Noche Revoltosa

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El eco de su voz incrementaba mis ansias, el escucharla ya me paralizaba, pero como comparar una conversación con el hecho de que mi niña disfrutaba al estar juntas.

Desde que ingresamos al cuarto, nos golpeamos casi con cada cosa, ninguna tenía pensado ver el camino adecuado para llegar a la cama, ya después de tanto chocar al final acabaríamos entre las sabanas, y si no es así, ya en otra oportunidad el colchón conocería las travesuras nocturnas.

La iluminación era perfecta, no es que me fijara en ese detalle. sin embargo podía vislumbrar su figura, detenerme en sus curvas para apreciarlas, mis ojos se maravillaban de lo hermosa y sensual que es mi niña Cris.

De beso y beso la tensión se rompió, ya no quería palabras ni confesiones de amor eterno, ahora soy impulsada sólo por los deseos más básicos del ser humano. Quise controlar mis ganas pero es imposible que quiera ir a paso lento, sabiendo que cada fibra de mi cuerpo la desea, la busca para hacerle el amor. La ropa es impedimento en mi recorrido, suspiro y la dejo con el afán de tomar mis labios nuevamente, se inquieta cuando no puede conseguir lo que quiere; por ahora no importa eso, mis manos se encargan de palparla por encima de su polo, definiendo su forma, y aumentando en ella su agitación.

La veo morderse el labio al tiempo que su vista se pasea por mi, me revisa de pies a cabeza, y en cuanto termina de hacerlo, sus pestañas se baten a un ritmo lento, sacudiéndome de un porrazo cualquier indicio de detenerme; tomé esa acción como un permiso para continuar.

Entonces baje mis manos por su pecho hasta el borde del polo, la miraba fijamente en todo momento, no quería perderme ninguna de sus expresiones, sobre todo al saber que yo le producía esas sensaciones. En cuanto estuve entre el fin de su polo y el comienzo de su jean, unas ideas pasaron por mi mente, que complicado querer retirarle cada prenda al mismo tiempo. Mi tacto tuvo el control de la situación, adentrándose a un mundo desconocido, o tal vez sea mejor decir: un sitio que extrañe tanto, que a veces supuse fue sólo uno de esos sueños de madrugada. Uhm… me gusta, ella me gusta… muchísimo.

Mi piel quemaba al tenerla cerca, me limitaba yo misma a dar el siguiente paso; Cris me había concedido ser quien inicie toda esta aventura, su cabello caía por su cuello y esta vez observaba atentamente mis movimientos, creo que le llamaba la atención lo indecisa que me vuelvo hasta para desvestirla. Estuve tentada a pedirle consejo o preguntarle directamente si prefiere que comience por el norte o sur. Al ya pasar unos segundos, me dispuse a dejar de lado mis pensamientos y enfrentar lo que viniera en base a la intuición.

Poco a poco introduje mis manos debajo de sus prendas; sentí un pequeño estremecimiento por parte de mi comunicadora, supuse que estaba en lo correcto, relajándome para amarla con confianza. Al darme cuenta que alzo los brazos fue una pista, le quite la parte superior de su vestimenta. Me deja quererla, adorarla, ella es para mí.

Ella recostada en la cama, era una imagen que grabaría en mi cerebro, se ve tan tierna y cuando cierra sus ojos ante cada caricia, es tan sublime; en este momento lo tengo todo, mi niña Cris sin la parte superior de su ropa, y me inclino lentamente hasta que mi nariz palpa su piel, poco a poco comienzo a lamer su pecho, subo y bajo, en su cuello he dejado un par de marcas, uhm… no quise evitarlo. El sujetador que usa es muy bonito, y logro delinearlo con mis dedos. Suavemente lo retiro; Cris esta preciosa y el sentir su mano enredada en mi cabello, mm…sus jadeos se colaban por mis oídos.

Comienzo a perderme en su hermosura, sobando sus senos, masajeándolos y envolviéndolos con mi lengua, mientras esto pasaba, mi comunicadora no paraba de soltar sonidos que inundaban el ambiente de pasión. Una de mis manos se deslizo hacia su pantalón, quitando ágilmente el botón, y deslizando la cremallera; la sentí en ese instante alzar ligeramente las caderas para que fuera más fácil que sus pantalones se desprendieran de su cuerpo.

Relatos de Cristal: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora