Advertencias Ensayadas

492 21 0
                                    

Desde hace horas que te espero, ¿cómo…? como se te ocurre irte sin responderme…como te atreves a decir que te mudas, estás loca, porqué me haces esto, no lo entiendes. ¡Joder! No puedes irte… ¡me escuchas! Te has vuelto una pesadilla para mí, y lo peor es que no sólo en sueños me persigues…Yo no sé que tengo en la cabeza, ME JURÉ, escuchas…me juré jamás volver a hacerlo; y tú vienes y… y eres como eres, me das tanta rabia, te detesto…Y me importa un carajo que todos los de tu piso se enteren – Gritaba tantas cosas juntas, yo parada de espaldas a mi puerta, observándola con la boca abierta y tratando de encontrarle sentido a sus palabras – Que intentas con salir con Alberto, ¡IDIOTA!, me das tanta ira; porqué se detuvo ese ascensor, nunca debí conocerte…llevo meses llorando por tu culpa, ¿crees que es gracioso? – Me dice al ver que tengo una ligera sonrisa en los labios, son nervios Cris, son nervios por no entender nada – es que eres… eres tú… me gustas, te quiero y… ni siquiera piensas en mi…-sentencia finalmente.

De todos sus gritos, insultos y quejas la única parte que si comprendo es esa, “me gustas”. Ahora ya veo de qué iba su arrebato de locura temporal. Los celos y el que me voy de este departamento le han dado toda la furia, el frenesí de venir hasta mí y reclamarme.

Entonces, noto su mano derecha envuelta en unas vendas, aun así se tiñen poco a poco de rojo. ¿Qué hizo esta niña?

Me acerco sin vacilar, y apreso su mano a regañadientes, ella forcejea conmigo para que la suelte. Es sangre… debe haberse hecho una herida. Su cuerpo me pertenece y no permito que se lastime.

¿Qué le paso a tu mano? – Le increpo, irritada - ¿Por qué está sangrando?

No es algo que te importe - Por fin logra soltarse de mi agarre, y hace lo que menos esperé…

Me apalea con pequeños golpes en el brazo, pecho y donde sus puños toquen mi cuerpo... ¡Ouch!, ¡ouch!, ¡ay! trato de cubrirme lo más que puedo. Ha estado practicando boxeo en estos meses o el don es natural.

Párale, ¿Qué tienes? – Le reclamo, al tiempo que por fin logre tomar sus muñecas para detenerla - Primero vienes a gritarme y ahora me golpeas…

Eres tan torpe… ¡torpe! – Va disminuyendo su ímpetu, y el enojo desciende – has escuchado algo de lo que dije, o crees que me encanta venir a hacer escándalos delante de tu puerta.

Bueno, diciéndolo de esa manera… ¡ey! wait a minute! Gustar…yo gustar, ella yo gustar, yo gustar a ella. Al estilo cavernícola tuve que repetírmelo para que mis neuronas dejaran sus vacaciones y me ayudaran en formular una respuesta a Cris.

Mía, te estoy hablando – la suelto, y una de sus manos las mueve frente a mi cara a ver si así salía de mi estado de shock – justamente ahora ¡OMG!…JUSTO AHORA … te da parálisis cerebral… ¡qué suerte tengo!

Porque de una vez no me rompes el corazón – Lo dice tan entristecida y evitando mirarme - así ya pasaría a la etapa de resignación y a curar los pedacitos que quedan… pero si no me das respuesta, aunque no quiera… yo albergo esperanzas.

A todo esto, regresé de mi mundo…era tan irreal. Había soñado eso mismo, sólo que quien daba el monólogo era yo, mientras Cris se limitaba a golpearse la cabeza contra algún metal, uhm… ¿raro?

Yo…tú… ¿te gusto? ¿Me quieres?– Pregunté esperando de nuevo su afirmación - ¿estas segura? – me aprecia tan extraño que Cris sintiera algo por mí. No es que tuviera baja autoestima o algo que me impedía creer, que a alguien le pudiera gustar, pero es Cris, ella…mi niña Cris.

Cualquiera que hubiera escuchado lo que dije, seguramente diría: estás lerda o tus fuc*ing neuronas se murieron por tanto alcohol desde el cumpleaños de Cris; te ha dicho que te quiere y tú estás como estatua balbuceando si le gustas.

Relatos de Cristal: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora