삼십이

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Necesitaba tiempo para superarlo, incluso si costaba aceptar las cosas tenía que hacerlo y por eso me tomé una semana para mí, para pensar y dejar atrás lo que estaba pasando.

Eso involucró a Jungkook. Después de todo, él estaba siendo feliz de nuevo, ¿no?

Viajé a casa de mis abuelos y me tomé una semana para consolarme y recibir el apoyo que estaba buscando en otros. En Kookie, por ejemplo.

— ¿Cómo sigues, mi pequeña? —preguntó mi abuela trayéndome un té al patio. 

Estaba lloviendo y era de noche, hacía frío y el perro de mi abuelo estaba echado a mi lado mientras yo disfrutaba del té que acababa de traerme mi abuela y el repique de las gotas en el techo.

— Mejor ahora que estoy aquí —dije dándole un abrazo.

— Sé que es duro para ti pero si quieres venir a vivir con nosotros ahora que tu mamá...

Llamé a Kookie hace una semana para decirle que mis padres se estaban divorciando porque mi mamá había encontrado a alguien más.

— Quizás más adelante abuela, aún no estoy preparada.

Ni tampoco estaba preparada para volver y enfrentarme a la vida de nuevo. Ni a Jungkook...

Había llamado muchas veces a mi teléfono pero preferí no responder y tomarme mi tiempo, dejarlo a él recobrar el tiempo perdido con la chica y aprender que yo debía superar las cosas por mí misma aunque por supuesto me hubiese encantado que ese día me escuchara. 

— Te dejo, voy a lavar los platos.

— ¿Te ayudo? 

— No pequeña, disfruta de la lluvia —dijo mi abuela acomodando la cobija sobre mis hombros —Además si te mueves vas a despertar a Pelitos.

— Está bien. Avísame si necesitas algo —me despedí de ella y disfruté del aroma que desprendía el té, la lluvia que se acrecentaba y los pelos de Pelitos entre mis dedos.

¿Cómo estaría Jungkook? A él le gusta vestir suéteres grandes cuando el clima está así. 

¿Habría llorado esta última semana? Si era así, esperaba que Jimin lo hubiese consolado.

¿Será que grabó un nuevo video de su proyecto G.C.F? Sólo espero que el estrés por tener nuevas tomas no lo haya atormentado.

Sentí los pasos de mi abuela venir hacia mí nuevamente.

— Jungkook es un bebé —dije dirigiéndome a Pelitos. 

Pelitos levantó las orejas y giró la cabeza.

— Y si soy un bebé, ¿por qué me has dejado abandonado en Seúl?

Los pasos no eran de mi abuela.

Pelitos se levantó rápidamente y empezó a ladrarle al pelinegro que ahora estaba allí todo empapado y con la respiración acelerada, una toalla en la cabeza y otra en los brazos.

— ¿Cómo... —estaba tan sorprendida que no me di cuenta cuando Pelitos amenazó a Jungkook con sus patas delantera posadas en sus rodillas.

De reojo vi a mi abuela detrás de él venir con una sopa en las manos.

— Me hubieses dicho que el niño Jeon venía a visitarnos, ¡Dios, con esta lluvia! —dijo pasándole la sopa con cuidado —Toma, toma pequeño.

Jungkook esbozó su típica sonrisa que lo hacía lucir como un conejo adorable.

¿Qué estaba haciendo él ahí de pie, todo mojado y con el rostro pálido del frío recibiendo la sopa de mi abuela?

— Jungkook —articulé difícilmente cuando mi abuela nos dejó y él se quedó de pie mirándome. Noté que tenía las mejillas algo sonrojadas por el frío y que ahora Pelitos daba vueltas alrededor de él pidiendo cariño.

Traidor.

— Si soy un bebé, ¿cómo es que me has abandonado en Seúl, noona? —repitió.

Yo no podía hablar.

— Porque tú... Ese día, yo...

— Si hubiese sabido lo de tus papás hubiese corrido por toda la ciudad hasta donde estabas —dijo y sus palabras golpearon mi pecho.

— Tú estabas con ella y yo quería que estuvieras feliz, no secándome las lágrimas y los mocos —mentí. 

— Sabes que siempre tengo un pañito para mis lágrimas, podía prestárselo a sus mocos —dijo dejando la sopa a un lado en el suelo mientras se acercaba a mí y mi abrazaba.

Lo sabía todo. Durante esa semana fue a mi casa y mi papá le contó lo sucedido, por eso al saber que estaba aquí había venido a buscarme.

— Jeon Jungkook —musité correspondiendo a su abrazo mientras mi corazón se deshacía en lágrimas, parece que en lugar de sangre tuviera agua que ahora corría por mis mejillas.

— Eres una tonta noona, ese día estaba con ella para decirle que no volveríamos. 

— ¿Y eso por qué? Tú la quieres, me lo has dicho —pregunté sorprendida.

— Porque mi noona dijo que no podía permitir que estuviese con alguien que me había hecho llorar —sonrió tiernamente. 

Jungkook sí había corrido por mí.

— Y lo que ella diga, esa es la norma.

— Eres un tonto —dije golpeando suavemente su pecho —Dame otro abrazo.

— No vuelvas a dejarme así o serás tú quien me haga llorar —me dio otro abrazo aún más cálido que el anterior a pesar de que estaba helado porque su ropa estaba mojada.

Pero Jungkook y sus abrazos eran más cálidos que el té y que Pelitos, incluso mojado y con el aliento frío. 

— Gracias por correr hasta mí.

Sonrió débilmente mientras tomaba una de mis mejillas y la acercaba a sus labios.

¿Desde cuando este niño hacía latir mi corazón así? 

— Jeon...

— ¡Pelitos, no! —chilló poniendo cara shock mientras recogía el plato del suelo ya vacío —Pelitos se comió mi sopa, noona.

Y yo sólo pude reír y llorar al mismo tiempo porque, sin darme cuenta hasta ahora no había notado que Jungkook era la única persona que siempre quería a mi lado cuando estaba triste.

Hasta ahora no me había dado cuenta que me había enamorado de él. 

microcuentos → bangtan boysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora