Desconectada Realidad

504 22 0
                                    

Este espacio tan pequeño, según el letrero dice que máximo pueden ocuparlo 6 personas a la vez. Ahora estamos tres, tres individuos tan diferentes. Cada uno teniendo miles de cosas en la cabeza; pensamientos que de ser audibles cambiarían el curso de la historia…uhm… ¿no lo sé?

Un mismo sitio puede traer tanta felicidad en un determinado momento y ahora sólo tristeza; uhm…veo las paredes de acero, el dichoso panel con los números, la pantalla que nos informa en que piso vamos. El aire medio denso que se cuela por mis pulmones. Sé que Alberto está que habla de algo mas no me importa si hoy es el fin del mundo.

Notaba como se desgarraban mis entrañas. Me dolía demasiado imaginar a quien fuera que estuviera esperando Cris. Mantengo la cabeza agachada todo el tiempo. Alberto estaba en medio de nosotras. Notaba como trataba de pegarse más a mí, pero ya no me importaba.

Ruego solamente que Cris baje pronto del ascensor, para poder encaminarme con Alberto hacia el olvido, no podía, no quería pensar más. Su cercanía tan anhelada, ahora quería alejarme. Perderme en un abismo, mudarme al triangulo de las bermudas. Ni idea.

Bueno, parece que esta noche va a ser movidita, ¿cierto?- dijo con el tono más hiriente que hubiera podido escuchar. Me quede paralizada. No te das cuenta de todo lo que he sufrido, no, te empeñas en hacerme daño. – La diversión recién empieza…

Parece que sí prima- le respondió Alberto con picardía. Me quería morir. La ira y la rabia estaban empezando a crecer en mí. Mal asunto. Cerré los ojos con fuerza, controlando las ganas de soltarlo todo.

¿Mía? ¿Mía? Eh… Mía, hola- Alberto me sacudió y abrí los ojos para mirarle.- Volviste, menos mal…

 Ah, sí, sí, perdona… Me quedé pensando en la noche movidita que nos espera…-Respondí al tiempo que le guiñe un ojo.

En otra circunstancia me habría reído de la cara de Alberto. Estaba con la boca abierta, tal vez había exagerado el tono sensual que traté de infundir a mi voz. Se puso rojo y me lanzó, lo que para él, seguro, era su sonrisa sexy. Ella miraba al frente, pero sus puños estaban apretados. Bien, así que te afecta “mi niña”, yo también quiero jugar.

Ya la había perdido. Ya no importaba nada. No la volvería a ver. Esa noche, iba a mandar muy lejos a la razón. Piso tercero. Esta cosa maldita parece subir cada media hora.

Espero que el ruido de esta noche no llegue a interrumpirlos. Porque...uff... A veces una puede ser tan...escandalosa, me apenaría mucho causarles algún apuro- se me fue toda la sangre del cuerpo. Acaba de decir lo que creo que acaba de decir. Claro que sabía lo escandalosa que podía llegar a ser. No pienses en eso, ya no más, contrólate Mía.

Oh, Primita.... Qué cosas dices...- Alberto estaba estupefacto, total, era su prima. No se de donde saqué la fuerza, pero era el momento de contraatacar.

Tranquilla, prometemos no molestarte tampoco con nuestros... ruidos nocturnos. Tú, ocúpate de lo tuyo y de pasarlo realmente bien - pasé mi brazo derecho por la  cintura de Alberto y mi mano izquierda fue trazando pequeños círculos por su firme estómago - no te preocupes por nosotros. ¿Verdad Alberto?

Eh... es...to sss... Sí, sí claro, claro Mía, claro...- notaba su nerviosismo. Vaya, no sabía si en realidad era tan sexy o sólo le causaba ese efecto a él. No, era yo, definitivamente. – Este ascensor se demora demasiado en subir… ¡uff! ¡Que calor!

Ella pasó la mirada de su primo a mi mano, que estaba peligrosamente cerca del cinturón, para clavarse en mis ojos.

Podía ella cambiar tan fácilmente el color de sus ojos avellana, a un tono rojo sangre…uhm, ¿Te molesta esto?

Relatos de Cristal: ReencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora