible, meterme en una peor situación.

Ansioso, la otra persona camina por el escaso espacio en el que nos encontramos, para finalmente detenerse frente a mí, posicionándose se la misma manera que su compañero. Sin embargo, su mirada es completamente diferente, llena de sentimientos negativos, tal vez, desprecio.

Su mano ataca mi espacio personal, sorprendiéndome; sin cuidado de lastimarme, toma mi muñeca, acercándola hacia su pecho. En cuestión de segundos, con su otra mano acerca un pequeño cuchillo, y hace un corte de forma vertical. Un chillido se me escapa, y trato de apartarlo, pero no me deja, sus dedos presionan con fuerza para que permanezca en la misma posición. Su ceño se frunce mientras observa la sangre fluir.

Azael | 1 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora