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-No quiero que lo hagas, es demasiado peligroso...-sollocé, sin dejar de abrazarlo. Necesitaba tocarlo, saber que estaba junto a mí, y creer que lo estaría para siempre.
-Sabes que lo haré, haría cualquier cosa por ti-respondió con firmeza, mientras me tomaba de las muñecas, alejándome de su cuerpo. La adrenalina me cubrió al comprender que lo haría. Me dejaría, y era imposible que se salvara.
Negué, dando un paso más, pero otros brazos me rodearon.
-¡No!-grité desesperada, mientras que inútilmente luchaba contra el agarre de la otra persona que me estaba apartando de él-¡No quiero que lo hagas! ¡No! ¡Azael!
-¡Azael!-fue mi voz la que escuché entrar por mis oídos cuando me sentí despertar. Al instante en que abrí los ojos, sentí las náuseas subir por mi garganta. Cubrí mi boca, intentando detener el vómito ante el repentino mareo.
El terror ante la familiaridad de la situación me envolvió: Nuevamente volvía a soñar, nuevamente estaba Azael en mi cabeza y no podía sacarlo de allí. Pero no tenía sentido, nada lo tenía, yo llegué aquí cuando comencé a tener aquellas pesadillas, aquellos recuerdos de la vida de Zoe, pero esto que estaba ocurriendo, lo nuevo que veía en mi mente, no tenía que ver con ella. Y aunque era extraño era de lo único de lo que estaba segura.
Miré a mi alrededor, y recordé que estaba en la habitación de Azael. Mi cabeza palpitaba de una forma dolorosa que tan solo respirar me costaba. Era como si mi mente estuviera al borde del colapso.
No tuve el tiempo para recuperarme cuando de la nada la puerta se abrió. Esperando que solo fuera el dueño de la habitación, me sorprendí cuando vi a Ethan entrar luego de él. Me senté con cuidado, sin apartar la mirada de ellos.
¿Había ocurrido algo?
-¿Está todo bien?-pregunté preocupada, me había dormido tan profundamente sin haberme dado cuenta, y ahora no sabía durante cuánto tiempo lo había hecho. Miré a Azael en busca de respuestas, pero fue Ethan quien respondió.
-Azael quiere que te revise-comentó apretando los labios al mismo tiempo que se acercaba a mi.
-¿R-revisarme?
-¿Crees que no me di cuenta de tu estado?-fue lo único que dijo, demandado entre líneas que no pretendiera negarlo.
Tragué saliva con nerviosismo, ¿me había escuchado gritar su nombre?
Me concentré en Ethan. Este tomó mi temperatura, mis pulsaciones, y con una pequeña linterna apuntó a mis ojos. Cegándome con la pequeña luz blanca, me aparté.
-Disculpa, pero debes mirar de frente-murmuró con preocupación ante mi reacción. De mala gana, y con un intenso hormigueo en las pupilas, hice lo que me pidió.