XVI-I

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Han pasado ya cuatro días desde lo de Race.

Y yo retrocedí.

No quiero verlo, no quiero ver a nadie. Cierta amargura se instaló en mi sistema, una tristeza que me quitaba el apetito, las ganas de hablar; lo único que quería era quedarme todo el tiempo recostada sin encontrarme con ningún rostro, pero no podía hacerlo.

Sin embargo, lo que pasó esa noche me ayudó a entender que sigo siendo la cobarde que no sabe nada de la historia de las personas con las que está obligada a convivir, y que con cada descubrimiento salía más herida. Ya no quiero meterme en la vida de los demás.

Me levanto cada mañana antes de que los demás despierten, hago la comida que será para todo día, y espero a que Ethan me acompañe al río para lavar la ropa, y hacer las demás tareas. Y es solo con él con quien paso el tiempo, un tiempo reducido en el cual casi no hablamos, no hablo.

-Lo de esa noche no fue tu culpa, Zoe-comenta en voz baja, mientras toma la caja de provisiones que le entrego para dejarla sobre la carreta junto a las demás. Hoy iremos a aquel pueblo, el día ha llegado, iremos al lugar donde estará la única persona que podría saber cómo hacer que vuelva mi hogar. El nerviosismo, el temor de no encontrarla me llena.

Sin responder, tomo otra caja del suelo, y se la entrego.

-Zoe...-me mira por un momento, esperando alguna respuesta de mi parte, pero no llega-No has hablado sobre ello, y no hace bien, no comes, incluso pareces más cansada que cuando apenas llegaste.

Porque no he estado durmiendo, él no lo sabe. No sabe que noche tras noche cuando cierro los ojos, sueño. Nuevamente comencé a soñar cosas mucho peor que las pesadillas, y no son recuerdos de Zoe. Soy yo, junto a mis padres, junto a mis amigos de la infancia, incluso junto a Race y Sook. Junto a un Azael que me ama. Cada vez que intento descansar, las imágenes aparecen detrás de mis párpados, llevándome a un mundo imaginario, extraño, pero que por alguna razón me hace feliz. Despierto temblando, con náuseas, y dolor de cabeza, por eso prefiero no dormir más, esperando que esas fantasías irreales se alejen de una vez.

Tomo una respiración profunda, y sigo entregándole las cosas.

Ethan toma la caja de mis manos, pero la deja a un lado. Da unos pasos hasta quedar frente a mí. Me quedo mirando su pecho subir y bajar con tranquilidad-Zoe, por favor, háblame-ruega, colocando una de sus manos sobre mi hombro.

Me remuevo ante su toque, alejándome, y observo su rostro en el instante que lo hago, en el cual aparece una mueca de sorpresa-Zoe...

<<Quiero decirle, pero...No>>

-Zoe...

-Solo estoy cansada, Ethan-susurro finalmente-Estoy cansada, y confundida.

Apartándome de él, lo rodeo para seguir subiendo las cajas.

-¿Y por eso te alejas de las gemelas y de mí? ¿Hicimos algo mal? -pregunta a mis espaldas. <<Por supuesto que no, es todo lo contrario, ustedes hacen las cosas tan fáciles, pero no quiero acostumbrarme>>-Está bien-dice finalmente, dándose por vencido, la decepción en su voz, me quiebra un poco más-Debes ir a hablar con Azael, te va a contar sobre cómo serán las cosas una vez que lleguemos al pueblo.

¿Azael?

-¿No puedes decirme tú?-pregunto en voz baja. Me giro para mirarlo, encontrándome con aquellos ojos claros y dulces.

Ethan niega-No, es demasiado complicado. Ve, yo termino.

Asiento, aceptando sus palabras, y me vuelvo hacia la entrada del búnker, sin embargo, la imagen de su rostro con aquella mueca de tristeza vuelve a pasar por mi cabeza, y eso provoca que en el momento en que mis ojos están por desaparecer de su vista me detenga, y hable.

Azael | 1 | Completa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora