Llueve Melancolia

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Llego al lugar pactado, doy un chequeo rápido al restaurante para ubicar a Alberto. En un rincón el chico castaño, me saluda con la mano, invitándome a acompañarlo. Cada paso que doy hacia el, es difícil; porque no podemos quedar como amigos. El es simpático, muy gracioso, tiene unos ojos lindos parecidos a los de su prima. Aunque ella lo supera en todo.

Siéntate, por favor – Se levanta todo caballero y al tratar de darme un beso en los labios, lo cambio rápidamente por la mejilla – uhm… ¿Cómo estas? ¿Qué tal tu día?

Vamos a pedir la comida, juro que muero de hambre – Esa fue mi escueta respuesta.

Si, no hay problema – Me regala otra de sus sonrisas de oreja a oreja y llama al camarero para que nos atienda.

No hay muchas personas en el restaurante, las mesas redondas son muy curiosas, en el centro están decoradas con granos de café, y da la sensación de poder tocarlo. Sin embargo un vidrio transparente cubre ese detalle. Me gusta el lugar, sin querer recuerdo cuando le propuse una cita a Cris, ya tenia planeado traerla aquí conmigo, después ver unas películas en mi casa o hacer lo que ella quisiera, sus deseos son ordenes. ¡Ay!, esa niña me robó el corazón.

Me pierdo en el vacio, y mi imaginación recrea la misma escena pero sin Alberto. Una conversación animada, sonreír y suspirar con cada mueca que haga, desvanecerme con el batir de sus pestañas, probar sus labios en cada oportunidad, lo mas seguro es que nos salteemos el almuerzo y vamos directo a su habitación, en la privacidad, nosotras dos querernos, abrigarla por la noche en la cama. Derretirme con sus pucheros y abrazos. A mis ojos es a veces tan infantil y vanidosa, es mi amor.

Mía, yujuuuu… Mía – Veo a Alberto, y al mesero que traía nuestro pedido - ¿Pasa algo? ¿Estas distraída?

No es nada…o mejor dicho, comamos ya después hay tiempo para hablar – Me dispuse a probar el primer bocado de alimento.

Este…ok, como tu quieras Mía – Le veo pasando su mano por sus cabellos, Alberto esta nervioso.

Falta poco para romper esta ilusión que te creaste. Disfruta el almuerzo, y que el silencio sea nuestro amigo mutuo.

Me pasé todo el rato viendo mi plato de comida, y el hecho de que poco a poco todo iba desapareciendo. Alberto preguntaba cosas de rato en rato, tratando de no molestarme. Contesté por educación con un si, no, tal vez, a veces, no me salía el dedicarle más frases.

¿Se habrá dado cuenta de lo que pienso hacer en cuanto acabemos de almorzar?, si fuera el mas inteligente en vez de estar poniendo carita de enamorado, podría discernir el porque de mi comportamiento tan cortante.

El clima anda medio loco, aunque quise atribuirle todo a lo nocivo de los químicos que se utilizan para el consumo diario, nuestro mismo consumismo que nos lleva a generar más residuos que luego no sabemos ni como manejar. Ups! El tema ambiental me fascina y me puedo perder horas en charlas animadas en pro de la preservación, y la no contaminación.

Bueno, termine divagando sobre el ambiente al ver que comenzaban a caer gotas de agua del cielo, como historia trágica y acompañamiento a la escena que sucederá en minutos. La lluvia se esparce… me encanta el invierno. El frio que se cuela hasta los huesos, la humedad que siempre esta por los 99%, el viento invisible que se une a esta comida entre “amigos”.

¿Qué quieres de postre? – Añade Alberto y me muestra su casaca marrón…uhm… ¿Quiere que la acepte? – hace frio, abrígate…

Jeje…Me gusta como esta el día, no es necesario que me prestes tu casaca – Le di una ligera sonrisa – Alberto…sabes, yo quería decirte que…

BIPPPPP BIPPPPP BIPPPPPPP

Mi celular comenzó a moverse encima de la mesa, justamente había decidido colocarlo en la opción vibrador para que no interrumpiera el volumen, mi conversación.

Relatos de Cristal: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora